Noviembre 9, 2024

Los bonos, el dólar, la inflación y la guerra comercial que se avecina

De las guerras se dice que se sabe cómo se inician, pero no como terminan. El 22 de Enero 2018 podría considerarse como un hito que da inicio a  una nueva política en Estados Unidos, respecto de los grandes países como China, y también de los pequeños, como Chile, que notarán los cambios de viento en los movimientos que hará Norteamérica, porque no contempla compartir beneficios, incluidos aquellos que se declaren incondicionales con dicho país, como ya lo perciben sus vecinos como los canadienses o los mexicanos.

 

 

Lo que nos están diciendo es que se trata de salvar el imperio a como dé lugar, y si eso significa dejar botados a los “amigos”, lo harán sin trepidar. Son nubarrones para el neo liberalismo trasnochado que intentará reimpulsar el nuevo gobierno de Piñera, conforme a los ministros que ha designado para su gobierno que parte en Marzo.

 

El anuncio de tarifas que impondrá EE UU, no es un movimiento inesperado que haya sorprendido al mercado, aun cuando los daños más serios los asumirán las medianas y pequeñas empresas distribuidas en China, Malasia, Corea y Tailandia. Más del 80 % de las instalaciones solares que se realizan en Estados Unidos, utilizan paneles importados desde Asia, pero solo un 20 a 30 % corresponde a los costos totales de una instalación de energía solar. Sin embargo, son señales de guerra comercial que implican cambios por lo cual China y Corea condenaron la acción calificándola de “mal uso” de medidas comerciales.

 

Para entender el contexto de la crisis económica que está presente en el mundo, especialmente en Estados Unidos, es necesario referirse a las señales que están encendidas en los principales componentes que estructuran la falla sistémica y que no tiene precedentes anteriores, considerando la magnitud de las cifras implicadas.  Las cifras, se formaron a partir de decisiones que incluyó la dimensión de la globalización financiera mundial, por los bancos centrales de las mayores potencias económicas como, la Reserva Federal de Estados Unidos, el BCE de Europa, el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra, el Banco Central de la República Popular de China y otros, en un intento por equilibrar y estimular las economías, después de la gran crisis del 2008, cuyos efectos aún son evidentes.

 

Las crisis que genera la política económica neo liberal, no son accidentales, están fríamente calculadas para activarlas en organismos financieros controladores como la FED.  Cuando Alan Greenspan a cargo de la entidad, en la gran crisis anterior expandió el dólar, se sobre valoraron los bienes raíces  y sabia que tendría que aplicar el frenazo subiendo las tasas, lo que reventó la burbuja hipotecaria y toda la deuda Sub Prime.  No sería extraño que la FED se esté moviendo para hacer estallar la enorme burbuja fiscal que se diseñó desde el 2008, y que planean hacerlo mientras Donald Trump esté en el cargo.

 

Los componentes que están en riesgo hoy, sin perjuicio de otros, son más variados y más grandes, como los bonos, el aumento de tasas, la enorme deuda mundial, la amenaza de inflación en EE UU., el aumento de los déficits estructurales, y los signos de formación de grandes burbujas, a consecuencia de lo cual se está replanteando un regreso al nacionalismo en materia de intercambio comercial, financiero, y estableciendo fronteras con control anti inmigración, es decir, lo que está llegando es la fase de la guerra comercial, como mecanismo de sobre vivencia.

 

Uno de los componentes más importantes en riesgo, son los bonos que están provocando una gran preocupación para quienes invierten, porque dicho mercado está dando un giro a la baja, después de casi 3 décadas siendo alcista. Al examinar la deuda de Alemania, EEUU y Reino Unido, la rentabilidad exigida en el mercado, en el caso de la deuda norteamericana, ha subido en 18 puntos básicos, el rendimiento de la renta fija alemana ha subido en 11 puntos básicos y en el caso del Reino Unido es de 9,5 puntos básicos, datos que vuelven la preocupación a la existencia de una burbuja.  

 

Sin embargo, para entender con claridad qué significa este cambio de precios y de porcentajes en el mercado de los bonos, es necesario explicar en qué consiste la operatoria. Tal como lo señala la inversora Wells Fargo, hay una directa relación de aceleración continua del PIB y los precios, los planes de subidas de tipos y la reducción del balance de la FED, más el aumento de las emisiones esperadas para los próximos años, que se gatillan a partir de los bonos. En grandes líneas, la operatoria de un bono se inicia con un título de deuda que emiten los Estados y también las empresas para obtener dinero y financiarse.

 

Los bonos que emiten los Estados se llaman Bonos Soberanos o del Tesoro, como en EE UU. Corresponden a títulos de renta fija que se emiten con un monto fijo impreso, un interés determinado (rentabilidad)  y una cantidad de cupones que determinan los pagos parciales de la amortización, todo lo cual es independiente de los cambios que ocurren en su valor en el mercado por futuras transacciones.  Si una persona compra un bono soberano a 5 años, al cumplirse el tiempo (si no cobra los pagos parciales de los cupones), el Estado pagará todo el monto invertido más los respectivos intereses establecidos en el título original.

