En lo positivo, el gobierno de Piñera ha logrado mantener operando el país. Ello no era sencillo tomando en cuenta el terremoto del 27 F del 2010. En la economía, el 5,8% de crecimiento del PIB ha sido importante, no obstante es importante tener en cuenta que ello representa en parte un efecto de la caída que experimentó la economía en el 2009 como producto de la grave crisis financiera internacional y una expresión del esfuerzo necesario para reconstruir las zonas afectadas por el terremoto.
Fue positivo también las reformas introducidas en lo relativo a la eliminación parcial del 7% de cotización de salud de los jubilados, la expansión del posnatal, la ampliación de las becas para la educación superior y la reducción de la tasa de interés cobrados por el CAE. Ha sido positiva la expansión de las enfermedades incluidas en el AUGE y los anuncios del presente discurso en relación con la atención dental para jóvenes.
El discurso deja en evidencia una característica de este gobierno: ofrecer mucho más de lo que hace: mientras los principales proyectos de la administración siguen sin lograr avanzar (reforma de Isapres, reforma integral del sistema educativo, la reforma del sistema previsional entre otros) anuncia una serie de proyectos para los cuales es claro que no hay espacio político en los meses que quedan de su administración: nuevos ministerios, nuevas subsecretarías entre otros.
Se observa además un retroceso en las declaraciones del presidente que sigue viendo la educación como bien de consumo, la salud como negocio y el sistema previsional como fuente de dinero barato para las grandes empresas más que una fuente de seguridad para la vejez. Su defensa del modelo lo separa de la mayoría ciudadana.
Lo más problemático es que no se han abordado los tema de fondo: los problemas energéticos siguen todos pendientes; los déficits de problema ambiental siguen sin ser resueltos, los pueblos originarios siguen esperando. En el campo económico no se han tomado las medidas para enfrentar el alto déficit en cuenta corriente que llega a un 4% del PIB en circunstancias que el precio promedio del cobre está entre los más altos de la historia. No se ha avanzado para crear una base económica que pueda sustituir la inevitable reducción de la contribución del cobre a nuestra economía nacional. Han habido muchas propuestas pero la investigación científica y tecnológica sigue siendo el pariente pobre de la política pública.
Lo que si queda claro es que el discurso tiene lugar en otro contexto. Es claro que los estudiantes y otros movimientos sociales corrieron el cerco: hoy el discurso presidencial y el debate público está marcado por la demanda ciudadana en favor del fin de lucro en la educación, y la gratuidad, contra el abuso instalado en nuestra propia legislación comercial, en la debilidad de la normativa regulatoria y en la frecuente falta de celo de los reguladores. Es claro que las Isapres, las AFP y los bancos no pueden hacer pasar con facilidad las leyes que les favorecen. Este nuevo ambiente, determinará no sólo la próxima elección presidencial, sino que además la orientación del gobierno.
Eugenio Rivera / 21 de Mayo