Diciembre 11, 2024

Consorcio multinacional explotará el megacampo petrolero de Brasil: sindicatos acusan a Rousseff de traidora

La mayor reserva petrolera de Brasil, el campo Libra, será explotado por un consorcio integrado por Petrobras, Shell, Total y las chinas CNPC y CNOOC, anunció la estatal Agencia Nacional de Petróleo.

 

El consorcio fue el único que se presentó en la licitación del gigantesco campo de mil 500 kilómetros cuadrados con reservas probadas de entre 8 mil y 12 mil millones de barriles de crudo, que casi duplica las reservas probadas actuales de crudo y gas de Brasil.

 

Se trata de la mayor subasta petrolera en la historia de Brasil y la primera que realiza bajo un nuevo marco normativo denominado modelo de repartición, que define que la estatal Petrobras tenga una participación mínima de 30 por ciento en todos los consorcios. Bajo esa norma, Petrobras tendrá una participación de 40 por ciento del yacimiento, 10 por ciento más de lo exigido por la ley y será el operador. En tanto, Shell y Total participarán con 20 por ciento cada una, mientras las dos firmas chinas con 10 por ciento cada una.

 

Las compañías entregarán al gobierno brasileño 41.65 por ciento de su petróleo de ganancia, o petróleo producido después del pago de los costos de la inversión inicial, según el nuevo acuerdo de producción compartida.

 

Licitación en clima de guerra

 

La presidenta Rousseff destacó el éxito de la licitación petrolera que adjudicó a un consorcio la explotación de la mayor reserva de crudo del país y afirmó que provocará una pequeña revolución en el país. Para que tengan una idea de lo que esto significa, basta recordar que la producción total de Brasil en 2013 debe ser de 2.1 millones de barriles diarios, mientras Libra alcanzará en su pico de producción 1.4 millones de barriles por día, planteó. De aquí a una década Libra puede representar, sola, 67 por ciento de toda la producción actual de petróleo de Brasil, subrayó.

 

Al concretarse la primera ronda de licitación el gobierno obtendrá una ganancia inmediata de 7 mil millones de dólares, que pagará el consorcio para comenzar a trabajar. Según analistas, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff necesita ese dinero para terminar el año con un superávit primario favorable.

 

Sin embargo, los sindicalistas y otros movimientos contrarios a la licitación afirman que la normativa adoptada constituye una entrega de una de las mayores riquezas del país a empresas extranjeras y sostienen que se trata de una forma de privatización. Los partidos de izquierda acusaron de traición a la presidenta Rousseff y las fuerzas nacionalistas que apoyaron su campaña a la presidencia en 2010 amenazan con retirarle su apoyo para la relección de octubre de 2014.

 

En su campaña presidencial Dilma dijo que sería un crimen entregar las reservas del pre-sal a transnacionales, y hoy está traicionando su promesa de campaña, dijo Aparecido Morais, de la Central General de los Trabajadores de Brasil.

 

Para Hugo Fagundes, del sindicato de petroleros de Río de Janeiro, conceder a empresas extranjeras el derecho a explotar el campo de Libra significa entregar a transnacionales un patrimonio que debería ser exclusivo de los brasileños.

 

Creemos que al ser una reserva estratégica no debe ser licitada. Petrobras tiene capacidad y está capacitada para explotar Libra, indicó Ronaldo Leite, presidente del núcleo de Río de Janeiro de la central sindical CTB.

 

La licitación fue realizada en medio de un clima de guerra en las afueras del hotel Windsor, en el barrio Barra da Tijuca, cercado por unos mil 100 efectivos del Ejército, apoyados por agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad y de las policías Federal, Civil y Militarizada, para evitar que se acercaran centenas de personas que se concentraron en el lugar para protestar contra la subasta.

 

Los conflictos comenzaron cuando los activistas, entre los que se encontraban sindicalistas, estudiantes y representantes de partidos de izquierda, intentaron invadir la zona de exclusión levantada alrededor del hotel Windsor, en la zona Barra de Tijuca, donde se hizo la subasta.

 

A lo largo del día, manifestantes enmascarados protagonizaron violentos enfrentamientos con los efectivos, que reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma. Al menos seis personas resultaron heridas, un automóvil de la prensa fue incendiado y se encendieron diversas fogatas hechas con basura y otros elementos, a modo de barricada, en varias partes del barrio, que llegaron incluso hasta la playa.

 

Por la noche, un grupo de manifestantes continuó protestando en el centro de Río, mientras en Sao Paulo una protesta terminó con al menos tres detenidos y dos periodistas agregidos.

 

Paralelamente, decenas de acciones judiciales fueron interpuestas por diversos organismos para pedir la anulación de la subasta del gigantesco yacimiento, localizado en la cuenca de Santos, a 183 kilómetros de la costa de Río de Janeiro y a unos 7 mil metros de profundidad.

 

La licitación de Libra es estratégica para el gobierno de Rousseff, quien aseguró que usará el dinero para mejorar la calidad de servicios públicos como educación y salud, además de insertar al país al mundo desarrollado.

 

La subasta fue ignorada por la mayor parte de las grandes petroleras, entre ellas las estadunidenses Exxon Mobile y Chevron, la británica British Petroleum, así como la española Repsol, que declinaron participar por temor a que mayores interferencias del gobierno comprometan las decenas de miles de millones de dólares necesarios para explorar y desarrollar Libra.

 

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