Diciembre 9, 2024

Todos corruptos… ¿también Michelle?

Esto no da para más”, me dijo un compañero de trabajo que siempre anda al tanto de lo que acontece en la política chilena. ¿A qué se refería? Sin preguntárselo, largo el chorro. Que PENTA, que CAVAL, que SQM (Sociedad Química y Minera de Chile)  y el Servicio de Impuestos Internos, que el Consejo Asesor Presidencial y la ‘transparencia’, etcétera, etcétera, habían sido protagonizados por empresarios soberbios que no trepidaron en mostrarle al país su fuerza económica-política y su desdén por la ciudadanía, la democracia, la república y todo el andamiaje de eslóganes e instituciones que a los chilenos nos agrada banderear de vez en cuando.

 

 

No hay duda que lo anterior viene provocando sorpresas y disgustos en una parte numerosa de la sociedad civil, pero, sin embargo, a aquellos que estaban avisados de acontecimientos similares -cuya ocurrencia proviene desde los días siguientes al triunfo del NO en el plebiscito de 1988- los últimos eventos escandalosos solo les significaron algo así como unos trozos más de duraznos en el ponche.

 

Soy de esos mal pensados que aseguran sin siquiera titubear que el sistema capitalista no funciona sin corrupción, narcotráfico y familisterio (o nepotismo, si así lo prefiere). Y ya que el neoliberalismo es la modernización del sistema anterior, imagínese usted cómo habrá de catalogarse el mismo, habida consideración de los ‘atributos’ mencionados. Mi buen amigo Pepe Palomo llama a ello (a la oferta que convierte a la tentación en cosa cierta) el “aceite fenicio”, el cual puede embadurnar  hasta al político más pintado, entaquillado y republicano.  Viene a mi mente la supuesta frase (jolgorio puro, lo reconozco) que se le achaca a un desconocido miembro del viejo partido Radical de los años 40, quien habría expresado a su mesa directiva: “no me importa dónde me pongan en el gobierno… sólo pónganme donde haiga”.  Ese “haiga” es el aceite fenicio, el dinero, el dólar, la corrupción.

 

No cabe duda que el mega empresariado ha sabido aplicar en la política alguna de las leyes de Gossen  -que son base de estudio de esa ciencia social conocida con el nombre de Economía-  como aquella Ley del decrecimiento de la utilidad marginal, la cual supone que la cantidad de goce que un individuo obtiene de una unidad de un bien disminuye a medida que se van satisfaciendo sus necesidades con otras unidades de dicho bien. En castellano simple, ello puede significar que una vez satisfecha una necesidad económica, de inmediato surgen nuevas necesidades económicas… cuestión que los parlamentarios de  todo el espectro político entendieron y acogieron casi con un carnaval de aplausos… pero lo captaron como asunto personal, es decir, cual si se tratara de sus propias necesidades y cuentas bancarias.

 

Con la cháchara anterior pretendo dar a entender que si bien existen los corruptos en política, ellos nacen y perviven gracias a que hay empresarios que ofrecen el ‘aceite fenicio’. En este caso, el pecado compartido no hace menos pecador al de allá ni al de acullá. Ambos son delincuentes, traidores a la patria. Así de claro. Y si hablamos de ‘patria’, ¿qué pensarán de todos estos asuntos los miembros del generalato de nuestras fuerzas armadas? ¿Estarían dispuestos –como lo hicieron en 1973- a salir armas en ristre para defender intereses económicos de aquellos grupos de delincuentes que, luego, les abandonaron dejándolos solos ante el juicio de la Historia y ante los tribunales?

 

“si Michelle Bachelet  no saca ¡YA! al director del SII que ella misma designó en ese cargo (y ordena a ese SII demandar ante tribunales), significa que está metida hasta el cogote en el caso SQM”. ¡Eso opina la calle!

 

 

 

No puedo parar de pensar en Michelle Bachelet y su situación enredosa de hoy. Hace fuerza en mi espíritu de abuelo chocho el que ella privilegie a su retoño. No obstante, si así fuese, debió entonces dar un paso al costado y renunciar al cargo de Presidenta de la República. Pero, doña Michelle vagabundeó entre la nada-nada y el todo a medias. Ahí están las consecuencias. El 70% del país no le cree que nada haya sabido de los manejos realizados por su hijo y su nuera ante Andrónico Luksic y el Banco de Chile por un préstamo –¡joder!- de seis mil millones de pesos (no era una bagatela, ¿verdad?).

 

¿Otra consecuencia?, la inefable nuera le cerró las puertas para ver a sus nietos. Bachelet podría recurrir a un  tribunal de familia y obtener el legítimo derecho de visita a sus vástagos, pero, si lo hiciera, constituiría una nueva bomba política que haría crecer la escandalera respecto de su capacidad administrativa como primera autoridad de la república. La farándula de la televisión, y del colgajo de EMOL llamado LUN, babearían de felicidad por una cuestión como esa.

 

Volvamos, por favor, a lo esencial, a lo importante. El caso SQM. ¿Usted creía que  el yerno favorito de Pinochet, Julio Ponce Lerou y SQM,  saqueaban desde hace 40 años recursos naturales sin la complicidad del duopolio conformado por los políticos de la Alianza-Concertación-Nueva Mayoría?  Para demostrarle, amigo lector, que no estoy  hablando por boca de ganso, hago sólo una acotación, la cual me parece que La Moneda soslayará (no porque sea yo un ‘don nadie’ mediáticamente hablando, sino porque  en el palacio de Toesca pocos se atreven a responder): “si Michelle Bachelet  no saca ¡YA! al director del SII que ella misma designó en ese cargo (y ordena a ese SII demandar ante tribunales), significa que está metida hasta el cogote en el caso SQM”. ¡Eso opina la calle!

 

¿La calle está equivocada? ¡No me diga! El hasta ayer director de SQM, un tal Contesse, es primo en segundo grado de doña Michelle (y pariente de su hijito Sebastián, un bataclán de la política comercial-bolichera)… a la vez que el inefable ‘faraón’ Ricardo Lagos Escobar se reunió hace algunos meses con Julio Ponce Lerou en calidad–ambos- de ‘personas de bien’, para acordar los méritos y ventajas de las acciones que SQM realizaba en asuntos no solo comerciales, sino también políticos, de campañas y de lobby. ¿Y a eso, cómo deberíamos llamarlo? ¿Patriotismo? ¡No jodan!

 

El silencio de La Moneda por estos intríngulis empata con  la mudez de la Alianza  ante el asunto PENTA. Sí, lo reitero… el silencio de La Moneda, pues conformar un Consejo Asesor Presidencial no es sino un fuego de artificio para marear al respetable. Mucho pujar, muchos pedos… pero ningún mojoncito. Esa es la política del duopolio para obnubilar a la gente. Y en ello, luego de su doctorado en la ONU, Bachelet cree que puede dar cátedra.

 

El problema, para madame Michelle y sus acólitos, es que el pueblo chileno –la gallá (me incluyo)- no habla inglés. Definitivamente mi compañero de trabajo parece tener razón, pues la casta política actual está a punto de ser enviada a un vertedero por el electorado y la sociedad civil chilena.

 

La pregunta vital es ¿y después, qué viene? Mi respuesta –personal y responsable- es esta: Asamblea Constituyente… único camino

 

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