Enero 17, 2025

Notas y comentarios: La frustración de una teología popular en Chile

 

Se presentan a las consideraciones de la crítica teológico-política de España una extensa opinión de un material relativo a la teología de la liberación latinoamericana, cuyo título resulta especialmente atractivo, aunque una vez consultado su contenido el texto termina por dispersarse por ámbitos ajenos a lo que nos sugiere su propia portada publicitaria, como veremos.

 

 

El estudio es: Teología práctica de la liberación en el Chile de Salvador Allende y su autor es Ives Carrier. La edición original es en francés (Edición L’Harmattan. 2013) y su traducción y edición castellana corre a cargo de Ediciones Ceibo. (Santiago de Chile. 2014. 597 pp.)

 

Después de más de 40 años del golpe militar chileno (1973), con el consiguiente fin del gobierno democrático de la Unidad Popular promovida por Salvador Allende, resulta muy sugerente la extensa y constante producción intelectual y bibliográfica referida a causas y consecuencias del putsch, así como la publicación de variados estudios, análisis e interpretaciones del fenómeno político-eclesial-religioso del cristianismo chileno antes, durante y después del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

 

A partir de la remota (y valiosa) documentación publicada por Gonzalo Arroyo titulada Golpe de Estado en Chile (1974) y del notable estudio de Franz Hinkelammert (Ideología de sometimiento. 1977), además del excelente trabajo de Pablo Richard titulado Cristianos por el Socialismo. Historia y Documentación (1976), hasta llegar (y pasar) por ej., por las contribuciones de Hugo Cancino (Chile. Iglesia y dictadura. Un estudio sobre el rol político de la Iglesia Católica y el conflicto con el régimen militar (1997), por el estudio de Marlén Velásquez (Episcopado chileno y Unidad Popular (2003) y por los análisis de Hernán Vidal (Las capellanías castrenses durante la dictadura). Hurgando en la Ética militar chilena (2005), así como por muchos otros libros consultados, todo nuevo estudio respecto a estos críticos asuntos político-teológicos debe ser motivo de interés y causar expresiones de bienvenida. Sin embargo, el paso temporal de décadas históricas después del golpe y el posible agotamiento de fuentes y comentarios políticos referidos a dicho proceso allendista, englobado como “vía chilena al socialismo”, puede causar riesgos de transformar en simple “trilla” un nuevo libro sobre el tema.

 

No es del todo el caso específico del material que presentamos ahora, aunque aquí existen páginas y páginas especialmente conocidas respecto al nacimiento de la teología de la liberación en A. Latina, referencias muy divulgadas sobre Hugo Assmann, Gustavo Gutiérrez o Rubem Alves, así como los publicitados antecedentes teológico-progresistas en la Iglesia Católica gracias al Vaticano II. Asimismo, existen en este trabajo numerosas reiteraciones histórico-políticas relativas al porqué del fracaso de la Unidad Popular, como conocidas consideraciones referidas al posible encuentro marxismo-cristianismo en la praxis y en la teoría de esa época conciliar europea. En suma, los alcances y menciones en el libro, por ej., respecto al ya comprendido fenómeno ideológico del catolicismo a raíz del Concilio (1962-65), debido a la transformación de la sociedad secular, no aportan hoy gran cosa a investigadores preocupados por la teología contemporánea en Sudamérica.

 

Señalemos, además, que el título del estudio de Carrier puede en cierto modo ser engañoso: de las 597 páginas que contiene el texto resulta pertinente decir en honor a la verdad que no más de 250 se refieren en exclusiva a cuestiones que señala el título (y el subtítulo): Teología práctica de la liberación en el Chile de S. Allende – (Guy Boulanger, Jan Caminada y el equipo Calama, una experiencia de inserción en el medio obrero). Las páginas sobrantes, como hemos dejado sugerido, proporcionan híbridas perspectivas de comprensión al lector, no congruentes del todo con lo que pretende el titular: existen extensas formulaciones sobre la moderna teología centroeuropea de J. B.Metz, K. Rahner, I. Congar, E. Mounier, etc. o cuestiones públicas sobre el itinerario del cristianismo popular chileno una vez triunfante el golpe militar de las FF.AA. en el país, es decir, concluído el “Chile de Salvador Allende”, como advierte la portada. Anticipemos que el llamado “Equipo Calama” (que es de lo que trata el texto), a partir de Pinochet se transforma en EMO (Equipo Misión Obrera), como lo subraya el Padre Aldunate en el prólogo del estudio.

