Diciembre 5, 2024

Crisis en Grecia y lecciones para Chile

En las últimas semanas, Grecia ha completado su proceso de anaciclosis. Ha dejado de ser un país independiente y se ha convertido en una vulgar colonia.i La voluntad democrática y soberana del pueblo griego recientemente expresada en el último plebiscito ha sido asesinada por la comunidad europea. Grecia para obtener un salvataje económico vital con los recursos necesarios para no extinguirse como sociedad, debe respetar el mandato imperial de sus amos del norte. Se le ha ordenado hacer leyes que privaticen importantes bienes estatales. Se le ha ordenado cambiar sus leyes previsionales y así tirar hacia el hambre y la miseria a cientos de miles de jubilados. Se le ha ordenado pasar legislación que reduzca el aparato estatal y también reduzca los sueldos de los funcionarios públicos. Se le ha ordenado privatizar la salud, la educación, la seguridad social, el transporte público, la vivienda y otros básicos e importantes servicios públicos. En suma, se le ha ordenado destruir la estructura básica del Estado de bienestar tan difícilmente construido en las últimas décadas.

 

 

 

En pocas palabras, Grecia está sufriendo un cataclismo socioeconómico y político similar al que sufrió Chile después del 11 de septiembre de 1973. La sociedad griega es así víctima de un sofisticado golpe de Estado manejado desde el extranjero.

 

¿Cómo puede explicarse esta catástrofe? La teoría de los países desgarrados enunciada por Samuel P. Huntington en su libro Choque de Civilizaciones podría ser útil para explicar la tragedia griega. ii Huntington señala que un país desgarrado se produce cuando este país logra cambiarse de su civilización original a otra civilización que se considera más avanzada. Este traslado o cambio civilizacional se produce cuando se dan tres condiciones suficientes y necesarias. Primero, la elite del país en referencia, desea fervientemente el cambio. Segundo, las masas populares también desean este cambio. Tercero, la elite dominante de la civilización receptora o anfitriona acepta absorber al país que desea mudar de civilización. Huntington señala que estas tres condiciones nunca se producen simultáneamente, por lo tanto el proceso de transición de una civilización atrasada a otra superior, siempre termina en un rotundo fracaso. Señala que no se ha dado en la historia de la humanidad ningún caso donde un país logra con éxito absorber los valores y la cultura de una civilización distinta a la que le dio su origen y crecimiento cultural.

 

Huntington ilustra su teoría de los países desgarrados analizando los casos de Rusia, Turquía, México y Australia. En el caso de Rusia se indica que a mediados de la década de los 90 del siglo XX, Rusia tenía una elite dividida entre los occidentalizados y los autoritarios motivados por valores asiáticos. Los occidentalizados deseaban crear una democracia liberal, una economía de mercado, adoptar los valores occidentales tales como el individualismo, el Estado de derecho, la división de poderes, la protección de los derechos humanos, la búsqueda de la libertad, etc. Por el contrario, los “rusificados” u orientalizados, luchaban por que Rusia se transformara en el líder de la civilización ortodoxa. Es decir, la Rusia de origen bizantino y tártaro y que siguió una evolución cultural muy diferente a la que sufrió la Europa occidental. Los rusos orientales admiran el poder absoluto, la armonía y dinamismo del autoritarismo asiático. Es decir, la existencia de líderes supremos o legendarios príncipes redentores que con poderes casi divinos usan el Estado para salvar y proteger a su pueblo. Este filósofo rey oriental es el zar que con la sabiduría del filósofo rey elimina a los enemigos de su pueblo. El ruso oriental en el aspecto económico es mercantilista y estatista, por lo tanto le da al Estado un rol especial y preponderante en el proceso de desarrollo socioeconómico. Es así como los valores orientales son el colectivismo el autoritarismo y la ley natural. El líder es semidivino y está siempre por sobre la ley. Los orientalistas aman al super líder monárquico y piensan que Rusia debería crear un poderoso puente entre Europa y Asia. Los orientalistas buscan así una alianza entre Europa y Asia. Particularmente desean una alianza con China e Irán. Para los orientalistas, la civilización occidental es un mortal enemigo que debe ser neutralizado. La alianza entre Rusia, China e Irán, es así una condición sine qua non.

