Diciembre 9, 2024

Todos las queremos rubias

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blondeMuchachas increíblemente feas tienen el descaro de ocupar pasajes, calles y avenidas (¡En pleno siglo XXI!) para decir: a nosotras no nos gusta esto, en cambio, queremos lo otro. Lo otro se llama Educación, Autonomía, ¡LIBRE ALBEDRÍO! Por supuesto que han de ser castigadas con todo el rigor de la ley. El atrevimiento no queda exento de palizas monumentales, que en ocasiones incluyen toqueteos diversos. Son las huestes policiales las encargadas de acallar lo que algunos llaman disidencia. Cuánto desearía la ciudadanía vivir en un lugar apacible, lleno de rosas, donde no se vea suciedad alguna y donde las calles brillen de lo limpias que están. Nada de eso.

 

Gente realizada en todos los niveles ocupa portadas de revistas dedicadas a alabar la auténtica vida. En cualquier consulta médica es posible encontrar esas revistas, apiladas de forma irregular sobre una mesa de calidad ínfima, porque éstas vienen de regalo con el periódico al que los socios de la consulta médica están suscritos y que ellos no leen: eso es únicamente para solaz de la clientela. Revistas de automóviles y de bienes raíces para los machos, pero de éstas podemos prescindir ya, solo nos importan las femeninas, al fin y al cabo habitamos en la Madre Tierra. ¿Y qué cosas hay en esas revistas? O mejor dicho, ¿Quiénes aparecen en sus bellas y coloristas páginas relucientes? En su mayoría rubias que destacan en las áreas más complejas del saber, como por ejemplo, el Documental Reality de TVN o el noticiero central que también cumple una misión valiosísima: informar a la ciudadanía respecto a qué es lo que está ocurriendo en el país y en el resto de los condados, marcas y territorios en disputa de los cinco continentes. Algunas de estas señoras llegan muy lejos: animan el Festival de Viña o el Festival del Huaso de Olmué. Otras abren las puertas de sus clósets con la finalidad de ser conocidas en su esencia: arriba de las Louis Vuitton guardo los Christian Louboutin y aquí, junto al moisés de mi hijo número cinco, está el traje de novia, que utilicé en el día más importante de mi vida, en el día en que realmente empecé a vivir. Porque una mujer completa siempre fue novia, luego esposa y finalmente ama de casa (en ocasiones esto último va acompañado de trabajo, pero a los críos no los puede descuidar porque ella es Madre, la Mamá, Mamaíta, Virgen del Carmen, etcétera). Todo el proceso se lleva a cabo con naturalidad y rubios cabellos, y en el medio de todo, manteles, jarrones de porcelana, servidumbre y ventanales que permiten observar la Cordillera, donde se va nada menos que a esquiar. También hay sonrisa impactante, blanqueada de forma permanente: que no se note el Cappuccino y los cigarros que manchan lo que debería estar incólume los 365 días del año.


Pero la ascendencia indígena es contraria a los rubios cabellos. Lástima que sea contraria a los rubios cabellos, pues así la mujer se pierde de la auténtica felicidad. Pero un momento, la solución está al alcance de la mano y del bolsillo: solo hay que ir a la farmacia, comprar decolorante y colorante, y así, un sábado después del mediodía, las mechas negras y tiesas se transforman en una guedeja de tonalidad dorada, que contrasta firmemente con la piel oscura, ¡Pero qué más da! ¡Al fin llega la tan anhelada auténtica felicidad! Una vez que se es rubia no hay límites. El marido agradece el teñido, pero ojalá que a esta imbécil se le ocurra hacerlo mientras yo no esté aquí, ojalá lo haga mientras me emborracho o juego al fútbol, porque esos líquidos y pomos de tintura huelen a putrefacción. A la futura escandinava le importa una mierda el hedor a orina descompuesta: para eso está el tratamiento post-teñido, que provee de aromas tan diversos como el coco, el azahar, la vainilla, ¡la Camomila! ¡El Plátano!


Así, una vez perfumadas, se presentan ante la sociedad que las mira con la boca abierta, porque allí va caminando la doble de Cecilia Bolocco, que es rubia semi-natural, pero que fue reina de belleza y que de una u otra manera todavía es reina. No en vano su matrimonio fue el evento más celebrado de toda la comarca. Emisarios provenientes de los siete reinos vinieron a rendir tributo a su Alteza. Nadie quiere tener las mechas de Ena Von Baer, pues no obstante su indiscutible inteligencia, es bastante fea Ena Von Baer, con esa cara inflada como sapo, no, no, nadie quiere ser como Ena Von Baer. Y Ena Von Baer utiliza aros de Mapuche, o lo que ella entiende por aros de Mapuche. Adicionalmente está en contra de la Ley Anti Discriminación, mientras que Cecilia Bolocco le habla al pueblo que además ha representado en remotas tierras. ¡Todo nuestro amor para Cecilia Bolocco! ¡Todo nuestro guácala para Ena Von Baer! Pero Ena Von Baer lo hace bien, sin ir más lejos es de la UDI, cuyos miembros, de ser posible, comerían caca de Lo Prado y Puente Alto para captar futuros miembros (votos).


