En la antigua Atenas, verdadera madre de la democracia, los cargos eran sorteados, es decir, aplicaban la modalidad de la tómbola. Los filósofos Sócrates y Platón despreciaban la democracia, pues podrían llegar a los más altos cargos los cultivadores de aceitunas y habas o gente que se dedicaba al comercio, es decir, personajes incultos que se ubicaban en el bajo vientre de la sociedad. Con mucha razón, Nietzsche consideraba el racionalismo de Sócrates como la base de la subversión de los valores. No en vano, “la razón es la loca de la casa”, como la llama José Ortega y Gasset.
La democracia griega ateniense era muy limitada, pues apenas votaban 25.000 ciudadanos, pues estaban excluidos de ese derecho los esclavos, mujeres y metecos, entre otros. El desprecio socrático-platónico por la democracia y el sufragio ha tenido muchos seguidores a través de la historia universal: Benjamín Disraeli, Friedrich Nietzsche, Gustav Flaubert, José Ortega y Gasset y, en el caso chileno, la derecha, desde tiempos inmemoriales.
Si analizamos ese estado de cosas, los atenienses tenían, en parte, razón, pues aún en la actualidad que el sufragio es universal en casi todos los países del mundo occidental, no son los ciudadanos en general quienes deciden el destino de una nación, menos los cargos a ocupar, sino los poderes fácticos representados por los bancos, las transnacionales, las fuerzas armadas, las iglesias y las castas oligárquicas – a lo mejor, la tómbola podría ser más justa que el sufragio y, en una de estas, un “proleta” llegaría al Congreso; tampoco era mala la idea romana de entregar todo el poder a una sola persona por un mandato de sólo un año, sin reelección, y que se si fallaba, era condenado a muerte; ¡cómo trabajarían de bien nuestros gobernantes! -.
El diario Las Últimas Noticias ha estado en la vanguardia en la lucha del “plan Edwards” para frenar las reformas – en la rebelión de los “pingüinos, por ejemplo, fueron famosas las portadas desprestigiando al llamado “capitán Conejo” y otros líderes de ese movimiento, y hoy se ríen de la “tómbola” para desvirtuar la ley de reforma educacional, que elimina el copago, el lucro y la selección -.
Este dispositivo de sorteo se emplea en casi todos los países del mundo y, a mi modo de ver, es una forma correcta de ocupar las plazas cuando hay menos cupos que postulantes – en este caso de estudiantes -, mucho peor sería seleccionar a los candidatos sobre la base del dinero de sus padres, de la cuna, de sus creencias y de la situación familiar, como ocurre en los colegios particulares pagados, en algunos casos, regentados por los “pedófilos de Cristo”.
En el caso de los liceos emblemáticos que preseleccionan sobre la base de test de conocimiento y pruebas estandarizadas, con el fin de reproducir una aristocracia laica tan explotadora como la de los “pechoños” – solamente véase la biografía de algunos hoy profesionales, egresados de liceos emblemáticos, que comienzan como “socios listos y mediócratas”, y terminan como empresarios o san Expedito patrono de ellos, como el “pavo real” del ex Presidente Ricardo Lagos.
Esta tendencia arribista, propia de la llamada clase media, no es nueva en nuestra historia: baste remontarnos a la historia, por ejemplo, del Partido Radical, y si queremos ir más al pasado, a la de “ateos irredentos”, como el historiador Diego Barros Arana, cuya obra es una verdadera apología del tirano Diego Portales, y de su sobrino, Luis Barros Borgoño, un verdadero pavo real, que a pesar de ser ateo. Invocaba a Dios para lograr el apoyo de los conservadores en sus aspiraciones al poder. Nada más desagradable que aquellos izquierdistas que, de la noche a la mañana, terminan siendo ultraderechistas.
Los cargos políticos, por lo demás, hoy son nominados por las grandes empresas – el caso Penta-UDI es un ejemplo de este aserto -. A veces pienso que mejor sería mejor que fueran sorteados, a lo mejor, la suerte de ser favorecidos el azar les permita trabajar con más eficiencia, – o como ocurría en la antigua Atenas, ser designado por los dioses todopoderosos.
Rafael Luis Gumucio Rivas
29/01/2015