No conozco personalmente al compatriota Lawrence Maxwell, pero por algunos testimonios de amigos y, además por su currículo académico, se ve, a todas luces, que es una persona sensible y “militante de la literatura” – según su padre – y, como toda persona comprometida con los derechos humanos, no puede sino rechazar los crímenes de Estado efectuados por el ejército y la policía federal en Iguala y Ayotzinapa, en el Estado de Guerrero de México. Maxwell fue detenido en la manifestación del 20 de noviembre, exigiendo la renuncia del Presidente Enrique Peña Nieto y, sobre todo, la petición de que devuelvan vivos a los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa.
En el caso del estudiante chileno, candidato a doctor, está sufriendo las mismas condiciones injustas y de falta de respeto al debido proceso que los demás estudiantes detenidos: en un comienzo se le impuso un abogado de oficio que, en vez de defenderlo complicaba su causa y, por la presión de la Cancillería chilena, ha podido contar con un abogado de derechos humanos que, al menos, puede velar por su integridad física en la prisión de alta seguridad en Veracruz.
Al espectáculo al cual asistimos en México es el de “la dictadura perfecta”, en esta nueva etapa del gobierno del PRI, (Partido Revolucionario Institucional), con la diferencia de que Enrique Peña Nieto es mucho más bruto y criminal que Gustavo Díaz Ordaz, el principal responsable de la matanza de 1968, cuando cayeron acribillados muchos estudiantes, en la Plaza de las Tres Culturas – al menos, el gobierno trató de justificar este brutal crimen de Estado con el “San Benito” de que ponía en peligro al gobierno (¿democrático?) -. En el caso actual, con la desaparición de los 43 normalistas, personas muy pobres que se formaban para profesores primarios, no hay ninguna justificación posible para un crimen tan brutal, cuyo responsable principal es el Presidente Peña Nieto quien, como respuesta, decide viajar a China en esos mismos días para asegurar un contrato millonario con una empresa de ese país que favorece al corrupto Presidente y, más tarde, reprime violentamente una manifestación pacífica que exige la devolución de los 43 estudiantes desaparecidos hasta hoy.
Así como existe una iglesia de “Mamón”, de curas pedófilos, de pastores de vacas gordas y amantes del lujo y rameras del poder, hay otra que sigue y practica fielmente las enseñanzas de Jesucristo. En Guerrero, el padre Alejandro Solalinde ha tenido el valor de denunciar la responsabilidad del gobierno del PRI en la desaparición de los 43 estudiantes que, según este sacerdote, fueron quemados vivos una vez raptados por el aparato policial, seguramente por órdenes superiores – alcalde, gobernador o ambos, incluso el Presidente Peña Nieto -. Este hombre de Dios no tiene pelos en la lengua y pone en evidencia el odio los neoliberales, que se han apropiado del poder, hacia los estudiantes pobres de la Escuela Normal, a quienes asesinaron por ser jóvenes, por querer estudiar y servir a su comunidad y, sobre todo por demandar más justicia social para su pueblo.
Peña y Nieto tiene tantas “piñericosas” como el ex Presidente de Chile, Sebastián Piñera, y es tan ignorante en cultura general como nuestro ex mandatario; cuando le preguntaron sobre los libros que había leído, sólo pudo mencionar la Biblia, y que la había ojeado sólo en parte; posteriormente, citó un libro más donde confundió el autor.
El nuevo PRI es tan corrupto como el antiguo, con la diferencia de que ahora es menos hábil que el antecesor. Los periodistas – los pocos que no están vendidos al gobierno de turno – indagaron sobre la adquisición la adquisición de “La Casa Blanca”, de Angélica Ribera, cónyuge del Presidente Peña y Nieto, y actriz de teleteatro, ubicada en el barrio más elegante de México, Chapultepec, avaluada en USD siete millones – más costosa que las casas de los actores y actrices más connotados de Hollywood -; el vocero de gobierno justificó la posesión de esta propiedad sosteniendo que la aludida señora estaba separada de bienes del Presidente y que había adquirido antes de que Peña Nieto asumiera el mando, omitiendo el detalle de que antes había sido gobernador del Estado de México; el caso se complicó al descubrirse que la casa estaba a nombre de una empresa que había sido favorecida por el entonces gobernador y actual Presidente, Peña Nieto.
El Presidente de Uruguay, José Mujica, calificó a México como un “Estado fallido”, y que, posteriormente se vio obligado a retractarse, sin embargo la idea se instaló en la conciencia de la gente de bien, no sólo de ese país, sino de muchos otros.
El 20 de noviembre fue el aniversario del comienzo de la Revolución Mexicana, que todos sabemos, el móvil fue político, más que económico y social: el tema de la no reelección, agitado por Francisco Madero. La Dictadura de los Científicos – seguidores de Auguste Compte – en la larga tiranía de Porfirio Díaz, es similar a la dictadura perfecta del PRI, surgido precisamente de la Revolución Mexicana. Creo que ha llegado la hora de la revolución no violenta que al trasto con la casta política corrupta y convoque a una Asamblea Constituyente para refundar la República – lo mínimo que se puede pedir a los chilenos, que sufrimos el peso del terrorismo de Estado por parte de la dictadura militar a partir de 1973, es mostrar solidaridad con Laurence Maxwell, preso político del gobierno represivo mexicano y, sobre todo, con el pueblo, que clama por renuncia del corrupto Presidente actual.
Rafael Luis Gumucio Rivas
26/11/2011