Lamentablemente no todas alcanzan a ser rubias ni mucho menos logran ser como Cecilia Bolocco. Las muy tontas leen, estudian, piensan que el cuerpo les pertenece, es decir, que su biología es propiedad de ellas, cuando en realidad el cuerpo es de propiedad pública. ¿Y qué es lo que hacen? Precisamente lo que no deberían hacer: salir a las calles, exigiendo educación de calidad porque la que actualmente reciben (pagan) no es, según ellas, de calidad. La educación tiene múltiples fallas y equivocaciones, dicen, hay que modificarla porque no queremos ser idiotas y que la sociedad sea idiota, no queremos educación abarrotada de múltiples fallas y equivocaciones, corean. Estas que no son rubias son, por supuesto, todo lo contrario: morenas. También son horribles, flexibles como un tomate podrido o peor aún, como un trozo de plastilina Rhein. Es justo y necesario tirarles agua, golpearlas con una luma, gasearlas y manosearlas, a ver si así aprenden una lección muy importante para la vida: hay que ser ama de casa y ver la telenovela, al tiempo que los dedos revolotean entre el osnaburgo, los hilos y las lanas, y se crean lindos sombreros para las teteras e impactantes tapices para los sofás adquiridos en Ripley y que serán pagados a plazos. Las rubias que aprendieron la lección importante para la vida, las detestan. En este grupo las hay profesionales, vale decir, CON TÍTULO UNIVERSITARIO. Entre una que no alcanzó a ser rubia y una que sí es rubia hay cuatrocientas millas náuticas de diferencia: el puesto de Ejecutiva de Cuentas en el Banco. Allí está la señorita Marilú, con sus hermosos cabellos, tecleando en el ordenador donde no puede revisar Facebook (¡bah! El teléfono –que es más inteligente que ella– tiene Whatsup y acceso a Twitter), pero donde sí puede ingresar a los nuevos clientes. Lamentablemente su pelo ha sido sometido tantas veces al amoníaco que el cuero cabelludo va cediendo y con los años ¡qué decimos! MESES, las mechas van cayendo y uno puede ver el casco a través del falso rubio muy planchado gracias al brushing. No se preocupen: con el fin de contentarlas se han creado las extensiones. Con una paleta y cola fría Lorca el peluquero inserta mechones ajenos –de gente difunta o de taradas que vendieron el tesoro– y así lucen como las niñas naturales, es decir, las rubias naturales, que pasean por el Parque Arauco cogidas de la mano con un adonis de pelo castaño y ojos verdes. La ejecutiva de cuentas no tiene ojos verdes pero sí posee extensiones. Todos nuestros respetos al gremio de la peluquería que hace una labor tan importante: regalar vitalidad a las desesperadas. Únicamente hay que sacar hora.


Pero ¿Y las que no son rubias? Esas son, a fin de cuentas, el objetivo central de nuestro análisis. No nos olvidemos de las que no son rubias. Como ya dijimos, ellas son tratadas como un perro tiñoso. A ver si con un chorro de agua cierran el pico y permiten que el mundo siga su curso y que el tiempo transcurra sin equivocaciones. Nada de eso. Se caen en la vía pública –que pertenece al público–, se vuelven a levantar y esta vez vociferan (¡Qué descaro!): a nosotras nos respetan porque somos ciudadanas. El Señor Carabinero, el del culo grande y estómago como de ir a parir trillizos, las coge de las mechas tiesas y feas, las arrastra por la explanada y las manosea con sus suaves y mofletudos dedos, ven para acá muñequita, deja que papi te dé una lección. Después de todo, ¿Qué otra cosa estaban buscando? Estas trotonas no merecen nuestro respeto, menos aún nuestras consideraciones. En lugar de tejer, bordar, parir y limpiar la casa, van y se quejan de que el país no está funcionando como debería funcionar. El gobierno guarda silencio absoluto porque, obvio, ellas se han salido del camino que conduce hacia la meta final, vale decir, LA FAMILIA CHILENA, y en cambio, han elegido el camino gris, horrendo y equivocado, repleto de gente gris, horrenda y equivocada. Para enderezarlas no se escatimará en palizas. La Iglesia Católica ya no ofrece cursillos de reformación porque los lacayos del gobierno ya lo están haciendo muy bien, oh yeah! Si la Providencia nos acompaña, quizá la descerebrada de hebras oscuras se dé un buen golpe contra el pavimento repleto de orina y vuelva al auténtico mundo, ese al que pertenece por naturaleza, porque el reino necesita a mujeres íntegras que sepan escuchar y sonreír, y que cuiden de sus plantas y de sus futuros hijos, y que sepan cuidar sus rubios cabellos.


anibal.venegas@gmail.com

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