Frente a los resultados negativos del gobierno en las encuestas de opinión cabe preguntarse por los posibles escenarios de aquí al final del mandato presidencial de la coalición de derecha.
En primer lugar es evidente el despertar de un esbozo ciudadano, dentro de un gran contexto de consumidores, separados en este caso puramente por el estado de ánimo, mientras los primeros, se han activado en la toma de los espacios públicos, los segundos mantienen su aletargada monotonía, siendo remecidos por casos como La Polar y otro tipo de abusos.
La ciudadanía naciente, es una mezcla de jóvenes ligados a las nuevas tecnologías y de adultos que traen la experiencia de la lucha contra la dictadura. Hicieron su aparición con la llamada revolución de los pingüinos, remeciendo todo el entorno social, incluyendo gremios y movimientos sociales y políticos que pululaban en el temor del juego de la medida de lo posible.
Irrumpieron para romper la llamada mesa de gobernabilidad, de la clase política expresada en pactos y acuerdos. Desde ese momento los arreglos entre cuatro paredes han sido duramente castigados por la ciudadanía, el ejemplo más latente es el acuerdo de las cúpulas políticas en el ámbito de la educación, que tienen al actual gobierno, entre la espada y la pared, con un nivel de reprobación, nunca antes visto, desde la post-dictadura.
Sin embargo, este renacer de la voz ciudadana corre serios riesgos, en la medida que la oposición al gobierno de derecha, no se decide a levantar una plataforma distinta y de choque con lo existente.
En ese sentido, la labor de los diputados comunistas y de los dirigentes estudiantiles de izquierda, no puede retroceder, ni intimidarse, por acuerdos menores, es el momento preciso de profundizarlos y legitimarlos con inteligencia y sensibilidad.
No se trata de estirar el chicle hasta donde se pueda, es el momento de aprovechar toda esa dinámica, traducida en sentido lúdico, inventiva y desenfado activo, para propinarle a los defensores del modelo político una derrota simbólica en dos terrenos.
Primero, en expandir -la sensación existente ya hoy- de deslegitimación de la arquitectura política imperante, basada en una constitución añeja y que es un embudo, ancha para los poderosos y angosta para la gran mayoría de los chilenos.
En segundo lugar, terminar de seducir y convencer a la mayoría de chilenos y chilenas que hoy está por defender una educación pública y gratuita, de dar un paso hacia adelante. Pasar de la defensa a la reconstrucción de un Estado de bienestar -y por tanto- legitimar la idea que el gran cambio para Chile, es volver a hacer responsable al Estado, de a lo menos, temas tan sensibles como Educación y la Salud.
En ese camino se entiende el Paro de los trabajadores de COCELCO y debe ser entendido el llamado a Paro Nacional de la CUT, para el mes de agosto, si ese llamado falla, sería un retroceso social y político.
Los trabajadores, los profesionales organizados y los estudiantes, tienen la posibilidad histórica de sentar a los Partidos Políticos de oposición, desde el centro hasta las izquierdas, para exigirles el cambio que chile necesita, mayor participación social, más Estado y menos mercado. Ese es el camino, luego se verá quién es el rostro que acompañado con un movimiento social presente y vigilante, dará cumplimiento al mandato.
Omar Cid
8 de julio de 2011