Diciembre 7, 2024

La ética versus la codicia

Enrique Iglesias, economista, político y escritor uruguayo de origen español, sostiene que la reforma educacional es imprescindible en América Latina para formar ciudadanos con una ética que influya en las decisiones hacia dónde ir. Una ética que suplante la codicia de un sistema financiero que ha llevado al mundo a límites de inseguridad peligrosos.

 

La lucidez de un octogenario

Las cámaras de televisión reconocen, entre 3 mil personas, el saludo de Enrique Iglesias (84) a Felipe VI y Letizia en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Real de Madrid. Son las primeras horas de una tarde calurosa.

 

El agobio no hace mella en este dirigente internacional, por 42 años, para hacer la travesía de 700 kilómetros y cruzar la puerta del auditorio de Casa Amèrica Catalunya, a la penúltima hora de la tarde, en Barcelona.

 

La lucidez y fluidez de su palabra aflora firme y entusiasta. Va derecho al grano del presente y futuro de América Latina, sin antes decir que sus habitantes viven en un mundo que pasa por un momento grave.

 

La especulación extrema la incertidumbre

La crisis del capitalismo de 2007 continúa y ha instalado en la vida política y económica una incertidumbre difícil de reducir. Sin rodeos, identifica la codicia como desencadenante de una fiebre especulativa que distorsiona el sistema financiero con productos no bancarios que ponen en riesgo la estabilidad económica mundial.

 

Toda predicción salta por los aires. La imprevisibilidad se instala y la sensación de inseguridad corroe la convivencia. Estados Unidos se repliega y las instituciones internacionales de Naciones Unidas pierden crédito.

 

Iglesias, 17 años de presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), reconoce como el Fondo Monetario Internacional retrocede, abandona los modelos como referencia para la toma de decisiones y se entrega al “tanteo”, con visibilidad cortoplacista.

 

La inseguridad aumentada por un sistema financiero ocupa el escenario mundial, dominando y conduciendo la economía, sin controles políticos, una especie de “monstruo” con vida propia.

 

 

América Latina: qué hizo y qué no hizo

América Latina sorteó la crisis del capitalismo al no caer en la tentación de participar en la especulación desatada. Los bancos prefirieron cumplir su función de “aceitar la actividad productiva”.

 

Varios de sus países lograron un crecimiento extraordinario aprovechando el “ciclo Chino”, potencia que, desde comienzo de siglo, demanda materias primas, alimentos, minerales, energía y a la atención meticulosa de las élites dirigentes sobre la gestión de la macroeconomía.

 

Sin embargo Iglesias advierte que en esta bonanza algo se hizo y algo no se hizo. Entre lo primero destaca: bajar la deuda externa, acumular reservas internacionales y disminuir la pobreza del 44% al 27%, aumentando el contingente de clase media.

 

Entre lo que no se hizo: invertir más en educación y tecnología e infraestructuras, desarrollar reformas estructurales y vigorizar en serio la integración, lo que aún hace a la región como la más desigual del mundo.

 

Educación, ética y gobierno de la economía

Con todo, América Latina tiene un futuro muy incierto. El gravitante “ciclo Chino”, sobre el cual no tiene ningún control, mengua y, por lo tanto, recomienda flexibilidad, cuidado en el manejo de las variables de corto plazo, como la inflación.

 

También, plantea que no hay que demorar reformas estructurales, como la educación, pues la economía ahora se basa en el conocimiento y la innovación para elevar la productividad y con ello la competitividad, por lo tanto es necesario atender la inversión en tecnología e infraestructuras.

 

Iglesias propone la creación de un nuevo pacto social entre Estado-mercado-sociedad, sin excesos ideológicos ni libremercadismo; sacudirse de los bolsones de pobreza que aumentan la desigualdad y acometer una integración regional seria, basada en redes o cadenas de valor evitando los peligros que entrañan la actual fragmentación en los mercados mundiales.

 

En suma construir una economía -y subraya Iglesias- que no es sólo ciencia, sino también ética. Es decir, ciudadanos formados que deliberan y deciden hacia dónde ir, a diferencia de la economía financiera que, descontrolada, establece la corrupción como uno de los motores de crecimiento en el mundo.

 

 

IGLESIAS EN CHILE

Enrique Iglesias no es un extraño en Chile. Entre 1972 y 1985 fue Secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en Santiago. Un hecho que estuvo presente ante un público de multicolor latinoamericano.

 

El ex Presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, que hacía una “escala técnica” en Barcelona, sorprendió a todos. En un momento se levantó para recordar que Iglesias afrontó con valor el golpe y la dictadura de Pinochet, salvando muchas vidas.

 

Iglesias, junto a Belela Herrera (ACNUR), Roberto Kozak (CIME) y un puñado de embajadores europeos y latinoamericanos, coordinados con el Comité por la Paz y la Vicaría de la Solidaridad, lograron que muchos chilenos y de otras nacionalidades, perseguidos y detenidos por militares y agentes de la Dina, salieran del país.

 

La actitud destacada por el ex Presidente dominicano se refuerza con la entereza que tuvo Iglesias de resistir las presiones externas para cerrar y trasladar la CEPAL fuera de Chile.

 

Su no fue categórico, porque estimó que era un único espacio de libertad, necesario para la defensa de los derechos humanos de las personas. Sólo lo haría si la dictadura impusiera su cierre.

 

 

 

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