Diciembre 3, 2024

El fin del mundo: historias de la destrucción del espíritu

Los setenta años del término de la Segunda Guerra Mundial fueron mundialmente conmemorados por la literatura que publicó o reedito novelas, cuentos y películas sobre el conflicto que destruyó a toda Europa, especialmente Alemania cuya capital, Berlín recibió más de 30.000 toneladas de bombas por parte de los aliados.

 

 

En ese contexto Ediciones B publicó el libro “El fin del mundo. Cuentos chilenos de la Segunda Guerra Mundial” en el cual siete escritores chilenos (Jaime Coyller, Sergio Gómez, Patricio Jara, Francisco Ortega, Marcelo Simonetti, Carlos Tromben y Daniel Villalobos) armados con su imaginación y talento, construyeron igual número de relatos relacionados con ese conflicto.

 

Durante la mayor parte de este, Chile intentó mantener la neutralidad tal como lo hizo en la I Primera Guerra, incluso a pesar del hundimiento del buque “Toltén” presumiblemente por submarinos alemanes.

 

Aunque se sabía que la Segunda Guerra Mundial era histórica, determinante y dramática para nosotros era algo demasiado lejano.

 

Joaquín Fermandois, explica que “Chile no se sentía parte, como Nación de un conflicto que involucraba a las grandes potencias y arrastró los pies de manera sostenida. Sin embargo, las presiones de Estados Unidos pudieron más y a comienzos del año 1943, nuestro país rompe relaciones con el Eje y en enero de 1945 lo hace con Japón.

 

Marcos Chamudes, Muriel Byrne, Ruby Prain, Margot Duhalde, Paul Walbaum, combatieron en el frente aliado y María Edwards Mac Clure, trabajó en un hospital en la Francia ocupada.

 

Esas fueron historias verdaderas de chilenos que fueron protagonistas de primera línea en la historia de este conflicto.

 

Patricio Jara relata la historia de la mujer que le veía el correo a Reinhard Heydrich (única narración cien por ciento verídica de la obra).

 

Sergio Gómez retrata hasta la vida de un doctor que se escondía de Hitler en el sur de Chile por no haber podido salvarle la vida a la madre del dictador alemán.

 

Collyer relata los últimos días en Viena del padre del psicoanálisis, antes de su huída a Londres por la persecución nazi, mostrando un contraste entre las amenazas que recibía y la intensa vida sexual a los 80 años con una joven que resultó ser espía nazi.

 

Por otro lado, Tromben es el autor del relato sobre los pormenores del viaje que realizó un joven sureño llamado Andreas Eckhart, quien por su descendencia germana decide ir a luchar a Alemania, pasando por una serie de obstáculos durante su ruta para encontrarse con la nada al final del viaje.

 

El relato de Marcelo Simonetti trata sobre niños que se adelantaron a la tragedia de Hiroshima y Nagasaki dibujando el hongo mortífero años antes de que destruyendo todo a su paso.

 

Daniel Villalobos construye su cuento alrededor de la represión durante la dictadura y como la magia mapuche salvó a los protagonistas reviviendo a muertos que destruyen a todo el grupo que los iba a detener.

 

Francisco Ortega hace un relato de la construcción del avión que años más tarde lanzaría la bomba atómica y el drama de una familia que no logra amalgamar culturas diferentes.

 

 

Cada uno de estos relatos, recuerda la frase de Henry Miller el que decía “cada guerra es una destrucción del espíritu humano”. En cada historia, se puede ver como el miedo, a la propia destrucción corrompe a las personas y destruye lo bueno que tiene por el deseo de sobrevivir.

 

Por ello a pesar de que han pasado 70 años desde que las tropas nazis se rindieron ante los aliados la pesadilla hay que contarla para no olvidar, para recordar a los muertos, recordar la liberación de muchos prisioneros, el juicio a muchos culpables.

 

Se escribió y hay que seguir escribiendo para reconstruir, sanar, para buscar a las historias olvidadas y escribir la historia.

 

“Sobre las heridas que no sanan, sobre lo interminable del miedo y la desconfianza que despierta el foráneo, sobre ese terreno impreciso llamado Patria, sobre eso tratan estos relatos, una antología que conmemora los setenta años del último día en que el mundo estuvo en guerra, aunque esa guerra no haya terminado, nunca, del todo”.

 

 

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