Diciembre 8, 2024

La Guerra Civil Española y Chile.  Ayer y hoy

La lectura de este libro* me ha hecho evocar muchas emociones y sueños  forjados durante mi juventud. La Guerra Civil Española fue un acontecimiento  trascendental en nuestra formación política. La república ya había sido derrotada por los fascistas,  cuando comencé a frecuentar las reuniones de la AJI , (Asociación de Jóvenes Israelitas), institución donde nos enteramos de lo ocurrido en esa conflagración: el heroísmo de un pueblo en armas, el rol jugado por  las Brigadas Internacionales, el bombardeo de Gernika, la defensa de Madrid,  también de algunas traiciones y deserciones.

 

 

Las canciones de la Guerra Civil eran un número obligado en  nuestros encuentros, y las memorizamos en tal forma, que hasta el día de hoy puedo cantar 6 o 7 de estas melodías: Los Cuatro Generales, La Morena , El Ejército del Ebro, el Quinto Regimiento o La Carta.

 

Gracias a la iniciativa del Presidente Aguirre Cerda y el empecinamiento de Pablo Neruda,  llegaron a Chile embarcados en el legendario Winnipeg, 2200 refugiados republicanos españoles, a los que se sumó otro lote arribado posteriormente en el Formosa. Nadie pudo imaginar entonces, que el país se había hecho de un cargamento humano tan fundamental en el desarrollo social, artístico y cultural de Chile.

 

Tengo el privilegio de haberme nutrido con la sabiduría y el talento  de varios de ellos, además que  gané muchos amigos para siempre.

 

Fue mi maestro de Historia del Arte en la Escuela de Arquitectura, José Ricardo Morales Malva, también dramaturgo, uno de los fundadores del Teatro Experimental. Recibimos las enseñanzas del  historiador Leopoldo Castedo, insigne compilador de la Historia de Chile escrita por Francisco Encina.

 

Semanalmente nos sorprendían  las columnas, publicadas  por  el agudo crítico de arte Antonio Romera. Colaboramos  en diversos desafíos junto a los pintores José Balmes y Roser Bru. Admiramos las diagramaciones de Mauricio Amster, innovador de la actividad editora en Chile. Fue mi asesor en cálculos estructurales de edificios, el ingeniero húngaro Carlos Sandor, que luchó desde el primero al último día en la Guerra Civil Española, al mando de  un regimiento de zapadores.  Recibimos el influjo del arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, que innovó con su arquitectura de montaña en Farellones, así como con el proyecto para Michoacán, la primera de las casas de Neruda, para quién diseñó, además, el famoso sillón forrado en cuero de vacuno, que aún luce en la residencia del poeta en Isla Negra.

 

¡Qué decir de nuestro entrañable compañero Víctor Pey !, leal amigo del presidente Allende, proyectista y constructor del primer puerto de Arica, y dueño del diario El Clarín, que alcanzó antes del golpe militar el más alto tiraje periodístico en Chile y en cuya recuperación Víctor ha librado una batalla tenaz,  ya que la dictadura lo despojó de esa publicación, siempre firme junto al pueblo, como reza  su slogan.

¡Cuánto debemos agradecer a esta insigne inmigración !

Recuerdo haber leído a fines de los años 60, una documentada obra sobre la Guerra Civil Española, escrita por el historiador ingles Hugh Thomas. Por cierto que nos ayudó a comprender las causas que originaron ese conflicto y su trágico desenlace. Desde entonces hasta ahora, no había leído un texto tan esclarecedor como el que hoy presentamos, respecto a un capítulo trascendental en la historia del Siglo XX.

Este libro es una obra que  asocia la inteligencia del periodista Mario Amorós con la acuciosidad de su compatriota, el diplomático e historiador Ángel Viñas, quién pudo indagar en los archivos españoles aún con el caudillo en vida. Viñas fue el primer historiador no franquista con acceso a una  documentación conservada como secreto de estado. Más tarde logró examinar los archivos del Foreign Office, de la Unión Soviética y Alemania; entrevistó a diplomáticos, militares, miembros de las SS, policías y funcionarios de diversa procedencia.

