Diciembre 13, 2024

Legionarios: El opio de los poderosos

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oreillyLa denuncia en contra del sacerdote John O’Reilly por abuso sexual en contra de una menor de seis años se suma a una larga lista de escándalos que afecta a los Legionarios de Cristo. Una acusación que deberán esclarecer los tribunales ordinarios, por medio de una investigación que dé garantías a todos los involucrados. Pero más allá de lo que resuelva la justicia, quedan ante la opinión pública muchas preguntas respecto a un clérigo tan connotado como O’Reilly y a su polémica congregación.

 

La primera tiene relación con las responsabilidades institucionales de los Legionarios de Cristo. Recordemos que el Vaticano resolvió intervenir esta institución en 2010, luego de la condena a su fundador, Marcial Maciel, por gravísimos abusos sexuales y delitos penales cometidos durante un largo periodo. Se afirmó que esa intervención no solamente resolvería asuntos internos, relativos a la sucesión de autoridad y a la administración de sus cuantiosos bienes, sino que se preocuparía de dar respuesta al conjunto de la sociedad, garantizando que la estructura de poder montada por el criminal que la fundó se diluiría de forma definitiva. La propia congregación señaló en esa oportunidad: “La Visita Apostólica ha podido comprobar que la conducta del P. Marcial Maciel Degollado ha causado serias consecuencias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de hacer necesario un camino de profunda revisión”.


Se prometió una refundación completa, dando paso a una nueva institución, purgada de los hábitos y prácticas perversas instaladas por Maciel y sus cómplices. Pero tres años después, pareciera que nada ha cambiado. El cardenal Velasio de Paolis, interventor de la Legión de Cristo, ha abandonado definitivamente el proyecto refundacional y se ha embarcado en una operación cosmética, orientada a unificar a los Legionarios y a su rama laical Regnum Christi. Y lo más grave, ha optado por renunciar a una investigación exhaustiva e independiente sobre las responsabilidades que caben a los directivos actuales y anteriores de la congregación, que fueron cómplices de los delitos de su fundador. Pero esta indolencia no ha impedido que estallen nuevos casos y denuncias. En enero pasado, Malén Oriol, hasta entonces directora mundial de la rama femenina del Regnum Christi, se retiró de este instituto junto a otras treinta mujeres consagradas, manifestando su deseo de estar fuera de una estructura a la que calificó públicamente de “dañina y errónea”. El 6 de julio pasado otras 77 mujeres enviaron una carta al delegado pontificio en la cual le solicitaron la clausura de la casa de formación del Regnum Christi en Estados Unidos. Las firmantes denunciaron haber sido víctimas durante años de torturas sicológicas, que las llevaron a intentos de suicidio y anorexia(1). Y sólo hace unas semanas, María Eugenia Gandarillas, directora del Colegio Apoquindo, un colegio de la Legión en nuestro país, presentó su carta de renuncia tras 18 años al frente de la rectoría, ante una ola de críticas por su desempeño frente a las constantes denuncias de supuestos abusos sexuales a menores en esa elitista escuela privada.


A todas estas acusaciones se suman ahora las denuncias en contra de John O’Reilly, el más conocido de los Legionarios en Chile, su principal recaudador financiero y reconocido vínculo con las elites políticas y económicas. Por ahora sólo son denuncias, pero tampoco se trata de un caso aislado. Se debe contextualizar a John O’Reilly en un marco más amplio: como otra expresión más del entramado de poder y corrupción que Marcial Maciel buscó afanosamente construir y que luego de su muerte no se ha extinguido en lo más mínimo.


Luego de tantos escándalos se debería concluir que los Legionarios de Cristo no son más que un “zombie” institucional, en camino a desaparecer. Sin embargo, los nulos resultados de la intervención del cardenal Velasio de Paolis sólo se pueden explicar por una razón: los poderes fácticos que Marcial Maciel supo convocar en su apoyo siguen sosteniendo a esta congregación. ¿Por qué razón connotados empresarios, como Guillermo Luksic, Juan Obach y Eliodoro Matte, o dirigentes políticos como Pablo Longueira, Pablo Zalaquett o Andrés Chadwick, mantienen sus lazos con un grupo tan desprestigiado? ¿Cómo explicar que arriesguen su imagen por mantener el vínculo con este sector? Cabe entender esta situación por una necesidad estratégica: las inversiones conjuntas, los lazos de dependencia mutua, la trama de relaciones que se han tejido no se pueden deshacer fácilmente. Sin embargo, a mi juicio hay algo más. Se trata de dependencias más profundas, que sólo se pueden entender si se analiza el componente propiamente religioso de esta relación.


