Enero 15, 2025

El alcalde y la estudiante: de demonios, democracia y política

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labbeLa historia enseña que una de las constantes del privilegio ilegitimo y del pensamiento político conservador que lo sustenta,  es la defensa a ultranza del status quo,  usando los mas diversos  métodos que incluyen desde la liturgia hasta la violencia política. Por ejemplo, desde la Antigüedad hasta fines del Renacimiento los privilegios de la nobleza y la monarquía eran sustentados por el concepto del origen divino de su exaltada situación social y de sus poderes y la ortodoxia y el ritual de la religión cumplían un papel fundamental en justificarlos.

 

 

 

 

          De esta manera los reyes y los nobles eran privilegiados por la gracia de Dios. La Revolución Inglesa de  1642 y  la Revolución Francesa de 1789,  que llevaran a cabo las ejecuciones de Carlos I y de Luis XVI, indudablemente le asestaron un golpe  de gracia a  las pretensiones del origen divino de las prerrogativas reales y de la nobleza. Ya que  como lo  dijera irónicamente Oliver Cromwell después de la ejecución de Carlos I,  ella  inmediatamente lo había sustraído de la gracia de Dios.

 

            La sustentación del poder real y de la nobleza por la religión hacia que a menudo los desafíos a este poder y a sus privilegios adoptaran también un carácter religioso y de allí los aspectos de disidencia religiosa de la Revolución Inglesa y la estigmatización y la persecución violenta de las heterodoxias religiosas como los cataros (albigenses) en la Borgoña y la Francia mediterránea y los anabaptistas de las guerras campesinas en Alemania. La caza de brujas y de herejes poseídos por maléficos espíritus y el demonio,  fue  también en muchas oportunidades una manifestación local o provincial de estos fenómenos sociales y políticos,  siendo ellos una expresión mas de la reacción al reto al poder llevado a cabo por ya sea individuos,  por las heterodoxias s religiosas u otros grupos.

 

            Si a alguien le caben dudas que el amplio y democrático movimiento estudiantil en Chile atenta  contra la continuación de privilegios ilegítimos de ciertos grupos adquiridos por la violencia,  baste escuchar para disipar estas dudas, la caracterización  que hizo a mediados de Agosto pasado el Sr. C. Labbé, alcalde de Providencia,  de la dirigente estudiantil  Srta. C. Vallejo como una “endemoniada”.  Desgraciadamente como una particularidad de la penumbra ética y cultural en que se desenvuelve la vida política en el país, este pronunciamiento cavernario e iletrado careció de un análisis adecuado y del extenso repudio publico que indudablemente se merecía.

 

            Evidentemente, al igual que en la Edad Media y el Renacimiento, el adjetivo de “endemoniada” intenta descalificar la justicia de las peticiones del movimiento estudiantil además de reflejar un esfuerzo para desconocer las raíces materiales del serio problema educacional en Chile. El adjetivo también introduce como explicación de  los fenómenos sociales y políticos a conceptos relacionados con el mundo de lo mágico y de lo incorpóreo, en un intento por ocultar las causas concretas de ellos. Sin embargo lo más tenebroso detrás de la aparentemente  cómica socarronería  del Sr. alcalde, es que no escapa probablemente a su entendimiento y al de muchos de sus partidarios, que las endemoniadas y los endemoniados de la historia encontraron en su búsqueda de justicia  la purificación de los autos de fe y el fuego de la hoguera.   

 

            Las palabras del Sr. C. Labbé parecieron ser solamente una manifestación irreflexiva y aislada de un político conservador alérgico al cambio y desacostumbrado a moverse en la arena democrática del debate racional de ideas. Sin embargo ellas debieran ser tomadas muy en serio  porque vienen de un  partidario acérrimo del único gobierno chileno  que hizo suya la desgraciadamente visionaria máxima del gran poeta y rebelde alemán H. Heine, quien dijera” los gobiernos que comienzan quemando libros terminan quemando a seres humanos”. Parafraseando a una escritora estadounidense, T. Kenyon ,  se podría también decir que “Lo más negro y repugnante en la historia de las endemoniadas y de las brujas no es su ilusoria malevolencia sino que el  refocilamiento siniestro y cruel de sus perseguidores” .

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