Tal como lo señala él mismo, “el primer desafío del historiador es hacer inteligibles los documentos que descubre en los archivos y  contextualizarlos adecuadamente. Esa documentación, esa evidencia primaria relevante de la época, es la base de todo lo demás”. Más adelante afirma: “las fuentes son sagradas. Son como rayos de sol que iluminan el pasado, que por definición es incognoscible en su totalidad”.                                                                                                                                                                                                             

                                                                                                                                 

 Así comenzó la carrera del historiador Ángel Viñas, autor de una docena de libros a partir de 1976,  desmitificando las mentiras y escandalosas manipulaciones históricas machacadas por el régimen fascista  a lo largo de sus 40 años de existencia.

Viñas es un hombre comprometido con la verdad. Reconoce que escribir historia sin ideología es virtualmente imposible, “porque los historiadores no somos piedra, tal como él mismo lo afirma. “Tenemos nuestro corazoncito y nuestras ideas”. Agrega más adelante: “siempre que he escuchado a un historiador definirse alegremente como objetivo, se trata de un autor conservador o hiperconservador que pretende disimularlo”. 

 

La lectura de este libro permite despejar muchos capítulos distorsionados por la historiografía oficial española.  

Uno muy fundamental es el referente a la política de No Intervención. Como es sabido,  Francia adoptó esta política a sólo un mes de iniciado el conflicto, acción  a la cual adhirió de inmediato el Reino Unido y la mayoría de las naciones europeas. Se trataba de no vender armas ni a los sublevados ni al gobierno legítimo de España, pero nadie ignoraba el abierto apoyo prestado a Franco por Hitler y Mussolini, no sólo en armamento sino que en tropas y toda clase de pertrechos. Según Viñas, “Francia temía el triunfo de Franco, pero también su derrota, por la idea de que la República había caído o iba a caer en manos de la Unión Soviética ”.

La política de No Intervención fue una burla para el pueblo español. Francia con un primer ministro socialista llegó a cerrar las fronteras con España. Junto al Reino Unido, trazaron dicha estrategia como un mecanismo para apaciguar a Hitler, convencidos que así detendrían sus propósitos de conquistar Europa. En cambio Hitler, al constatar la débil reacción de las potencias occidentales en el conflicto español, no vaciló en anexarse Austria y los Sudetes eslovacos.

El anticomunismo fue más fuerte que las convicciones democráticas y las democracias europeas se cruzaron de brazos mientras el fascismo cometía en España crímenes feroces con el abierto apoyo de Italia y Alemania. 

 

El libro nos informa que alrededor de cincuenta mil italianos luchaban con el ejército franquista en Febrero de 1937, siendo igualmente relevante la ayuda en materia de aviones de combate y a través de la armada italiana, a cargo de bloquear las costas españolas, a fin de interrumpir los suministros soviéticos y de otra procedencia.

Hitler, por su parte, organizó la disciplinada Legión Cóndor, destacamento provisto de los más avanzados recursos bélicos, que fueron ensayados en la guerra civil española para su ulterior empleo en la Segunda Guerra Mundial.

Nada hizo cambiar a los gobiernos de Francia y Gran Bretaña desde el comienzo hasta el fin de la guerra civil española, abandonando a su suerte a la República Española. En definitiva, la política de No Intervención fue un soberano fracaso, para la propia Francia y el Reino Unido, porque sabemos que Hitler no vaciló en lanzarse  más tarde a la conquista del resto de Europa, llegando hasta la ocupación de París.

 

Las conversaciones de Viñas y Amorós esclarecen otro de los capítulos más controvertidos de la Guerra Civil , que hasta el día se distorsiona. Nos referimos al episodio conocido como el Oro de Moscú.

Efectivamente la República contaba en 1936 con grandes reservas de oro, que  las utilizó para adquirir armamentos y pertrechos de la Unión Soviética ,  por decisión del Ministro de Hacienda Juan Negrín.  Esta acción fue severamente juzgada por sus propios compañeros del Partido Socialista. Más aún en 1946, años después de finalizada la guerra sus camaradas en el exilio lo expulsaron de sus filas, decisión vergonzosa rectificada hace muy pocos años.

