El surgimiento en el mundo de los grupos y movilizaciones de los indignados tiene como contraparte a los políticos descarados de aquí y de más allá. A quienes se mantienen aferrados a sus cargos de gobierno y de supuesta representación popular cuando ya han perdido la confianza de sus naciones y, muchas veces, de sus propias bases políticas.
En la distancia que el país aprecia entre lo que se proclama y lo que se hace es que la popularidad del Presidente y su gobierno ha caído estrepitosamente en tan poco tiempo de administración. Fenómeno que tiene muy intranquilos a los dirigentes de los partidos oficialistas por el inminente desastre electoral que vislumbran de tal descrédito social.
Descarada también es la actitud de los dirigentes de
Patético resulta el espectáculo de los dimes y diretes concertacionistas, así como los codazos y zancadillas que se propinan los moradores actuales de
Todavía más grotesco resulta el esfuerzo de los descolgados y de otras expresiones denominadas de izquierda al buscar abrigo en los referentes políticos aludidos que, si no fuera por el sistema electoral binominal, lo único que les cabría es desaparecer ante el repudio popular tan contundente y nítidamente expresado en las calles y las encuestas.
En su impudicia, varios voceros de las cúpulas partidarias rezongan, ya, contra la posibilidad de que el padrón electoral pueda prácticamente duplicarse en los próximos meses con la inscripción automática de quienes cumplan su mayoría de edad. En el temor, por cierto, de que el voto voluntario pueda expresarse contundentemente a favor de la abstención o anulación. Si es que los nuevos líderes estudiantiles y sociales no son capaces de consolidar alternativa política o terminan reclutados, otra vez, por estas expresiones rancias, que hablan sin retorno de la corrupción de sus caudillos, la vacuidad de sus ideas y la traición al pueblo que luchó y se sacrificó por democracia, libertad y progreso. Y sólo le dosificaron el autoritarismo, sacralizaron la desigualdad social y destinaron el crecimiento económico en favor de un puñado de descarados.
En que el único cambio real ha sido la conformación de una nueva clase política y social dominante entre los que provocaron y sustentaron
Uno de los actos más descarados de los últimos tiempos fue el homenaje rendido por Sebastián Piñera ante el Consejo General de las Naciones Unidas a las ideas y vigor demostrado por el movimiento estudiantil chileno después de haber reprimido por más de 4 meses sus masivas protestas, sin haber realizado paso alguno en favor de la reforma educacional que dice estar realizando. En su incontrolable locuacidad, su desparpajo y contradicción se hicieron totales al momento que invitó a los capitalistas extranjeros a seguir invirtiendo en educación en nuestro país, como si tales recursos no vinieran a perseguir el mismo afán de lucro tan repudiado por el magisterio, los rectores de las universidades y los estudiantes. Es decir, esas suculentas utilidades alcanzadas por los inversionistas locales y foráneos que administran como negocio cualquiera un derecho que los estados republicanos deben garantizar a todos los niños y jóvenes. Como verdaderos señores feudales, algunos alcaldes e intendentes disponen de la policía para reprimir criminalmente a los estudiantes que demandan educación gratuita y de calidad para todos, en una actitud avalada por el propio Jefe de Estado después de su descarado discurso.