Diciembre 9, 2024

Típico del resentimiento

Típico del viejo y oscuro resentimiento es rasgar vestiduras cuando el candidato lo único que ha hecho es decir la pura y santísima verdad, a saber, que ya basta de inmigración ilegal, a saber. Basta ya de venir a despojarnos de un futuro resplandeciente en carreras profesionales que naturalmente se corresponden con nuestro talento, si para eso uno ha invertido en créditos universitarios y se ha endeudado como es debido, es decir, hasta las orejas. ¡Uy, que angustia! Pues entonces, muy bien: hay que declararse Longuerista al ciento por ciento, es menester pasar la lengua por la fuerte cagada que Pablito se echó en las matas de la población visitada recientemente, donde él marcó territorio, ¡por aquí no pasan! ¡estos son mis dominios! Así pues, es imposible no sentirse identificado con la historia de Margot, cuya vida ha estado sometida a infinitos tormentos por culpa de la inmigración…

 

y cuya felicidad pende de un hilo desde le llegada de la pérfida Anita, la nueva inmigrante peruana. En realidad Margot no logra saber si Anita es peruana o boliviana, o quizá ecuatoriana, ¡lo mismo da! de cualquier modo tiene pinta de india la muy zorra. Margot estaría trastornada si quisiera identificarse con gente como Anita, cuya piel oscura y desde luego horrible no tiene nada, nada, ¡nada! que ver con la piel oscura y desde luego hermosa de Margot. Margot es requerida en amores por el guapo y muy chistoso contador de la firma de auditoría donde ella ejerce el interesante oficio de secretaria. Nada más cruza la puerta el guapo y muy chistoso contador, Margot se vuelve loca: el corazón le palpita, le tiemblan los pies, la sangre se le sube a la cabeza. El guapo y muy chistoso contador también es extranjero, sí, pero buen extranjero, lo que significa pelo rubio y excelente musculatura porque al chavalote le agrada nadar, trotar y encima practica buceo. Todo en el polideportivo o bien en el litoral, porque él tiene automóvil propio. Alisdair (así se llama el guapo y muy chistoso contador) intercambia sonrisitas con Margot y piensa que ella está muy bien, sí, un poco gordinflona, sí, pero quizá un día de estos se la lleve al loft y se la plante, después de todo él viene de un país de apertura mental y desarrollo humano altísimo, en su país follar es follar y fin de la discusión. Esto le sirve a la tonta de Margot para creer que es requerida en amores por Alisdair. Una lástima. A Alisdair en realidad le interesa Anita…

 

porque ella, no obstante su piel oscura, fue a la Universidad en Inglaterra y está en Chile haciendo una pasantía con la cual nutrirá el Curriculum Vitae. Estudió nada menos que Literatura y Filología Clásica, lo que le permite mezclar tópicos del trabajo con ideas difíciles de entender para alguien como Margot que solo habla de la tele y de los videos de la tele que alguien reproduce en la tele. Pero entre Margot y Anita existe una barrera de hormigón celular armado y que ninguna licenciatura puede romper: la legalidad. Sí, Margot es la legal mientras que Anita es la ilegal, en realidad legal, bastante legal, pero no es chilena, de modo que ¡ilegal! Así, cada vez que Alisdair habla sobre el Dasein o sobre la espuma de las olas al tiempo que le da sorbitos a su Starbucks y Anita escucha, niega con la cabeza y responde en inglés, Margot se retuerce de envidia. Quisiera coger un fierro y romperle el cráneo a la peruana fea esa, cuya sabiduría nada vale a la hora de decir quién es: una sucia peruana. Y desde luego, con toda esa envidia acumulada, es de esperar que el trabajo quede mal hecho, que la planilla de Excel no se rellene con los datos adecuados y todo resulte en una deslucida performance laboral. Margot recibe la ira del doñito mandamás enfrente de Anita. Esta última debe escuchar que Margot es una imbécil, una descerebrada, que ya es la tercera equivocación del día, que un error más y se puede ir a su mierdosa comuna de San Miguel o de San Bernardo. Por lo mismo no debería sorprendernos el que Margot haya registrado su nombre en el comando del candidato que prometió acabar con la puerta giratoria de la asquerosa inmigración, si es que ya es el colmo de los colmos que haya tanto ilegal robando el trabajo perteneciente a gente de raza pura y corazón noble. Margot no piensa ni por un instante que su cursillo de inglés (¡Código Sence!) no alcanza para hacer el difícil trabajo de Anita, que consiste en establecer mejores relaciones internacionales porque ella habla varios idiomas y ha vivido en Nueva York, Londres, París, etcétera. Miren si la cuca de Anita es hija de gerentes mundiales, padre viviendo en Israel y madre ecuatoriana, desde luego que ella es bronceada, única e irremplazable. Pero ¡un momento! Anita es ilegal. Esto sirve de consuelo a Margot.

