En la religión católica las Vírgenes bajo distintos nombres que se han aparecido a los pobres mortales son bastante comunicativas: la de Fátima no escatimó mensajes crípticos a la humanidad.
La de Guadalupe, la de Lourdes, la de Chiquinquirá e, incluso, la de Villa Alemana, aburridas en el cielo, se han dedicado a hablar, hasta por los codos en la tierra, y, en casi todos los mensajes a los elegidos se menciona la extinción de los “pérfidos países comunistas”, como también la advertencia a los buenos cristianos que no se alíen con tan monstruosa secta atea.
Al parecer, algunos católicos de misa diaria, dirigentes del partido Demócratacristiano, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la Virgen, están dispuestos a admitir a los comunistas con la condición de asegurar su voto para la candidatura de Michelle Bachelet a la presidencia de la república. Como tienen hambre de seguir succionando la teta del Estado, se mezclan con Dios y con el diablo, y al presentarse como buenos católicos, saben bien que la confesión y absolución hace que se extingan todos los pecados.
La Virgen silente, Michelle Bachelet, sabe muy bien que mientras menos hable, más engañará a los cándidos con la promesa de una tierra de donde emanará leche y miel y, con una sola palabra, se borrará la desigualdad y la injusticia, se terminará con la pobreza y los neoliberales de Expansiva – seguidores del ex ministro Andrés Velasco – se encargarán de cobrar impuestos a los ricos.
El silencio de la Virgen Michelle no puede ser más útil a los beatos nazarenos que, hasta ahora, sólo se han dedicado a pelear como perros y gatos por un queso que de seguro se comerán de ser elegida Presidenta Michelle . Imaginémonos que los ingenuos, locos por los escapularios virginales, se dieran cuenta de que entre los nazarenos y voceros, que ya se sienten seguros en el gobierno, se encuentran personajes tan impopulares como Guido Girardi, Camilo Escalona, y otros, considerados reyes de las malas prácticas políticas.
Por otra parte, derechistas de tomo y lomo, como Edmundo Pérez Yoma, admirado por Augusto Pinochet – alias Daniel López – último jefe de gabinete del gobierno de la ex Presidenta, estará a la cabeza en la conducción del palio que llevará nuestra virgen, en la procesión en el mes de marzo.
Es difícil entender cómo convivirán Andrés Velasco, el incontinente verbal, ex vocero Francisco Vidal y el ahora muy revolucionario José Antonio Gómez, el eje democratacristiano-socialista y la alianza PPD-PC-PR, aun cuando no es difícil olvidar todas las convicciones, programas y proyectos-país con tal de llegar al poder.
La ex Presidenta, junto con ser carismática, es bastante hábil para manejarse respecto a la casta política. Ya dio pruebas en su anterior candidatura al leer la cartilla a los barones socialistas, como lo relata Carlos Ominami en su libro Secretos de la Concertación, al referirse a una escena en casa de Jaime Gazmuri, donde les dijo, con toda claridad, que “no representaban a nadie y que no entendían para nada el Chile de 2005”.
Pienso que Bachelet repetirá la misma escena, ahora con mejores argumentos, pues la Concertación, durante estos últimos años, ha sacado magros resultados en todas las encuestas de opinión, y sólo eligió alcaldes y concejales gracias a la pésima gestión del gobierno de Sebastián Piñera y de los cinco millones de personas que no votaron en las municipales para afirmar su malestar y desprecio a las “cutufas” políticas. Osvaldo Andrade, presidente del Partido Socialista, fue elegido diputado apenas con el 7% de la votación potencial del Distrito de Puente Alto.
Los más pateros, como es el caso de Ernesto Ottone, en el fondo de su corazón preferirían que no hubiera primarias, que la Presidenta no tuviera jamás que hablar y, mucho menos, construir un programa de gobierno para llevarlo a cabo. Bastaría una serie de vaguedades, de buenas intenciones, de padrenuestros y de avemarías, para que nadie pueda exigirle el cumplimiento de las promesas.
En el plano de falsas promesas, la Concertación tiene un récord: baste recordar la propuesta de ley de derogación de la ley de amnistía, el fin del sistema binominal, la paridad entre hombres y mujeres en el gabinete, la ley de cuotas, la idea de que “en mi gobierno no se repetirán el plato…”, y otras muchas. Nada más fácil que prometer e incumplir.
Michelle Bachelet, una vez que decida abandonar el juego “un, dos, tres, momia es”, tendrá que hablar sobre reforma tributaria, sobre nueva Constitución, sobre la relación entre trabajadores y empresarios, sobre educación pública gratuita y de muchos otros temas fundamentales en esta crisis de legitimidad. Lo más posible es que, con habilidad, sepa explotar el hambre de puestos estatales de sus nazarenos y, con vaguedades, logre mantenerlos unidos.
La Democracia Cristiana, que acaba de salvarse de un desangramiento que la conduciría, de segura, a una anemia política, va a intentar, a punta de primarias sucesivas, mantener su poder de primer partido entre pares y, sin que nadie se dé cuenta, impondrá a la “santísima señora” unos buenos cupos en el gabinete – la palabra cupo, en lenguaje concertacionista, quiere decir “pituto – de seguro querrán recuperar INDAP y CODELCO.
La soberbia siempre conduce a las peores derrotas políticas y los concertacionistas, despreciados por la mayoría de la ciudadanía, se creen el eje de la oposición y pretenden que todos los demás partidos se supediten a sus ambiciones, proponiendo primarias truchas – Frei y Escalona saben hacerlo muy bien – total, la virgen hará el milagro completo de reconducirlos a la bíblica tierra prometida.
Rafael Luis Gumucio Rivas
30/12/2012