Al respecto Viñas es categórico en afirmar lo siguiente:

 “ Si Negrín no hubiera movilizado el oro para adquirir armamento y otros suministros, la República hubiera sido derrotada en el año 1936. Es más, probablemente no  habría recibido la ayuda soviética porque en los años treinta la URSS no estaba en condiciones de entregar armas sin garantías de pago. Y no es que defienda a Stalin o a la URSS , pero quiero recordar que en 1940 y 1941, cuando los británicos luchaban solitos contra la Alemania de Hitler y pidieron armas al único país que se las podía suministrar, Estados Unidos, la política del Presidente Roosevelt, -personaje hoy en los cielos- fue de una frialdad extraordinaria: proporcionó armas a los británicos y se las cobró de inmediato.”

 

Juan Negrín, nombrado más tarde Presidente de la República , fue capaz de organizar el Ejército Popular y conducir la guerra con gran resolución. Este libro  reivindica su figura y lo sitúa en el sitial que se merece.

 

Las conversaciones de Viñas y Amorós entran en  otros episodios controvertidos de la guerra civil, como las divergencias en el seno de la coalición de gobierno y entre las diferentes confederaciones obreras, de indudable impacto en la caída de la República.

También analizan  la destrucción de Gernika, capítulo en el cual el franquismo

ha intentado lavarse las manos atribuyendo las responsabilidades de esa masacre solamente a la Legión Cóndor. Sin embargo, el libro deja en claro que sus operaciones dependían de la Jefatura del Aire, y recibían órdenes directamente del jefe de la aviación franquista,  como lo atestiguan los telegramas conservados en los archivos militares de España.

Arrasar Gernika tuvo como objetivo quebrar la moral de la población civil. Los aviones alemanes arrojaron, como mínimo, 31 toneladas de bombas incendiarias y explosivas para causar el incendio y la destrucción total de la villa.

Recordemos que esta tragedia inspiró el más afamado de los cuadros pintados por Pablo Picasso: Gernika.

 

Al leer este libro, resulta sorprendente constatar la similitud de las conductas asumidas por las oligarquías, cuando los procesos sociales afectan de verdad sus intereses económicos. Es lo que ocurre con la Guerra Civil española y el proceso revolucionario que llevó al poder a Salvador Allende en nuestro país.

Para justificar el alzamiento fascista contra la II República Española, los sublevados apoyaron su acción en el famoso documento sobre la ilegitimidad de poderes actuante en Julio de 1936, iniciativa impulsada por Ramón Serrano Suñer, suscrita por 22 eminentes personalidades: magistrados, miembros de las Reales Academias, catedráticos y ex ministros. Afirma Viñas: “el documento es el manantial del que se han nutrido los historiadores franquistas hasta hoy. Es la pieza de cargo; la acusación oficial de la dictadura franquista contra la II República. Es la justificación en toda regla de la sublevación militar de julio de 1936, al considerar que la República era ilegítima en cuanto a su origen y funcionamiento”.

 

Increíble. Son los mismos términos contenidos en el acuerdo adoptado por la Honorable Cámara de Diputados de Chile, uno de cuyos puntos señala textualmente lo siguiente:

Que es un hecho que el actual gobierno de la República , desde sus inicios, se ha ido empeñando en conquistar el poder total, con el evidente propósito de someter a todas las personas al más estricto control económico y político por parte del Estado y lograr de ese modo la instauración de un sistema totalitario, absolutamente opuesto al sistema democrático representativo que la Constitución establece.”

El infame acuerdo de la Cámara de Diputados de Chile  se complementó poco después del golpe militar con la publicación delLibro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile, texto escrito por el historiador Gonzalo Vial, dando a conocer el llamado Plan Z, supuestamente descubierto al descerrajar la caja fuerte de la Subsecretaria del Interior y que contenía un minucioso plan destinado a asesinar simultáneamente a los más altos mando de las fuerzas armadas, políticos de oposición, periodistas y profesionales opuestos al gobierno de la UP. La degollina tendría lugar el 19 de Septiembre de 1973, aprovechando la asistencia de estas personas a la Parada Militar que tiene lugar todos los años en esa fecha. 