  

Los bonos se transan (compra y venta) en su primera emisión en mercados primarios, en donde operan empresas y bancos. Luego, las sucesivas ventas o compras se realizan en los mercados secundarios, donde generalmente cambia el valor transado y la tasa de interés, respecto de las cifras consignadas en los Títulos. Cuando se vende un bono a un menor precio, el tenedor de un bono acepta recibir menos dinero del fijado, debido a que el mercado asumió que existe un mayor riesgo asociado a dicha deuda, lo que expresa en el valor del bono soberano. Las causas son diversas, inflación, crisis política en el país emisor, guerra, etc., o al revés, puede subir un bono si mejoran las condiciones del país, lo que agrega mayor seguridad para el dueño del bono.

 

Respecto del cambio de valor en los bonos, existe un teorema que expresa que el precio del bono es inverso a su rentabilidad, es decir, cuando sube el interés, baja el precio del bono y vice versa.  Es importante entender el mecanismo que se utiliza para determinar el cambio de valor y comprender el significado de la información que publica la prensa. Para determinar el cambio de valor del bono, se calcula que la tasa interna de retorno (TIR) (rentabilidad), convenida en la venta conforme al mercado, se ajuste al precio del bono, rebajándolo de modo que coincida con dicho interés cobrado.

 

Un ejemplo simple en tal sentido es el precio de emisión de un bono nominal de US$ 1.000, más un 3% de interés, que será lo que se reembolsará al tenedor al vencimiento.  Pasan algunos meses y el bono  se transa y se vende en US$ 950.  La tasa sería, (1000 – 950)/950 = 5,26 %.  Ahora, supongamos que el mismo bono se vuelve a vender pero ha vuelto a perder valor, transándose a US$ 900.  (1000-900)/900= 11.11%.  O sea, al subir el interés, baja el precio y viceversa. Existen bonos a 2, 5, 10, 30 años etc., y pueden variar sus condiciones. Lo importante es saber que si sube el rendimiento de los bonos (la tasa de los bonos), se castiga su valor, pero el país deberá pagar al dueño del bono el valor fijado en el título al vencimiento.

 

Veamos entonces qué pasa con los bonos en la actualidad. Los bonos se negocian reflejando típicamente la inflación más una ganancia.  Si la inflación aumenta, en los mercados también lo hacen los rendimientos de los bonos. Y tal como dijimos, si los rendimientos de los bonos suben, los precios de los bonos bajan, y  cuando los precios de los bonos caen, la burbuja masiva de la deuda comienza a desinflarse. El principal indicador mundial en este sentido es el rendimiento del bono a 10 años. El bono del Tesoro a 10 años, ha superado su línea de tendencia de 20 años y el 24/01/2018 estaba en  2,656%.  

 

Muchas personas y empresas normalmente no ven donde está oculto el colapso económico. El debilitamiento del dólar no es casual, responde a un esquema de crisis, que está recién partiendo. Analistas como Peter Schiff, señala que, “No estamos experimentando  crecimiento económico. Estamos experimentando inflación”. El multimillonario gestor de fondos de cobertura Ray Dalio dijo que “el mercado de bonos cayó en una fase bajista y advirtió que un aumento en los rendimientos podría desencadenar la mayor crisis para los inversores de renta fija en casi 40 años”. A comienzos de la década de 1980, una rara combinación de alto desempleo e inflación acechó la devastada economía de los EE. UU., llevando el rendimiento de los bonos a 10 años a un máximo histórico de 15.68% en octubre de 1981.

 

La FED señaló que empezaría a reducir su balance, (vender bonos), sin embargo, hasta ahora apenas ha colocado un 0,22% en cuatro meses, de un total de US$ 4.5 billones, la nada misma. El nuevo presidente de la FED, designado por D. Trump es Jerome Powell, estará obligado a impulsar un aumento de las tasas si la inflación se dispara, para evitar un colapso en los bonos. La inflación subyacente tiene un IPC mediano que aumentó en 0.3% en diciembre y una tasa anualizada de 3.5%. Si por el contrario, no suben las tasas, el primero en caer será el dólar que se volverá a debilitar. Para dar cumplimiento al programa de gobierno de Donald Trump, se está solicitando ampliar el techo de la deuda y se estima que la legislación que se está considerando, podría generar un déficit de un billón de dólares para el presente año y otro para el año fiscal 2019.

 

Sin cambios, incluso bajo la ley actual, es probable que los déficits lleguen a casi $ 600 mil millones este año y US$ 700 mil millones el próximo año.  Según la CRFB (Comité para un Presupuesto Federal Responsable), organismo independiente sin fines de lucro, la combinación de reducciones de impuestos, alivio de secuestros y otros cambios aumentaría los déficits a US$ 1.05 billones en 2019 y US$ 1.1 billones en 2020. Esta y otras razones hacen que exista un sentimiento internacional, en aumento, contra los bonos del tesoro (deuda) de los Estados Unidos, que puede estar afectando la demanda general del dólar y, a su vez, el valor en dólares. Países como Rusia, China y Arabia Saudita ya adoptaron acuerdos comerciales bilaterales que no contemplan usar el dólar estadounidense como medio de pago, en especial en referencia al petróleo, lo que eventualmente desencadenará una avalancha de dólares que ya esta inundando a los EE. UU.