 

Sin embargo algo feo y oscuro se revuelve en el cerebro de Margot. Es decir, no es suficiente el que Anita sea ilegal, de otro modo, al llegar a casa, no le daría tantas patadas a la cerquita blanca que separa su hogar con jardín de la vía pública, ni se pondría a aullar en medio de la cena preparada por mamuchi, que hoy recibió la pensión y se atrevió con el postre, ¡sémola con leche! Hija mía, ¿qué es lo que tienes? Nada madre, es decir, hay una sucia peruana que me tiene envidia. ¿Por qué, hija mía? Porque el gringo anda detrás de mí y ella se entromete porque se quiere acostar con el gringo, es una puta. No hables así hija mía, no digas esas palabras que Jehová se ofende y te castigará, pero dime hija mía, ¿dijiste peruana? porque si es así, razón has de tener, son todas unas bichas, vienen a robarnos el pan y el trabajo y a vivir a costa de nuestros impuestos, no te preocupes que Chile es el país más precioso del mundo, con la bandera más preciosa del mundo, lo vi en un reportaje que pasaron en la tele, así que hija mía ¿de qué te preocupas? come hasta ponerte mala, ¿sabías que me ofrecieron vender productos de Oriflame? Eso embellece, quizá deberías pintarte la cara un poco más, eso embellece, ¿te traigo el catálogo? Mientras te zampas la sémola y te embruteces que da gusto, repasa el catálogo, si yo digo que mañana Chile tendrá que llamarse Perú…

 

Margot sale al jardín y se lanza sobre los arbustos porque éstos son de su propiedad. Por aquí no vendrá ninguna peruana a robar un cardenal o a arrancar las hortensias, todo eso le pertenece a Margot y si es inteligente algún día Alisdair le propondrá matrimonio y tendrá acceso a un jardín adicional, más perfumado y amplio. Eso le ocurrió a Estefanía, que se casó con uno de gerencia y ahora vive en una mansión tipo mediterránea que ella decoró tal y como aparece en las revistas. Y el marido de gerencia prácticamente ni la golpea. Estefanía es rubia, claro está, Margot es morena, claro está. Pero el que quiere puede, así que Margot debe luchar por sus sueños…

 

que se ven interrumpidos por culpa de la estúpida inmigración. Gracias a la Señora Inmigración Margot no tiene puesto de mediadora en relaciones internacionales: eso se lo robó Anita, la pérfida Anita. Margot posee un talento natural para las relaciones internacionales, un talento natural que se pierde en su sucucho sin ventanas. Cuando hubiera querido Margot podría solazarse con un puesto en el insondable mundo de la secretaría gerencial o incluso presidencial, pero no, allí está, anclada a su silla de secretaria o algo parecido, porque el puesto también incluye bajar once pisos y comprar el café. ¿Y dónde está el junior? Otro peruano, o boliviano o ecuatoriano, si es que no queda más remedio que echarlos a todos, de otro modo no se puede ser pleno y la plenitud de gente como Margot es la que mueve al candidato y le impele a representarla con sus nobles, fáciles, inocentes y bellas palabras.

 

anibal.venegas@gmail.com

 

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