 

El Libro Blanco reproduce numerosos documentos supuestamente encontrados en los allanamientos a las sedes sindicales y de los partidos políticos de izquierda,

entregando pormenorizados detalles de un autogolpe con el auxilio de miles de guerrilleros cubanos y de otras nacionalidades. Además, la prensa exhibió majaderamente, inmensas hileras de fusiles ametralladoras descubiertas en dichos allanamientos.

Fue un montaje siniestro, avalado con juicios de dirigentes políticos como el ex presidente Eduardo Frei Montalva, quién en carta enviada un mes después del golpe al italiano Mariano Rumos, en aquel entonces presidente de la Internacional Demócrata Cristiana, señala textualmente lo siguiente:

“Hombres conocidos en el continente por sus actividades guerrilleras eran de inmediato ocupados en Chile con cargos en la Administración , pero dedicaban su tiempo muchos de ellos al adiestramiento paramilitar e instalaban escuelas de guerrillas que incluso ocupaban parte del territorio nacional en que no podían penetrar ni siquiera representantes del Cuerpo de Carabineros o de las Fuerzas Armadas”.

“Las armas hasta ahora recogidas (y se estima que no son aún el 40 por ciento) permitirían dotar a más de 15 regimientos y eso que una abrumadora proporción aún no ha sido descubierta. Estas armas son todas de procedencia checa o rusa, armas que jamás ha tenido el Ejército chileno. Por lo demás nadie ignora o descarta en Chile la existencia de estas armas”.

 

El Plan Z se publicitó insistentemente en todos los medios de comunicación y en especial al interior de los Regimientos.  Además de deslegitimar al gobierno, tuvo el propósito de inyectar odio a las fuerzas armadas, a fin de que pudieran llevar a cabo la brutal represión  concebida por el alto mando de los golpistas con el auxilio de los agentes de la CIA.

Cada uno de los miles de compañeros detenidos, torturados, asesinados o hechos desaparecer, fueron interrogados una y otra vez sobre el paradero de las armas destinadas a cumplir el Plan Z.

 

Pasaron los años y montaje quedó al descubierto. El informe Valech señala categóricamente que “los contenidos del Libro Blanco serían propaganda política y una excusa para justificar el golpe de estado”.

El propio vocero de la Junta Militar al momento del golpe, periodista Federico Willoughby, admitió la completa falsedad del Plan Z, a través de una entrevista concedida al semanario The Clinic.

 

Los 19 años de dictadura en Chile sembrando el odio y las mentiras,  anidaron en no pocos sectores de la población.  10 años atrás, cuando ya habían transcurrido 15 años del fin de la dictadura, tuve la ocasión de compartir mesa en un viaje de turismo con un empresario de Antofagasta. De pronto surgió el tema del golpe militar y esta persona, un hombre maduro, rondando los 60 años de edad me dice: “pero si yo encabezaba el Plan Z en Antofagasta. No hace mucho me mostró la lista el comandante del regimiento”.

No hubo caso de intentar razonar al respecto. Sus convicciones eran inconmovibles.

Digamos de paso que Gonzalo Vial falleció en 2005 sin haber confesado jamás su participación en un infundio que justificó las perores atrocidades cometidas en la historia de Chile. Ese mismo año fue elegido como el intelectual más influyente de Chile, por 112 personas del mundo académico y político nacional, y por añadidura el año 2010, la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae instituyó un Premio con su nombre.

La dictadura franquista se prolongó durante cuarenta años y la chilena duró 19 años.  Ambas dejaron heridas y huellas profundas en nuestras sociedades que no ha sido fácil erradicar.

No cabe duda que tanto en Chile como en España, tenemos asignaturas pendientes. Es una tarea paciente en la cual no podemos cejar. Con textos  como el que hoy estamos presentando, damos un paso más en beneficio de la memoria histórica.

 

Agradecemos a Mario Amorós y a Ángel Viñas por habernos entregado esta conversación tan esclarecedora de un acontecimiento trascendental en la historia de la Humanidad.

**Presentación del libro 75 AÑOS DESPUÉS. Las claves de la guerra civil española, de Mario Amorós.

 

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