Noviembre 3, 2024

La mercadocracia se impone a la democracia: elecciones en España

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rajoy_11. Los mercados gobiernan. En plena crisis económica y financiera los mercados cambian los gobiernos, nombrando a los primeros ministros o haciendo perder las elecciones a quienes gobiernan. En resumen, la mercadocracia se impone a la democracia.



En Grecia e Italia designaron a los nuevos jefes de gobierno, no electos, y los presentados como tecnócratas, aunque son economistas/banqueros, que han tenido una estrecha relación profesional con Goldman Sachs, el único banco de negocios norteamericano que subsiste después de la debacle del 2008, y constituyen la troika europea de los mercadócratas, con el flamante presidente del Banco Central del viejo continente.

Y en las elecciones pierden los partidos de gobierno cualquiera sea su color. La izquierda, en una conflictiva coalición, recuperó el poder en Dinamarca; la derecha desplazó a la centro derecha en Irlanda; los socialistas fueron sustituidos por la derecha en Portugal, y el pasado domingo, el PP desplazó al PSOE.

La explicación, las medidas de austeridad que adoptaron los gobiernos derrotados en las urnas por presión de los mercados para que disminuyeran el gasto público en plena recesión. Por ello, las elecciones tampoco auguran estabilidad política.

2. El Príncipe de la Ambigüedad

En el caso de España, Rajoy, el candidato del Partido Popular, coalición de derechas, quien obtuvo la mayoría absoluta en el parlamento, fue calificado por la prensa internacional durante la campaña electoral como el Príncipe de la Ambigüedad.

La vaguedad de su discurso dio la impresión de que pensaba superar los problemas económicos del país sin grandes sacrificios, al parecer era suficiente el cambio de un mal gobierno, que aumentó el desempleo, el de Zapatero, por un buen gobierno, el de él, que lo disminuirá sin tocar los beneficios sociales, aunque hasta ahora no dice cómo.

No obstante se sabe que las medidas de austeridad que exigen los mercados, y que derrotaron a su rival socialista, seguirán siendo durísimas, como lo adelantan los primeros recortes en sanidad y educación en las regiones autonómicas controladas por los populares. Sacrificio que no se explica la deuda pública, es moderada, sino pot la privada, que bate récords. Y no hubo luna de miel entre Rajoy, que guarda silencio, y los mercados, que lo presionan con descaro para que tome medidas inmediatas. La plutocracia es impaciente también con la derecha.

3. Un débil mandato electoral

Tal vez por ello el mandato electoral de Rajoy, a pesar de que obtuvo la mayoría absoluta para su Partido en las cámaras, fue débil. El PP tuvo una votación inferior a la del PSOE cuando ganó la elección precedente hace cuatro años. Además, esta vez votaron menos ciudadanos por los partidos que lograron representación parlamentaria que en 2008, a pesar del aumento del padrón electoral: hoy, 23.141.000, en 2008, 24.673.000, una demostración de descontento con la clase política.  

Y la elección, más que una victoria del PP, fue una derrota del PSOE, que disminuyó su votación desde 11.289.000 votos a 6.973.000, es decir, 4.316.000. El PP solo subió de 10.278.000 a 10.830.000, o sea,  552.000.

Los grandes ganadores fueron el partido de los no votantes, abstenciones, votos en blanco y nulos, un número levemente inferior a la votación del PP, 10.352.000, y los partidos minoritarios con representación parlamentaria, que crecieron en 2.386.000 votos desde la elección anterior, de 3.116.000 a 5.506.000, y duplicaron su representación, de 27 a 54 diputados.

Entre ellos destacan Unión Progreso y Democracia, una escisión españolista (contraria a los nacionalismos periféricos) del PSOE, de 306.000 a 1.140.000 votos (de 1 a 5 diputados); Izquierda Unida, de 969.000 a 1.680.000 (de 2 a 11 diputados); la CiU, un partido nacionalista catalán moderado, de 779.000 a 1.014.000 (de 10 a 16 diputados) y que por primera vez supera a los socialistas en Cataluña, y Amaiur, un partido nacionalista vasco radical recién legalizado, que logró 333.000 votos y 7 diputados y que con el Partido Nacionalista Vasco son ahora mayoría en Euzkadi.