 

Huntington continúa su magistral análisis señalando que el proceso civilizacional ruso tiene cuatro fases importantes. Primero su nacimiento y desarrollo temprano. Este proceso marcó a sangre y fuego el alma rusa, ya que duró 17 siglos, desde el siglo I después de Cristo hasta el siglo XVII. Aquí, en este largo periodo, se desarrollan y consolidan los valores bizantinos y tártaros y ellos forman los valores centrales del carácter nacional ruso, particularmente el autoritarismo y el colectivismo. El segundo periodo se extiende desde el reinado de Pedro el Grande y termina con la revolución rusa de 1917. Pedro inició el proceso de occidentalización y este duró dos siglos. Pedro trató de que Rusia fuera una potencia europea. Cambió la capital de Moscú a San Petersburgo, reformó las fuerzas armadas y trató de industrializar el país. Reformó la burocracia a sangre y fuego, mediante métodos orientales y autoritarios. Es precisamente en esta etapa donde se inició el proceso de país desgarrado. La elite quería ser parte de la civilización occidental, pero el pueblo, la enorme mayoría deseaba seguir siendo oriental. La lenta evolución de monarquía absoluta a democracia que en occidente tomó casi mil años, no se produjo en Rusia. No obstante todo esto, en el siglo XVII occidente aceptó a Rusia como miembro de su civilización. Todos los zares que siguieron a Pedro, trataron de continuar con el proceso de occidentalización de Rusia pero fallaron rotundamente.

 

El tercer periodo está conformado por los años de gobierno comunista y que va de 1917 a 1992. En esta etapa Rusia adoptó una ideología política occidental tal como es el marxismo. Durante estos años se produce un contacto mucho más estrecho entre europeos occidentales y los rusos. Después de 1945, estos dos pueblos tan distintos pudieron conversar, dialogar y disentir ya que ambos funcionaban en base a ideologías occidentales. Todo esto a pesar de que los objetivos civilizacionales de estos dos pueblos eran totalmente distintos y opuestos. Rusos y europeos occidentales pudieron así sobrevivir sin llegar a una catastrófica confrontación bélica. No cabe duda que el marxismo fue capaz de crear un gigantesco desarrollo industrial y científico en Rusia y esto catapultó al país como una gran superpotencia mundial.

 

Un cuarto periodo se inició en 1992 y el se extiende hasta el presente (mediados de los años 90 del siglo XX). Huntington señala que en los años 90, la división cultural de Rusia se profundiza. Gorbachov y Yelsin son pro occidentales y desean fervientemente que su país sea parte del grupo de los 7 y también entre en la OTAN. Ellos defienden la teoría de que Rusia es un país normal y que pertenece a la casa común europea. Pero por otro lado están los pro asiáticos que proponen que Rusia sea un puente entre Europa y Asia. Sergei Stankevich es el gran defensor de la civilización ortodoxa y promueve una estrecha alianza entre Rusia y los musulmanes, particularmente Irán y Pakistán. Además agrega que es indispensable que este grupo debe también incluir a China. Peter Savitsky defiende su teoría de la civilización euroasiática única. A esta idea se agrega Solzhenitsin que reclama por la unión de todos los rusos, incluyendo bielorrusos y ucranianos. Por su parte, Thirinosky desea recrear el imperio soviético junto con un nuevo y poderoso establecimiento militar. Es así como todos los intelectuales anti occidentales buscan la estrecha cooperación de Rusia con musulmanes y chinos. Se argumenta que esta nueva alianza será capaz de derrotar a occidente. Con el control de la masa continental euroasiática se podrá dirigir así al planeta.

 

Aún cuando Huntington no lo dice, es posible pensar que el gran politólogo estadounidense tiene el gran temor de que el peso de la historia haga que las fuerzas pro asiáticas terminen por ganar la batalla ideológica en Rusia. Piensa que eventualmente surgirá un nuevo líder que se encargará de concretizar el sueño de los orientalistas y así Rusia dejará de ser un país desgarrado.

