Diciembre 11, 2024

Ébola: ¿Pandemia, arma biológica o producto de la Industria Farmacéutica?

Si escuchas a alguien hablar sobre el ébola, diga lo que diga, deberías saber que las cosas están mal, y que van a ir a peor. Quizás no por qué el proceso sea ya irreversible, que lo es, sino por que quienes crean el virus poseen también el antídoto y se van a encargar por todos los medios de cuándo y en qué momento se libera.

 

Una vez el virus ha dado el paso a Occidente, y una vez ha mutado (el ébola al que nos enfrentamos no es la cepa original), se ha creado la alarma bacteriológica y el pánico global. Se han activado los protocolos de seguridad y toda la parafernalia demagoga de las élites que esto conlleva, esa que les hace sacar pecho frente al mundo y decirles: ‘’se están haciendo las cosas lo mejor posible ‘’.

 

Lo cierto es que la expansión del ébola era irremediable y no por su  facilidad de contagio, siendo esta menor que la del H1N1, sino porque, y ya lo apuntamos en anteriores entradas de este blog, se trataba de algo perfectamente orquestado. La periodicidad con la que surgen grupos armados terroristas, pandemias, guerras en Oriente Próximo, Revoluciones de Colores… Delata una agenda minuciosamente trazada y que responde nuevamente a una guerra psicológica hacia la población, en donde el mensaje final es eres vulnerable y dependiente del sistema. Toda esta serie de problemas se escapan del control humano, son situaciones y hechos excepcionales que generan una situación de estrés mundial,  y los actores pasan a ser otros. En ese preciso momento, en el que te das cuenta de que la situación te rebasa, buscas protección, y todo se torna como una reminiscencia de cuando uno es niño y se refugia en las faldas de su madre, solo que no creo que sea necesario decirte que el sistema, al contrario que tu madre, no quiere lo mejor para ti.

 

El ébola, una enfermedad cuya cepa actual proviene de manipulaciones víricas llevadas a cabo en Rusia durante le Guerra Fría y cuya patente posee el gobierno de los Estados Unidos de América (¿para qué querrá la patente del virus más mortal del planeta el país al que pertenece Big Pharma, el monopolio farmacéutico mundial?) ya no es un cuento de hadas. Se está cobrando vidas, y rápido. Y está traspasando fronteras, aún más rápido. Nos dicen que solo se transmite por fluidos, pero a saber hasta dónde te puedes creer. Nos dicen que está bajo control, pero un virus que mata a nueve de cada diez infectados no puede estar bajo control.

 

Lo cierto es que ni tan siquiera el laboratorio de turno encargado de inciar la guerra bacteriológica sabe la virulencia de este mal llamado virus del ébola, ¿acaso es lo mismo el huevo que la tortilla? Este refrito de cepas es tan solo su esencia y el producto final dista mucho de un virus hasta ahora erradicado.

 

Si le seguimos el rastro al ébola nos damos cuenta de que en primer lugar tenemos un virus cuya cepa original se erradicó (Ébola-Zaire), para renacer después a manos de los soviéticos en 1988. El virólogo ruso Nikolai Ustinov había creado la variante U del virus de Masburgo y se lo había inyectado en el pulgar por accidente. Ustinov murió, pero los rusos no incineraron sus restos y se deshicieron del virus, sino que aprovecharon el cadáver de su compatriota para convertir el virus en un arma biológica, descubriendo que era especialmente mortal si se transmitía por el aire. Nunca llegó a utilizarse, o eso dicen las fuentes oficiales. Y las no oficiales, claro.

 

Por si fuera poco, resulta que existe en Estados Unidos un laboratorio conocido como P4, dirigido por el Departamento de Defensa y el Pentágono, y situado en el centro de investigaciones biológicas de Fort Detrick. La investigadora Káren Méndez de Russia Today, a quien agradeceremos la veracidad de este párrafo, sugiere que el virus del ébola lleva años manipulándose allí, y que curiosamente, y tal y como confirmó la cadena CNN el pasado 4 de agosto, las primeras curas para el virus también proceden de allí. Sorpresa, sorpresa. Resulta que el gobierno al que pertenece la Industria Farmacéutica Mundial tiene por una parte la patente del virus y por otra su cura. Tu verás si sumas dos más dos o decides seguir dándole la espalda a lo que ocurre en el mundo. A propósito, quizá deberías investigar la relación entre estas tres variables: Fort Detrick, Tercer Reich y Operación Paperclip. Estoy seguro de que los resultados te ayudarán a iluminar el final del túnel.

 

Y por último, lo más revelador, un nombre: Glen Thomas. Consultor de la OMS en Ginebra y experto en ébola y que curiosamente volaba en el vuelo MH-17 derribado sobre Ucrania en julio. El mayor experto en ébola del mundo, el que mejor conocía el virus y su tratamiento y cuyo instituto, el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de los EEUU, trabajaba para el gobierno estadounidense. Y fallece en un accidente aéreo cuyas causas aún se desconocen. Y es que con cada avión siniestrado o desaparecido de la compañía Malaysia Airlines, ha habido miga. En el MH370 desaparecían cuatro socios de la patente de  Jacob Rothschild. Cuántas casualidades juntas, vaya.

 

Como casi siempre, la atmósfera informativa que ha imbuido el asunto del ébola se ha convertido en una neblina encargada de sembrar más sombras que claros. El continente africano ya supo desprenderse del virus, y no precisamente gracias a la ayuda de los organismos del Primer Mundo. El africano tiene memoria, y muchas de las situaciones de rechazo que se están dando por parte de los nativos hacia muchas de las ONG y cooperantes se debe a que rechazan la medicina occidental, la medicina alopática y paliativa. Los curanderos y sabios de lugar por medio de una planta autóctona supieron y han sabido tratar muchas enfermedades, entre ellas la del ébola. Europa y el Primer Mundo se afanan en invadir el espacio natural africano con sus formas y sus métodos, y puede que África sea el continente más pobre del mundo, pero de la necesidad surge el ingenio y el saber popular mantenido sigue haciendo acto de presencia. La farmacología de la que tanto presume y receta el Primer Mundo nace ni más ni menos que del saber popular y de los principios activos de las plantas y la fitoterapia. O lo hizo hasta el día en el que la salud se convirtió en un negocio y los virus más mortales, en mercancías de primer orden.

 

La Garcinia Kola (conocida como Bitter Kola en el lugar), propia de Camerún, Liberia, Sierra Leona, Guinea y otro muchos países, ha demostrado ser un potente antivírico y antiparasitario, con importantes efectos a la hora de tratar enfermedades respiratorias y que ayuda a controlar y reducir la multiplicación del virus. Las ONG del lugar han sido informadas de este hecho pero la normativa internacional profundamente influenciada por la OMS, un organismo internacional privado, no permite tratar con esta planta a los afectados y de aquí surge el rechazo.

 

Así que no todo son malas noticias, la situación es grave, muy grave, pero se pueden hacer muchas cosas. Aunque desde luego, la peor opción era esperar a que el virus se liberase, y eso es lo que se ha hecho. Ahora solo queda observar cómo las acciones en bolsa del laboratorio agraciado se disparan en bolsa, se especula, mueren algunos miles más de personas y la lección queda bien aprendida.

 

Tatúate a fuego lo siguiente: eres dependiente del sistema, se bueno, sumiso y no pienses ¿y si te preguntan? Sin más, asiente. En cuanto al ébola, bueno, la cura artificial para Occidente ya está lista, solo queda que le pongan precio. Así que paciencia, hombre. Mil muertos más, mil muertos menos…

 

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