
El liderazgo de
Dando más detalles de esa operación, Cárdenas ha señalado que “el fin de Análisis… se debió… a una decisión política que se tomó durante el gobierno de Patricio Aylwin, concretamente en el Ministerio del Interior. En ese tiempo el gobierno inició el proceso de apoderarse de Análisis, que culminó con el engaño a varios de los directores de la revista, a quienes se le compraron sus acciones y eso le dio la posibilidad al subsecretario del Interior, Belisario Velasco, de nombrar nuevas autoridades en la revista, las que luego determinaron su cierre. Eso está debidamente acreditado por los registros de transacciones notariales que se hicieron con las personas que vendieron sus acciones; proceso que se hizo en el entendido que los nuevos accionistas iban a consolidar la revista y no a cerrarla”. (Boletín Libertad de Expresión; N° 9, Marzo de 2008; Instituto de
Además, el ex director de Análisis recordó dentro de los nuevos accionistas a “Luis Risopatrón, quien ofició como presidente del nuevo directorio; y el propio Belisario Velasco, quien adquirió más acciones dentro de las que ya tenía como miembro de la sociedad. Debo añadir que la operación fue ilegal, ya que una de las cláusulas que tenía el directorio de Análisis era que cualquier persona que quisiera retirarse y vender sus acciones debía ofrecerlas al conjunto de los accionistas antes que a terceros, cosa que no se hizo. Además, todo indica que la operación se efectuó con gastos reservados del gobierno, puesto que necesitó de fondos para comprar acciones, indemnizar a todos los periodistas por su despido; y cancelar el conjunto de compromisos económicos que la revista tenía pendiente a la hora de su cierre. Es muy raro que gente del gobierno, con recursos propios, compren publicaciones para al poco tiempo decidir su clausura, solventando esos gastos”. (Boletín citado)
Más específicamente aún, Juan Pablo Cárdenas denunció que “en la oficina de Belisario Velasco se hizo una reunión en que se convocó a Fernando Castillo Velasco, Patricio Hurtado y Oscar Saavedra para adquirir sus acciones a cambio de dos millones de pesos que se les dio a cada uno. Obviamente, en el entendido que se reforzaría la revista”. (Boletín citado) Luego, dándose cuenta Cárdenas de las reales motivaciones de los nuevos accionistas, rememoró que “en un acto desesperado, yo les ofrecí a los nuevos miembros del directorio –que asumieron por las acciones que adquirieron- que se retiraran, pagándoles lo que habían invertido; dejándonos a los periodistas como únicos propietarios de la publicación. Pero no quisieron. Luego me propusieron la extraña fórmula de que siguiera como director un año, poniendo mi nombre; pero que me fuera al país europeo que quisiera, manteniéndome el sueldo. Por cierto no la acepté. Entonces me ofrecieron una indemnización por años de servicio. A mí me correspondían doce meses, pero como había una ley que ponía un tope de ocho, exigí que me pagaran sólo esta cantidad”. Por último, Cárdenas calculó “que pasaron unos siete u ocho meses desde mi salida y la clausura” de la revista. (Boletín citado)
Pero tanto o más grave que todo lo anterior ha sido el sistemático y exitoso encubrimiento de aquellas operaciones hecho por el liderazgo de
Y hasta hoy –mayo de 2011- casi nadie en Chile los sabe…