 

Hoy día a mediados de la segunda década del siglo XXI, sabemos que los temores de Huntington se están inexorablemente cumpliendo. El presidente Putin trabaja incansablemente y con éxito en la creación de una alianza de Rusia con China, Irán, Siria y Pakistán y eventualmente otros Estados musulmanes.

 

Volviendo al caso griego, está más que claro que Gracia es un país desgarrado. Esta nación ha pertenecido por siglos a la civilización ortodoxa y su carácter nacional tiene rasgos muy similares a los descritos anteriormente para los rusos. La gran masa del pueblo griego tiene un carácter nacional de tipo autoritario y colectivista similar al ruso. No obstante la elite occidentalizada griega decidió abandonar la civilización ortodoxa y trasladarse a la civilización occidental hace ya algunos años. Como culminación de este proceso Grecia entró a la comunidad europea y adoptó el euro como moneda nacional en el año 2001. La elite griega desea ser occidental, pero la inmensa mayoría desea seguir perteneciendo a la civilización ortodoxa. En el último plebiscito, la división o desgarro fue evidente. El 40% quería ser occidental y el 60% quería volver a su civilización originaria. Es por todo esto que Grecia es un país desgarrado. Es altamente probable que el parlamento griego se vea forzado a aceptar el ultimátum que le ha dado la comunidad europea. Así Grecia recibirá recursos económicos para continuar sobreviviendo en su actual purgatorio. El extremo sufrimiento que se dejará caer sobre los griegos, tarde o temprano crearán las condiciones para una verdadera revolución.

 

Si la economía griega sigue la tendencia que ella ha tenido en los últimos siete años (profunda depresión económica); entonces es posible predecir que pronto estallará una revolución violenta. El actual gobierno izquierdista griego, seguramente será reemplazado por políticos derechistas leales al modelo neoliberal de la Unión Europea. Medidas destinadas a poner todo el peso de la catástrofe sobre las espaldas de los pobres seguramente provocará manifestaciones populares masivas. Ellas serán reprimidas con extrema violencia y probablemente cientos de griegos morirán masacrados. Cuando esto ocurra, las fuerzas revolucionarias griegas tomarán el poder con la fuerza de las armas. De esta forma el verdadero proceso revolucionario se habrá iniciado y existe la posibilidad que un Putin griego resuelva la problemática del país desgarrado aplastando a la actual elite pro occidental.

 

La tragedia griega debería estudiarse con sumo cuidado en Chile. Esto porque nuestro país, de acuerdo con Huntington, también es un país desgarrado.iii En efecto, a finales de la década de los años 70 del siglo XX, la dictadura pinochetista decidió que Chile debería salirse de la civilización latinoamericana (civilización a la que Chile ha pertenecido por más de 500 años). Gracias en parte a trabajos académicos realizados por la Universidad Católica y asesores estadounidenses, la dictadura pinochetista decidió que el neoliberalismo de la escuela de Chicago era la ideología que debía servir de base al nuevo carácter nacional chileno. Fue así como la economía de mercado, la libertad económica, la santidad de la propiedad privada, el individualismo extremo, la subsidiaridad y pequeñez del Estado, el apoyo a la empresa privada, etc.; fueron gradualmente reemplazando un carácter nacional basado en los valores del colectivismo, el estatismo, las solidaridad social, el predominio del bien común por sobre el interés privado y la igualdad entre los ciudadanos.

 