 

También está la cuestión del ajuste fiscal coordinado de los bancos centrales, como el BCE y el de Japón, moviéndose para cortar las medidas de estímulo y la expansión cuantitativa, lo que tiene en tensión al BCE con el gobierno de Trump, por la apreciación del euro. Esto significa que ahora otras monedas se están apreciando en términos de valor de mercado frente al dólar, incluido el peso chileno, y a su vez, el índice del dólar se reducirá aún más. A menos que la Reserva Federal actúe más agresivamente en sus alzas de las tasas de interés, la caída del dólar será más profunda, especialmente si el gobierno de Trump persiste en sus planes de reparar la infraestructura del país. Está aumentando el consenso de que habrá tres alzas de tasas en el 2018 y la FED necesita una excusa para hacer explotar todas las burbujas de una vez y esa excusa por ahora puede ser el dólar. Debemos recordar que toda la información está controlada, y como en el caso del Banco Mundial respecto a Chile, no hay garantía de nada.

 

Entre 2008 y 2018, tres bancos centrales, de EE UU., UE y Japón fabricaron dinero a un ritmo único por sobre US$ 9 billones, esperando poder bajar a la economía y crear riqueza real. Pero no fue así, según el economista Stephen Roach, el crecimiento de las tres economías apenas supera los  US$ 2.2 billones, lo que supone menos del 20% del dinero creado con las expansiones monetarias. ¿Dónde están los US$ 6 billones de diferencia? Si, donde todos creemos, en manos de los más ricos, en papeles de activos tóxicos, en rescate de bancos, en los mercados de deuda, especulando en la bolsa y en el mercado inmobiliario. Según  la cadena estadounidense CNBC, las grandes corporaciones estadounidenses estudian repatriar a Estados Unidos hasta 400.000 millones de dólares por  beneficios que lograron durante los últimos años en el extranjero. Sobra liquidez, abunda la liquidez en las empresas multinacionales de EE UU que tienen más de US$ 2.5 Billones, o en el sector privado de acciones que dispone de recursos por sobre US$ 1 Billón de dólares para operaciones, según el analista Antonio Iruzubieta.

 

De acuerdo a los cálculos de la Reserva Federal de Atlanta, el dato reciente de los salarios es que permanecen estancados y la tendencia de los últimos 15 meses es aún descendente,  el consumo no despunta como cabría esperar  y, sin embargo el apalancamiento, situación y tendencia, no deja de ascender. La reforma tributaria de Trump está lejos de ser la más profunda de EE UU como se intenta hacer creer, equivaldrá a una rebaja de impuestos próxima al 0,7% de PIB, en cambio la rebaja de impuestos de R. Reagan supuso alrededor de un 2% del PIB, la de Kennedy 1,6%  e incluso la de Bush 1,4%., razón de peso que esgrimen algunos economistas para dudar de una real efectividad de la reforma tributaria para un futuro crecimiento de EE. UU., excepto para los inmensamente ricos.

 

Un revés del proceso de subida de tipos (tasas) en curso se observará en el costo de las nuevas emisiones de bonos del Tesoro, serán más caras, a tipos superiores a los de años pasados. El neo liberalismo insiste en seguir creciendo a base de deuda y rebajando impuestos. El mercado de acciones en Estados Unidos se estima en US$ 26 billones en capitalización, y los mercados de deuda, bonos del Tesoro, Corporativos, Municipales, etc. , se estiman sobre US$ 60 billones. Desde la FED norteamericana calculan que se emita US$ 1 billón en deuda nueva anual en el 2018 y en el 2019 otra cifra similar, y si además agregamos la guerra que se ha iniciado con China y otros países y que dicho país tiene una deuda en bonos del Tesoro de EE UU, sobre el billón de dólares que podría lanzar al mercado. Cualquier inicio de venta de bonos en China creará una caída del mercado de los bonos, como parte de la guerra comercial.

 

Los bonos europeos de alto rendimiento se negocian con un rendimiento inferior al 2%. La capitalización bursátil mundial se disparó de US$ 15 billones a más de US$ 85 billones, un récord de 113% del PIB mundial. Además  hay 20 billones de dólares en activos sumados todos  los bancos centrales dando vuelta a nivel mundial y alrededor del 10% de la deuda soberana global, está con rendimientos negativos. Si la tasa de los bonos sube, la estampida de los inversores que tienen US$ 2 billones con rendimientos negativos, será brutal.

 

Sopesando todas las cifras que se han mencionado, ¿puede llamar la atención la caída del dólar, si no se ve en el horizonte grandes países o inversores con nivel tal de recursos, dispuestos a seguir comprando los bonos (deuda) de Estados Unidos, que podrían caer hasta el suelo en papeles sin valor y que los inversores, empresas con muchos dólares no invertirán en aumentar el producto, si la demanda sigue estancada e incluso cayendo?

 

Mario Briones R.

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