 

El núcleo básico del material publicado por Ives Carrier consiste en indicar, divulgar y analizar documentalmente la emergencia y el desarrollo de una original iniciativa teológico-pastoral de dos religiosos extranjeros en Chile (Jan Caminada y Guy Boulanger) acompañados de otros nacionales, con el fin de integrarse en la desértica y pobre región de Atacama, en el Norte de Chile, promoviendo (gracias a un denominado “Equipo Calama”) la fe cristiana en dicho espacio popular chileno.

 

Desde fines de los años 60 del pasado siglo el impulso evangélico-pastoral de dichos religiosos los conduce a comprometerse con ese universo obrero del Norte de Chile, iluminados por ansias de un cambio social que favorezca una liberación de la opresión minera. A la larga, dicha iniciativa adquiere el carácter de una incipiente eclesiología popular nueva.

 

Se encuentran en páginas de esta obra de Carrier el desarrollo de un paulatino proceso de conversión religiosa vivida por Caminada y Boulanger una vez interpelados por el mundo pobre creyente chileno de la época, intentando a la vez dar un cuerpo público y consistente al “Equipo Calama”. Permanecen, dentro de estas circunstancias, atentos a la sensibilidad que despierta tal iniciativa en la jerarquía episcopal chilena. En este sentido, se ofrecen en el libro ilustrativas cartas de los obispos Carlos Oviedo y Juan Luis Ysern. Tratan de comprender también dichos religiosos cómo complementar en su misión esa dual sensibilidad establecida entre ateísmo y fe o entre marxismo y religión, que es lo que se ventila como problema en las clases proletarias de Atacama y en el mundo sindical del momento.

 

Este ya clásico asunto teórico bifronte, pero con consecuencias en la praxis política chilena de aquél pretérito histórico, responde originalmente en Caminada y Boulanger, en Chile, a la interpelación que produce en ellos el pensamiento de los destacados teólogos K. Rahner y J.B. Metz desde Centroeuropa.

 

En efecto, una contribución destacada de Carrier dentro de su libro es, precisamente, poner en nuestro conocimiento las consecuencias de ambos notables doctores alemanes en el ámbito de esa práctica evangelizadora chilena. Desde Alemania se estudian los embriones de ese Equipo Pastoral “Calama”, (desde finales de los años 60), y en esta medida Carrier contribuye formulando a los lectores dos cosas llamativas. Este autor dice que: “el origen de la iniciativa del primer grupo de Calama es la publicación del artículo de K. Rahner, cuyo título era Sobre la teología de la revolución” (p. 211). Posteriormente, Carrier añade que, desde Europa, las miradas y preocupaciones de Metz y Rahner con sus grupos de estudios en torno a Chile influyen en dar cuerpo y forma a tal iniciativa pastoral del desierto gracias a:

 

dos sesiones de un grupo interdisciplinario de reflexión sobre el “Proyecto Chile” (el 13 de diciembre de 1971 en Munster y el 12 de octubre de 1972 en Munich). Los contenidos de estas sesiones indican el estado de la reflexión sobre las experiencias realizadas. Después de esto, este grupo de reflexión se disolvió pero Karl Rahner permaneció vinculado con el equipo Calama como asesor activo y activista para su legitimación (pag. 212).

 

En este sentido, el contenido de esta información de Carrier constituye un aspecto muy interesante en el libro para comprender el vasto itinerario docente-pastoral de ambos teólogos. Con estos datos que arroja el texto se observa que esa teología progresista del mundo rico no siempre ha estado recluida en una campana de cristal académica, ajena a los menesteres públicos de la vida: en Metz y Rahner, en este caso, ha existido una cristiana preocupación práctica por el quehacer popular existente en el Norte de Chile.