La nefasta ideología neoliberal fue legitimada e institucionalizada por los líderes de la concertación primero y luego por los actuales líderes de la nueva mayoría. Hoy día Chile es un país desgarrado. Un 20% de la población practica y defiende los valores neoliberales y un 80% de la población aún se apega a los valores colectivistas-estatistas tradicionales de Chile. Esta división valórica refleja casi exactamente la distribución del ingreso nacional. Un 20% de los chilenos tiene un estándar de vida propio de las clases medias europeas y un 80% de la población nacional se debate en la segregación, la inseguridad económica, las deudas y un estándar de vida definitivamente deficiente, precario e injusto. Es así como podría argumentarse que Chile, está actualmente en una situación parecida a la que Grecia tenía en el año 2007, antes de la gran recesión. Chile todavía sigue creciendo y esto gracias a que el mundo aún compra los productos de exportación nacional. No obstante, si China entra en recesión esta catástrofe pronto derrumbaría la economía de la India y del resto de los países emergentes. Una crisis de esta magnitud seguramente volvería a poner en proceso recesivo también a los países desarrollados. Con el planeta paralizado, los precios de las materias primas pronto serían inferiores a sus costos de producción. Con el cobre, el molibdeno, el litio, el hierro, la celulosa, los salmones, la fruta, el vino, y otros productos de exportación caerían a precios insignificantes. Con esto la economía chilena se paralizaría al igual como lo ha hecho en épocas anteriores. La primera gran crisis del salitre duró entre 1904 y 1913, la segunda gran crisis del salitre duró entre 1917 y 1920. La tercera crisis del salitre duró entre 1929 y 1935. Por su parte el cobre tuvo dos grandes crisis, una entre 1973 y 1976 y otra entre 1981 y 1984.

 

Una futura mega crisis parecida a las señaladas anteriormente, definitivamente hundiría a Chile en una problemática parecida a la que hoy día Grecia está sufriendo. Si la crisis recesiva explota en China para el año 2016, para el año 2020 Chile habría agotado todas sus reservas internacionales y así se volvería a revivir la terrible pesadilla que afectó al país entre 1920 y 1938. Chile fue el país más afectado por la crisis que siguió al término de la primera guerra mundial y luego por la gran depresión de 1929. Esto pues el país sólo dependía de sus materias primas y estaba totalmente abierto a los maremotos provenientes de la economía mundial. Para el año 2020 Chile volvería a revivir así la pesadilla socioeconómica que cien años antes asoló al país por dos desgraciadas décadas.

 

 

 

F. Duque Ph.D.

Cientista Político

Puerto Montt, julio, 2015

i El ciclo histórico llamado anaciclosis comienza con la buena monarquía (gobierno de una persona pero para beneficio de todos o sea para el bien común). Después de algunas décadas y a veces siglos, la monarquía se corrompe y se transforma en tiranía. La sociedad sufre por muchos años de este tipo de gobierno corrupto (gobierno de una persona pero sólo para beneficio de la autoridad, sus amigos y parientes). Finalmente el pueblo se rebela y la tiranía es reemplazada por la aristocracia (gobierno de unos pocos pero para beneficio de todos y el bien común). Pero esta aristocracia después de décadas o siglos se corrompe y se transforma en oligarquía (gobierno de los pocos pero sólo para el beneficio de estos pocos). La oligarquía es eventualmente destruida por una violenta revolución y así nace la democracia o politea (gobierno de muchos pero para el beneficio de todos). Desafortunadamente esta forma de gobierno sólo dura algunas pocas décadas y termina por convertirse en gobierno licencioso u oclocracia (gobierno de los muchos corruptos, con los corruptos y sólo para los corruptos). Aquí la corrupción es total y por lo tanto esta forma de gobierno provoca la muerte del Estado independiente. Este organismo para salvarse biológicamente se convierte en colonia de un Estado mejor organizado. En casos extremadamente raros, existe la pequeña posibilidad de que de las cenizas de esta corrupción generalizada nazca un nuevo príncipe redentor y así la sociedad vuelve a la virtuosa monarquía. Pero como la historia tiene un sesgo pesimista, el proceso degenerativo descrito anteriormente vuelve a repetirse. F. Duque Maquiavelo: Un Cientista Político Moderno Dictus Publishing Saarbrücken, Alemania 2013 pgs. 19 – 20.

ii Ver: “Países Desgarrados: el fracaso del cambio civilizacional” Samuel P. Huntington, El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial Paidos Barcelona 1997, Pgs 164 – 183.

iii “La situación latinoamericana se complica además por el hecho de que México ha intentado redefinirse, dejando su identidad latinoamericana por otra norteamericana, y Chile y otros Estados pudieran seguirle” Huntington , El Choque de Civilizaciones Ob. Cit. Pg. 160

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