Karl Marx observó con gran acierto que la religión posee un alto poder adictivo. Sin embargo, en su célebre afirmación respecto a la religión como “opio del pueblo” indujo a dos lecturas erróneas: la primera es pensar que esta descripción es una afirmación prescriptiva. Marx describe la función social y política de la religión en su contexto, en la Alemania prusiana del siglo XIX. No niega que en otros contextos figuras como Buddha, Jesús, Gandhi, Abdul Ghaffar Khan, Luther King u Oscar Arnulfo Romero hayan podido encontrar en fuentes religiosas una espiritualidad de resistencia y desafío a la dominación. Como el mismo Marx también comentó: la religión también es el “suspiro de la criatura oprimida, el espíritu de un mundo sin corazón, el alma de una situación sin alma”.


El segundo error es pensar que la religión sólo puede ejercer un efecto narcótico y alienante entre el pueblo, entre los subalternos. Que las clases dominantes son inmunes a ello. Se tiende a pensar en las elites como un sector “ilustrado”, que usa la religión para dominar pero que en el fondo no tiene más dios que sus propios intereses. La religión también puede ser el suspiro de la criatura opresora. La dependencia adictiva de grandes empresarios y poderosos dirigentes políticos respecto a grupos como los Legionarios de Cristo y otros similares, tiene relación con una necesidad “religiosa”, en la medida en que la religión permite re-ligar y re-lacionar, una serie de dimensiones desintegradas y desarticuladas en la conciencia de este sector social. En una sociedad tan estamental y jerarquizada como la nuestra, en la que las desigualdades se asemejan a un sistema de castas, no es fácil argumentar racionalmente respecto a la conveniencia y legitimidad de este orden de cosas. Es necesario apelar a algo más “trascendente”. Se debe recurrir a argumentos pre-políticos, o cuasi metafísicos, que permitan naturalizar y hacer tolerable la constante violencia simbólica que entrañan los dispositivos de exclusión que rodean permanentemente a una elite temerosa e insegura de sí misma. Esto es lo que ofrece con gran éxito gente como José María Escrivá de Balaguer, Marcial Maciel, John O’Reilly o Fernando Karadima.


Thomas Berg, un ex-legionario estadounidense, advertía en junio pasado: “Después de veintitrés años como legionario, consideré que era mejor abandonar la congregación en 2009. Desde el nombramiento de De Paolis, he visto y esperado la reforma necesaria. Ahora, dos años más tarde, he decidido levantar mi silencio para expresar mi profunda decepción… Parece que la congregación hoy va hacia una muerte lenta pero segura, y esta desaparición gradual de la Legión, como la Iglesia ha sabido que iba a suceder -en mi opinión y la opinión de muchos- es un alivio bienvenido”(2).


¿Pero qué ocurriría si esa muerte, lenta pero segura, no acontece? ¿En que punto se separará la desidia de la complicidad de quienes siguen apoyando, adictivamente, el proyecto de Marcial Maciel? ¿En qué momento la jerarquía eclesial, los grupos empresariales y los partidos políticos vinculados a la Legión se decidirán a cortar definitivamente el grifo político y económico que sigue alimentado esta “dañina y errónea” organización? ¿Cuánto dolor y violencia se tendrá que padecer para llegar a poner fin a esta institución, que sigue causando daño en niños y adultos, cautivos por el poder de seducción de un sicópata vestido con sotana?


ALVARO RAMIS

(1) https://www.change.org/petitions/letter-to-cardinal-de-paolis-from-ex-precandidates

(2) http://www.firstthings.com/onthesquare/2012/06/the-legionrsquos-scandal-of-stalled-reform

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Publicado en “Punto Final”, edición Nº 763, 3 de agosto, 2012 

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