El autor nos indica en la introducción de su libro que su material está dividido en tres partes:

 

Una primera reconstituye el contexto político que llevó a la elección de la Unidad Popular, los 17 primeros años de la dedicación misionera de nuestro Testigo, Guy Boulanger, y la evolución del pensamiento teológico en Europa y América Latina; la segunda está constituida dc textos inéditos del Equipo Calama, de comentarios sobre este método y una puesta en situación al interior dc un contexto político excepcional; la última parte trata del esfuerzo para proseguir el método luego de la experiencia chilena de la inserción orgánica de los cristianos en los movimientos de transformación social, y esto, a escala internacional (p. 21).

 

Con todo, si bien esa segunda parte mencionada (que implícita y explícitamente incorpora narrativas sobre la Unidad Popular, es decir, el Chile de Salvador Allende) cuyo contenido posee comentarios y textos de características pastorales, eclesiásticas o clericales en torno a la constitución y el sentido del denominado “Equipo Calama” – también es un fragmento del libro que se acompaña de numerosas entradas ajenas a la línea argumentativa que inicialmente lleva el texto. Son, por ejemplo, inclusiones o apelaciones a la política nacional de la época relativas a la Democracia Cristiana, consideraciones sobre el MIR, así como presentaciones de extractos de noticias del diario “Le Monde” referidas a F. Castro o a las amenazas que sufre “la vía chilena al socialismo” por parte de agencias imperialistas estadounidenses.

 

Da la impresión de que todas estas consideraciones informativas (dispersas) en el molde estructural del libro, son intenciones documentales de una investigación de un autor que busca ilustrar a interlocutores especialmente ajenos al espacio teológico-político chileno (como el mundo intelectual canadiense o francés originario del autor), pero recurriendo a fuentes que no son directamente primarias. En lugar de estar respirando en directo el quehacer cristiano-revolucionario del Chile de Allende, Carrier procura iluminar al interpelado con datos periodísticos y con fuentes bibliográficas del mundo francófono. Prácticamente toda la selección bibliográfica de Carrier para construir su libro es francesa y, cronológicamente, en la presentación de textos, no pasa más allá de títulos que están en torno a los años 80 del pasado siglo. Se echa naturalmente de menos una actualización de datos al respecto y una real investigación documental acerca de movimientos cristianos en el Norte de Chile al compás del desarrollo del “Equipo Calama”. Por ejemplo, controversias o posturas de partidos políticos en relación a tal misión evangelizadora o análisis de tendencias intraeclesiásticas en torno a este asunto socio-teológico.

 

En este sentido, el contenido general del libro de Carrier está empapado de un método que resulta especialmente diferente del llamativo trabajo del barcelonés Joan Casañas titulado Hubo una aurora que espera su día. La primera teología de la liberación vivida en Valparaíso (Chile) durante los años 1968-1973 (2013) que relata en clave biográfica, histórica y documental las semillas, cambios y mutaciones de una inicial teología liberadora en el país al ritmo de las vicisitudes del gobierno de la Unidad Popular. El libro de Casañas es un material que produce una singular “sincronicidad” (la palabra es de C.G. Jung) con el de Carrier; uno teniendo en vistas el desierto de Atacama (y el análisis documental), y el otro, las reales experiencias humanas y el quehacer teológico frente al puerto, la costa y el mar del país, aunque ambos apuntando hacia una misma aurora socio-teológica nueva.

 

A raíz de este texto de Casañas puede leerse también de forma muy ilustrativa los pasos de la fe en Chile del sacerdote catalán Francesc Puig en su libro ¿Qué me ha pasado? En la fe, en la política, en el amor (2004) donde pone de relieve circunstancias histórico-eclesiales existentes en el país con incidencias en su religión católica.

 

En la página 465 del material de Carrier se hace mención a “los catalanes”, pero no es fácil consultar si es un alcance a Casañas, Puig o a otros misioneros provenientes de Barcelona a partir de los años 60 que – como es sabido – forman un interesante grupo de evangelización en Chile, entre los cuales puede citarse a Joan Alsina (asesinado por el golpe militar) o a Ignacio Pujades, destacado promotor de Cristianos por el Socialismo (CPS) en Chile.

