La ultra derecha en el gobierno es una consecuencia necesaria de lo hecho y omitido por la Concertación/Nueva Mayoría, sus partidos, personalidades y dirigentes.
Sorprenderse por lo que hace o deja de hacer Piñera, solución continua de lo anterior, es al menos un lujo de hipocresía.
Sorprenderse, por ejemplo, por la violencia homicida que la policía militarizada y embrutecida de Carabineros desata contra todo lo que se mueva, si se considera que en los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría no han hecho otra cosa, es al menos un cinismo que rutila en su miseria.
Más aún, cuando nada se dijo respecto de la feroz y criminal ocupación militar de los territorios mapuche. Al contrario, se estimuló, financió y apoyó como amerita la mejor causa.
Ahí está la lista de jóvenes muertos y torturados en los cuarteles policiales, ahí están las imágenes mostrando los abusos y tratos crueles y degradantes a niños y adolescentes. Ahí está lo que dicen organismos internacionales, especialistas en Derechos Humanos, respecto de la conducta homicida de la policía.
¿Ahora ven lo que antes les estaba prohibido ver en virtud de la lealtad cómplice con la presidenta Bachelet?
En este período Carabineros de Chile se transformó en la institución que más ha robado en la historia del país, en una sucesión de hechos delictuales sin parangón quizás en el mundo entero y que aún no llega a su epílogo.
Todo bajo la supervisión, amistad, aquiescencia, entusiasmo y dirección de las autoridades políticas de la Nueva Mayoría.
Es que la Nueva mayoría construyó un país fracasado desde el punto de vista democrático.
Quienes se sorprenden con los fallos del Tribunal Constitucional debían sorprenderse de haber considerado la pos dictadura como una transición a la democracia. Y haber actuado como si nada pasara.
La Concertación/Nueva Mayoría construyó con ahínco un país que sufre de invalidez moral. Y prohijaron a los poderosos y millonarios con una fe maternal de encomio
Y ya casi no cobra sentido repetir que dejaron el reguero indigno de ser el más desigual país de la tierra.
El único país capaz de regalar las aguas para que se hagan aún más millonarios los poderosos. Mientras que extensos territorios, y con ellos sus habitantes, viven una sequía permanente que ha devastado esos extensos campos otrora feraces, y los ha condenado a la desertificación y la muerte.
Y ha sido por esos mismos intereses que se degradan los mares del sur por la vía de la más extensa y grave infección que jamás haya atacado a las aguas otrora más diáfanas del planeta por medio de concesiones salmoneras que no son aceptadas en ningún otro país, y extensas zonas de sacrifico por los venenos de las generadoras eléctricas que esparcen cánceres y desgracias.
¿Ha sido o no el SENAME, esa institución dedicada a hacer pebre la vida de miles de niños que sufren de pobreza y marginación, un coto de caza de partidos de la Nueva Mayoría a quienes les ha importado un rábano la vida y la muerte de esos niños, y solo se han dedicado a ganar dinero a costa de ellos?
Todo ha sido posible mediante leyes que no han salido de la concha de una almeja, sino de la voluntad de sus legisladores corruptos, los que, mancornados unos con otros, han dado su consentimiento para que las cosas sean como son.
Y, por cierto, no ha habido ni un asomo de autocrítica por parte de la Nueva Mayoría ni de su líder indiscutida Michelle Bachelet, ni de los partidos que la apoyaron, ni de nadie.
Regalaron el litio, el cobre, los mares, los ríos, las playas, las carreteras, los ahorros previsionales de la gente y los goles del domingo a los mismos mejores postores de siempre, que, cosa curiosa, fueron los sostenedores de la dictadura y que a juzgar por sus pasares, fueron los verdaderos ganadores una vez que los militares hicieran su retiro táctico y ahora son sus amigos, colegas y vecinos.
Entonces causa un hastío que no cabe solo en un acceso de rabia ver, leer, escuchar, cómo los que pudieron hacer algo durante treinta años, hoy se abruman ante los primeros escarceos gubernamentales de un sujeto turbio como Piñera, tan hijo de este proceso como el que más, producto de la amistad cívica que lo revolvió todo, como de la cobardía de no haber encarado un proceso de verdad democrático.
Los recientemente defenestrados gobernantes, sus principales figuras, sus partidos y dirigentes, no están en condiciones de esgrimir una crítica legítima a lo obrado por Sebastián Piñera.
Quizás en breve seamos testigos de cómo muchos de los que hasta hace poco profitaron de la Concertación/Nueva Mayoría, sinceran las cosas y se alinean con la ultraderecha en el gobierno.
Resulta de una conmovedora falta de decoro ahora que se escandalizan por la Cocina de Piñera sin caer en cuenta que esa práctica repulsiva y corrupta fue patentada por sus propios próceres.