4. En la cuna de los indignados

España ha sido uno de los países occidentales con mayor crecimiento en el último medio siglo, en per cápita (PPA), 1.004 %, y solamente superada por otros países europeos, todos ellos con problemas similares: Grecia, 1.408%, Portugal, 1.337%, Chipre, 1.320%, e Irlanda, 1.128%. España tenía en 1960 un PIB per cápita inferior a los de Uruguay, Venezuela, Argentina y Chile; ahora los dobla. Y es además el segundo país europeo, depués de Italia, con más automóviles, 606 por mil habitantes.

A pesar de ello, la tasa de desempleo española ahora es de 22%. En el caso de los jóvenes, de 40%, a lo que se suman trabajos precarios. Muchos de esos cesantes tienen diplomas universitarios, que los hace más conscientes de su repentina marginación. Y responsabilizan a una naciente plutocracia financiera rescatada por la clase política de la crisis del 2008.  

Ese brusco e inesperado frenazo y precariedad explica que España sea la cuna de los indignados en Europa, la protesta pacífica y espontánea de los jóvenes, a la cual comienzan a sumarse en la Puerta del Sol los estudiantes universitarios y el personal de salud afectados por los recortes a la sanidad y la educación. Somos el 99% corean sus discipulos norteamericanos.

Esa indignación es parte importante de la explicación de la notable baja de la votación del PSOE, del aumento del partido de los no votantes y de la dispersión de los sufragios que favorece a los nacionalismos periféricos, en especial al vasco y al catalán, y a la izquierda no socialista. Es decir, por el rechazo a los socialistas, el principal partido posfranquista, por lo que Molinas llama la izquierda volatil, que fue decepcionada primero por Felipe González, después de cuatro elecciones, y ahora por Rodriguez Zapatero, después de dos mandatos.

En ese contexto político y económico la siembra de ilusiones, la nueva forma de gobernar, que tendrán un rudo despertar, por parte de la derecha, es peligrosa, no hay nada peor que las frustraciones. Y es absurdo que los líderes del PSOE insistan en la alabada “construcción de una izquierda moderna”, léase la tercera vía, cuando el fundamentalismo del mercado está en crisis. Y el aumento de la educación no amortiguó esa disfuncionalidad en la sociedad del conocimiento como se pensó, por el contrario, aumenta la conciencia de la .marginación.

Todo ello constituye una subversión a la democracia, el pensamiento único de la clase política anula la elección ciudadana e incrementa el abismo entre gobernantes y gobernados dejados con una sola opción.

5. Vox populi, vox dei

J K Galbraith, el genial discipulo de Keynes en EE.UU., en una carta al presidente Kennedy, le dijo “lo insto a escuchar atentamente a los economistas e incluso con cierto respeto y admiración. Sin embargo, en tiempos de desafío económico, el Presidente debe tener el sentido de lo que el pueblo quiere. Los economistas solo saben lo que el pueblo debería saber y, a veces, lo que antes quería”. Vox populis, vox dei.

Si no se sigue el consejo de Galbraith y se siembran además ilusiones, existe la posibilidad, como comienzan a escucharse voces en Alemania, de llevar a España al borde de una revuelta social, como las de otros países europeos en 1968, y que el ala izquierda del PSOE quiebre el partido y se sume a la izquierda no socialista, a los indignados y estudiantes, junto con los sindicatos, que hasta ahora han tenido una posición muy moderada, o sea, a la izquierda volatil.

Todo ello cuando el gobierno de un partido netamente españolista, como es el PP, tiene que negociar con fortalecidos nacionalismos periféricos.

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