 

Con todo, hagamos notar que la emergencia de la dimensión política de la fe formulada en documentos de la “Misión Calama”, que incide cada vez más en la praxis de los curas obreros implicados en ella, causa en la jerarquía chilena palabras terminantes respecto al fin de tal ensayo socio-teológico.

 

Un mes antes del golpe de Estado de Pinochet, Carrier nos presenta una carta del obispo de Calama donde expresa que ante ese fenómeno político-religioso de base juzga oportuno “que la experiencia no continúe” (p. 457). Sin duda las reiteradas menciones e interpretaciones derivadas de documentos de la “Misión Calama” sobre una posible alianza de cristianos y marxistas en el Norte de Chile y el lenguaje en dichos documentos – quizás cada vez más irritantes para el Episcopado – de una llamada “Iglesia del Pueblo” sumada a un vocabulario respecto a “revolución”, “lucha de clases”, “comunidades de base”, etc., inciden en los obispos para concluir sus simpatías por tal laboratorio evangelizador teopolítico cuya promoción básica, para la cúpula episcopal, es originada en misioneros extranjeros (Caminada, Boulanger, Theo Hansen y otros).

 

El intercambio de perspectivas establecidas sobre este asunto clerical entre el obispo Jose L. Ysern y los postulados de la “Misión Calama” puede observarse entre las páginas 265 y 468 del libro, y es posible ponderar que la emergencia de una teología de la liberación a raíz de esta experiencia pastoral y popular chilena es lo que a la larga incide en el Cardenal de Santiago Raúl Silva Henríquez para que en cierto modo denigre en 1982 a los sacerdotes extranjeros en Chile durante la Unidad Popular que “incuban como en un nido una Iglesia de izquierda en el país” (Cf. ORTEGA, M. El Cardenal nos ha dicho. Editorial Salesiana. Santiago. 1982, p.176).

 

Con todo, recuperando la sensibilidad de Carrier respecto a la teología de la liberación existente en su libro, es posible expresar que aparece formulada una teología revestida de caracteres y propiedades puramente apologéticas, evitando observar el autor las implícitas deficiencias teológicas al calor de largos años históricos en curso. Asimismo, evita recalcar las visibles ramificaciones culturales de los criterios liberadores en el quehacer práctico de dicha teología en A. Latina. Respecto a autores chilenos estudiosos de esta materia Carrier sólo menciona a dos: a los jesuitas José Aldunate (que además redacta el prólogo del libro) y a A. Mifsud, y el libro otorga en sus páginas relevancia social-cristiana a la figura del Padre Alberto Hurtado.

 

Sin embargo, el valor del libro de Carrier en archivos de A. Latina puede ser importante. Sobre todo si observamos que es una fuente documental “desenterrada” de Atacama cuyo sentido histórico revela admirables empeños de características eclesiales, religiosas y políticas por intentar modular en la sociedad una vida más justa en un extremo continental del mundo.

 

Para concluir digamos que, dentro de variadas deficiencias y aportes del libro, existe un detalle que lo hace atractivo: la portada del texto consta de una hermosa foto donde aparece S. Allende rodeado de numerosos niños y algún adulto. No indica créditos a qué momento histórico corresponde, pero el color sepia de todo el retrato nos encamina a pensar que es una foto que pertenece a muchas décadas antes del asesinato de Allende.

 

0

 

 

 

 

(*) MARIO BOERO VARGAS.

 

Estudió Filosofía y Teología en la Universidad Católica de Chile. Licenciado en Teología Sistemática en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid). Ha publicado numerosos artículos relativos a teología latinoamericana en publicaciones europeas y de A. Latina. Ha contribuido sobre teología chilena con el estudio: Recuerdos pendientes. Teología, sociedad y fe en la memoria cristiana de Chile (Ed. Arcos. Madrid. 2009.)

Es investigador académico de la Asociación de Teólogos Laicos (ATL) de Madrid y miembro activo de la Sociedad Española de CC. de las Religiones, así como de la Academia Iberoamericana de Escritores y Periodistas (A.I.D.E.P.)

 

 

 

 

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *