México DF.- En entrevista con Clarín.cl Françoise Perus, crítica literaria y catedrática francesa, habla de la antología Juan Rulfo, el arte de narrar: “Los textos de mi libro están rehechos, los reescribí después de ir releyendo y reflexionando sobre el núcleo vivo de la obra de Rulfo, siempre tiene facetas nuevas conforme vas dialogando con los textos, colocándolos unos al lado de otros, o cara a cara entre sí, siempre descubres cosas nuevas que enriquecen el diálogo, ningún libro significa por sí solo, sino que adquiere sus significados en el diálogo con los demás, sean próximos o lejanos. No pretendo que mi libro sea la lectura canónica de Rulfo, sino una propuesta de lectura que tiene la virtud de contar con una atención ceñida al texto, a las propias pautas que proporciona el texto, para leer las perspectivas a las que nos invitan los narradores de Rulfo”. En el 27 aniversario luctuoso del gran escritor mexicano, presentamos una relectura sobre Pedro Páramo y El llano en llamas.
MC.- Algunos capítulos fueron publicados originalmente en revistas académicas, los reelaboró de acuerdo a las nuevas lecturas que hizo de Rulfo, ¿cuándo inició sus estudios sobre el arte de narrar de Rulfo?
FP.- Hay varias lecturas sucesivas, pero en épocas distintas de mi propia formación y evolución como estudiosa de la literatura latinoamericana, preocupada por cuestiones de teoría e historiografía. Mi relación con Rulfo inició hace 15 años, con idas y vueltas, mi primer trabajo sobre Rulfo lo publiqué en la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, en el contexto de un coloquio de la Universidad de Toronto sobre la obra de Rulfo, ahí comencé a trabajar sistemáticamente junto con otros estudios relativos a escritores latinoamericanos, mis preocupaciones centrales parten de un proyecto de historiografía de la literatura latinoamericana.
MC.- ¿Con cada relectura va descubriendo nuevas interpretaciones en la narrativa de Rulfo?
FP.- En tres análisis de los cuentos de El llano en llamas hay una primera versión que publiqué en las memorias de algún congreso, o en revistas universitarias. Los textos de mi libro están rehechos, los reescribí después de ir releyendo y reflexionando sobre el núcleo vivo de la obra de Rulfo, siempre tiene facetas nuevas conforme vas dialogando con los textos, colocándolos unos al lado de otros, o cara a cara entre sí, siempre descubres cosas nuevas que enriquecen el diálogo, ningún libro significa por sí solo, sino que adquiere sus significados en el diálogo con los demás, sean próximos o lejanos. No pretendo que mi libro sea la lectura canónica de Rulfo, sino una propuesta de lectura que tiene la virtud de contar con una atención ceñida al texto, a las propias pautas que proporciona el texto, para leer las perspectivas a las que nos invitan los narradores de Rulfo, sean en tercera persona o en primera persona, los narradores son los que guían nuestra atención, nuestra imaginación, nuestros recuerdos con los de ellos, con la imaginación de ellos, nos involucran ellos, como en cualquier diálogo tienes que poner atención a lo que el otro dice; en el caso de Pedro Páramo y El llano en llamas son textos vivos, tienen facetas múltiples y movedizas, los equilibrios no pueden ser violentados, tampoco te pueden inmovilizar, cada vez que te acercas a Rulfo aparece algo que no habías reparado o que no le habías dado la suficiente atención, ponderándolo de otra forma renueva la perspectiva sobre una obra que no está semánticamente acabada ni cerrada, es importante rescatar la condición movediza del texto y ver la imaginación creativa de Rulfo.
MC.- No encontré tecnicismos semánticos, ni lenguajes académicos que a veces vuelven aburridos los textos de crítica literaria; ¿a quién está dirigido su libro?
FP.- Me gustó tu pregunta. Soy profesora de la UNAM desde hace 39 años; la relación con los estudiantes es de gran importancia –a pesar de que mi nombramiento es de investigadora-, la enseñanza y el diálogo con los estudiantes nos enriquece porque vienen de horizontes muy diversos, con lecturas, formaciones y deformaciones de todo tipo. A veces me sorprenden las preguntas que hacen, debo encontrar las posibilidades de cada respuesta y ubicar el sentido donde proviene la pregunta; considero que la enseñanza de la literatura es una educación para el diálogo, para la relación con el otro, porque el texto finalmente es un otro, un otro complejo, no es un texto mudo que se pudiera leer como si fuera latín, es un texto donde sobreviven tensiones, vivencias y conflictos, hay muchas cosas detrás de cada texto, Rulfo nos invita a su mundo y debes estar atento a la manera de cómo nos invita y a la manera de cómo nos despide. Pedro Páramo y El llano en llamas son una invitación para el diálogo respetuoso y abierto, no son solamente una educación para la literatura, son una invitación para la convivencia social, en un mundo extremadamente violento.
MC.- El mundo rural y el panorama actual…
FP.- Exacto, si queremos hablar de la actualidad de Rulfo, frente a la violencia yo diría…
MC.- “Diles que no me maten”
FP.- Diría que retomemos la educación de la sensibilidad y de la subjetividad, del respeto al otro, esas preocupaciones están en Rulfo y han sido poco vistas.
MC.- En el capítulo “Ensoñación y memoria”, usted escribió: “las relaciones que los narradores de Rulfo establecen con sus personajes son de índole artística y ética”. ¿Por qué destaca la ética en la narrativa de Rulfo?
FP.- Hay una ética en Rulfo muy importante, ningún narrador -ni el mismo Rulfo- va a juzgar jamás a ningún personaje, es el personaje que da la vuelta alrededor de su propia verdad, el descubrimiento de esa verdad por parte del personaje-narrador nace mirando a la distancia, de ninguna manera conduce a juzgar al personaje, no lo somete a un juicio en términos morales, ni siquiera ideológicos.
MC.- Además de la ética de los personajes, usted analiza la yuxtaposición del tiempo y las voces; la composición y arquitectónica de las narraciones; la oralidad que “no se reduce a una mera cuestión de estilo, ritmo o de entonación”; y las pistas falsas que deja Rulfo, “un rastreador de huellas enigmáticas”, son algunos conceptos que llamaron mi atención. ¿Cómo logró alejarse del lugar común y de la crítica fácil en torno a Rulfo?
FR.- No lo sé, tal vez tengo alguna ventaja, en el sentido ser extranjera y haber llegado a México de forma casi fortuita, conocí América Latina por primera vez en Ecuador, luego viajé a Chile durante la Unidad Popular y después del golpe de Estado acompañé a mi esposo en el exilio a México. Llegar a Latinoamérica fue encontrarme con mundos muy otros, con aspectos atractivos, pero desconcertantes y difíciles de entender; Rulfo fue paradigmático en mi acercamiento con la literatura latinoamericana, uno cree conocer México leyendo a Rulfo, yo decía: así hablarán los mexicanos, así era el mundo rural después de la revolución y una serie de estereotipos respecto a la historia y la relación de los mexicanos con la muerte, son lugares comunes muy anclados, para mí esos estereotipos son sorprendentes, mientras que para la mayoría de los mexicanos son naturales, forman parte de su cultura, pero Rulfo pudo poner distancia, no escribe simplemente un reflejo de lo conocido, sino que recrea, pone a distancia la imagen en toda su dimensión y la cohesiona como herencia cultural cuyo horizonte es sorprendente. El mundo de Rulfo me ayudó a entender cosas de México que no entendía, con la distancia que él es capaz de establecer sin juzgar –ni moral ni ideológicamente- a sus personajes, fue un gran descubrimiento; no encontré a otro escritor latinoamericano que tuviera esa capacidad de tomar distancia con su propia cultura con un ojo filoso y con la economía para condensar y desplegar al mismo tiempo su narrativa, todo esto hace de Rulfo un autor excepcional tanto para México, como para Latinoamérica y para el resto del mundo.
MC.- En su libro encontré pocas referencias de “Rulfo por Rulfo”, usted citó una carta al Centro Mexicano de Escritores y una entrevista concedida en Venezuela, ¿no era necesario recurrir a la palabra textual de Rulfo para explicar la narrativa de Rulfo?
FR.- Creo que Rulfo dio claves, en esas entrevistas y en esa manera de relacionarse –a veces- burlonamente con los “académicos” y periodistas –inventando cosas-, diciendo mentiras con verdad; parece que en las entrevistas y en la narrativa Rulfo dijera: “te estoy mintiendo lector-interlocutor, pero entiende el sentido verdadero de esa mentira, reflexiona tú”, el humor tiene diferentes matices con Rulfo y en la relación viva con su interlocutor que está plasmada en su obra, la ironía nos dice: “yo no soy dueño de la verdad, no soy Dios, no estoy juzgando a nadie”, hay que leer la manera en cómo lo dice para no reducir e inmovilizar su palabra, también para tratar de comprender las consecuencia de las risas al leer las ironías de Rulfo.
MC.- Las cartas al Centro Mexicano de Escritores y las entrevistas que concedió Rulfo son documentos públicos. ¿A usted no le interesaron las cartas escritas a doña Clara Aparicio para la historiografía del arte de narrar?
FP.- Yo me planteé un problema de estética, de forma artística, porque a través de ella un escritor nos invita a su mundo y nos devuelve al nuestro, después de haber convivido de manera asombrada y desconcertada respecto al mundo que nos narraron. Es lo que me interesaba, evidentemente a partir de la concepción de la forma artística y del trabajo como crítica literaria intuí a una persona –no la descubrí-, la intuí de la misma manera en que Rulfo intuye a sus personajes, yo llegué a intuir varias facetas de Rulfo como persona, pero no es la persona el objeto de mi reflexión. Puedes ir a la biografía y creer que con eso explicarás algo de su obra, pero no, para mí es un mundo a la vez interior y exterior al que Rulfo me acercó con su sensibilidad, al que me invitó a compartir y que yo acepté compartir siguiendo las pautas que Rulfo me daba: yo no puedo juzgar al otro.
MC.- El libro: “Juan Rulfo, el arte de narrar” es una coedición de la UNAM, la Fundación Rulfo y RM, ¿qué significado tiene para usted contar con el respaldo de la Fundación Rulfo?
FP.- Al terminar de escribir mi libro no sabía quién podía publicarlo, porque mueve muchas cosas y confronta a la crítica tradicional. Estudié el papel de la Fundación Rulfo, no conocía a nadie –a excepción de Alberto Vital que trabaja en la UNAM-, hablé a la Fundación, toqué a la puerta y les pregunté si estarían interesados en leer mi trabajo; le pedí al arquitecto Víctor Jiménez que leyera mi libro sin compromiso alguno, él conoce muy bien la obra de Rulfo, lo comentamos, el director de la Fundación Rulfo me proporcionó material y me contactó con la Editorial RM. Era un sueño: publicar mi libro en la editorial donde publican a Rulfo y donde promueven trabajos serios sobre Rulfo, no podía aspirar a más.
MC.- Finalmente, “Juan Rulfo, el arte de narrar” llegará a la Universidad Nacional de Colombia, ¿piensa llevar su libro a Ecuador y Chile, o postular para que lo publiquen en Casa de las Américas?
FP.- En Casa de las Américas concursé dos veces y gané dos veces, en la segunda ocasión me pidieron por favor que no enviara un tercer libro para darle oportunidad a otros académicos (risas); para postular al Premio Casa de las Américas debe ser un trabajo inédito, esa opción quedó descartada. Regalé ejemplares a profesores de universidades en Francia y Perú que me pidieron el libro, también se lo envié por correo al profesor chileno Jaime Concha, personalmente he conservado el contacto con la Universidad de Chile y con la Universidad de Concepción. Este semestre haremos una presentación en la Feria del Libro de la UNAM y otra en la Universidad Nacional de Colombia, el resto de difusión lo haré con mis colegas y alumnos de diferentes generaciones de la UNAM.