Así llamaba el genial Palomo a la deuda externa, allá por los años 80. Porque cada niño que nacía llegaba al mundo debiéndole algunos miles de dólares a la comunidad financiera internacional. A los mafiosos de las finanzas, para que me entiendas. Hasta que algunos avispados sugirieron los remedios adecuados: entregar el país a cambio de la deuda fue uno de ellos. Renegociar la deuda fue otro: “Como no tenemos ni uno nuestra deuda vale hongo, visto lo cual te pago diez por cada cien, y si no te gusta pierdes todo: ¿de acuerdo? De acuerdo”. Con la renegociación surgieron algunos nuevos ricos que siguen mangando hasta hoy. El país ya no está endeudado, pero los chilenos sí. Y una parte sustancial del patrimonio de todos fue entregado al saqueo de la iniciativa privada.
Ahorita Grecia está en eso. Entregando el país para pagar una deuda que contrajeron los neoliberales que gobernaron durante los últimos 30 años. No hace mucho un banquero alemán sugirió que Grecia vendiese sus islas, el Partenón, el Pireo. Justamente: el Pireo, el puerto mítico de la antigua Grecia, ya fue vendido. Porque el Plan de rescate del FMI y de la Unión Europea no resolvió nada, como anticipé hace más de un año.
Las tasas de interés del FMI y los bancos europeos son usureras. En el caso del FMI se entiende, visto que el FMI es usurero. Pero que el Banco Central Europeo le preste plata a la banca privada a tasas del 1% o del 1,25% anual, para que esta le preste a Grecia al 5,5% y más… parece chiste. A los griegos ya no les quedará ni el desfiladero de las Termópilas: allí van a instalar un Walmart y un McDonald. Vista la configuración del terreno será como el aeropuerto de Santiago: para embarcar o desembarcar pasas obligadamente por los boliches que venden cosas inútiles. Algún funcionario tendrá que sacar la estela que le rinde homenaje a Leónidas y a sus hombres, esa en la que se lee:
“Viajero, ve y dile a Esparta que aquí caímos para cumplir con sus leyes”
Para remplazarla por otra que diga:
Lo peor es que los griegos no son ni los primeros, ni los últimos. El FMI y la UE pusieron de rodillas a Irlanda, a Portugal, y amenazan un día a España y el otro a Bélgica, para someter a los países que tuvieron la mala idea de seguir sus instrucciones: endeudarse para salvar a los rufianes de la comunidad financiera que ahora les cobra intereses usureros.
La Grecia obediente del socialdemócrata Georges Papandreou vende el Pireo, y también el puerto de Salónica, las telecomunicaciones, la banca postal, el agua potable… ¡Quien dijese que los griegos le resistieron a Darío y a Xerxes! Si viviese, Esquilo podría volver a escribir “Los Persas”… pero los persas Biobío o Estación Central. O tempora, o mores… En el caso de España, los resultados de las elecciones autonómicas y municipales muestran lo que ocurre cuando un “progresista” se acojona ante los mercados. Los jóvenes que acampan en la Puerta del Sol y otros sitios de España llegaron tarde.
Mientras tanto, la agencia de calificación de deuda Fitch busca ganar plata bajándole la nota a Bélgica. En cristiano eso quiere decir que los belgas pagarán tasas de interés más altas y que, como en el caso de Grecia, no podrán hacerle frente a la deuda pública. Terreno abonado para los especuladores que se refocilan ante la mirada sonriente del Banco Central Europeo y la del FMI. En inglés las siglas del FMI son “IMF”. Desde lo del DSK de los cojones eso quiere decir: International Monetary Fun…
¡No te jode!