Diciembre 5, 2024

La Presidenta digita a 23 Michelinas y Michelinos

En mi opinión, la Presidente electa es más poderosa que Victoria – la reina virgen – y que Catalina de Rusia – la golosa – que, como sabemos, tiene un carácter fuerte, en medio de su dulzura y cercanía: siempre se las arregla para terminar dominando a los jefes de partidos a quienes, desde el fondo de su alma, los quiere, pero de lejos (Véase en Secretos de la Concertación…, de Carlos Ominami, la forma en que trataba a los barones socialistas en la primera candidatura presidencial).

 

La Presidenta es inteligente, cauta y cultora del secretismo y, además, aprendió mucho de los errores del pasado, tanto de su gobierno, como el de los demás Presidentes. Esta vez se abstuvo de nombrar un veterano DC – al estilo Andrés Zaldívar – en el ministerio del Interior, por el contrario, eligió como jefe de gabinete a su alter-ego y fiel a toda prueba, Rodrigo Peñailillo; tampoco imitó a Sebastián Piñera, quien se rodeó de puros tecnócratas de la Universidad Católica, y se decidió por diez profesionales de la Universidad de Chile y, sólo cinco, de la Católica, en congruencia con la casta política laica, egresada del Instituto Nacional, el Liceo Javiera Carrera y de la U. de Chile. Este gabinete pertenece a la nueva generación de líderes políticos – considérese que Peñailillo no alcanza a los 50 años de edad – desplazando a los maquineros políticos de siempre, especialmente a Camilo Escalona.

 

La “reina virgen se dio el lujo de nombrar a todos sus amigos en los puestos principales del gabinete ministerial: Peñailillo, en el Interior; Arenas, en Hacienda; Elizalde, Vocero y Blanco, en Trabajo. Por otra parte, la cuota de Partidos de la ex Concertación mantuvo el equilibrio – seis PPD, cinco DC, cinco PS, dos radicales – además los nuevos, que “tocaron teta”, una ministra PC, en el SERNAM, un MAS y un IC.

 

El cargo más importante, sin duda, es el de Nicolás Eyzaguirre, como ministro de Educación, Cartera que dominará los próximos cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet – aún está por verse cuán de las dos almas de Eyzaguirre dominará, si el hijo de Delfina Guzmán o el latero economista neoliberal – el artista del franco hablar o el tecnócrata “cabeza de huevo” -. Que Eyzaguirre agrade al presidente de la Asociación de Bancos ya es un mal síntoma.

 

En la Cancillería dejaron a varios con los crespos hechos: Luis Maira, Juan Gabriel Valdés, Juan Somavía, entre otros candidatos, y al final resultó favorecido el PPD Heraldo Muñoz, un experimentado diplomático. Aunque nuestra política exterior sea un desastre, este cargo luce muy bien a quien lo ostenta y, además, tiene el poder de repartir embajadas bien remuneradas, sin considerar que, en algunas de ellas, hay muy poco qué hacer, y los representantes más acuciosos de ese ministerio se asemejan a los venecianos en el sentido de que se dedican solamente a los negocios; hasta ahora, los únicos personeros importantes en una embajada son los agregados comercial y militar.

 

El Partido democratacristiano, en plena decadencia, se hizo de varios cargos: la senadora Ximena Rincón, en la Secretaría General de la Presidencia; Jorge Burgos, en Defensa; Alberto Undurraga, en Obras Públicas. Que un senador en ejercicio pueda ejercer el cargo de ministro está convirtiéndose en una costumbre, y que el jefe de Partido nombre al reemplazante es, a todas luces, una corrupción del sistema del sistema de partidos Políticos, razón por la cual los ciudadanos los rechazan.

 

El radical Juan Antonio Gómez se ganó el premio al “frescolín”: se ha presentado a cuanta primaria hay, con ideas muy progresistas, pero sin ningún éxito; cedió la senaturía en Antofagasta a Alejandro Guillier y, ahora, cuando quedaban pocos cargos a repartir, logró el ministerio de Justicia – mejor hubiera sido que este cargo lo ocupara Kramer, que tan bien lo imita -.

 

Michelle Bachelet tiene todo el poder político – Ejecutivo, Parlamento y un Gabinete ministerial de “Michelinas y Michelines” – para implementar su programa de gobierno, en consecuencia, no tiene ninguna excusa para no cumplirlo a cabalidad.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

25/01/2014

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *