Noviembre 12, 2024

La muerte de Bin Laden y la ausencia de justicia

barackobama120

barackobama120El presidente Obama apareció frente a las cámaras de televisión, en vivo y en directo a las 12 de la noche hora de Washington, para corroborar la noticia que llevaba horas sonando ininterrumpidamente en todos los noticieros de EE.UU. y del mundo: Osama Bin Laden está muerto.

 

 

Lo mataron unos agentes de la CIA en una operación que, según el propio presidente de EE.UU., pretendía atrapar y poner ante la justicia al famoso terrorista. No se sabe qué ha fallado o qué ha ocurrido, pero lo único que el operativo pudo hacer, por lo visto, es matarlo y quedarse con el cuerpo, tras asaltar una mansión a 6 millas de la capital de Pakistán que ha quedado en llamas con un helicóptero militar americano destruido, en la que vivía con lujo este terrorista como mínimo desde enero de este año según los informes de inteligencia. No parece a simple vista una operación muy limpia o exitosa.

La frase más repetida en EEUU en el momento en que escribo estas líneas (las 12:15 hora local en la costa este de EE.UU.) es: “se ha hecho justicia”. ¿Se ha hecho justicia? Hasta donde yo sé, la justicia se hace cuando el acusado tiene una defensa, cuando hay evidencias, pruebas, un juez… Se ha hecho quizá, y suponiendo que la noticia es real, una justicia bíblica. La del ojo por ojo, la de la fuerza bruta, la que usan sin duda, los extremistas religiosos del islamismo más exacerbado, o del cristianismo más radical. La justicia bárbara y pasional de la que el mundo supuestamente civilizado trata de apartarse.

Se ha cometido un asesinato. Se ha ordenado matar a una persona, se la ha condenado a muerte y ha sido ejecutado. Se hubiera hecho justicia si se hubiera puesto a Bin Laden frente a un juez (o varios jueces), si se hubieran presentado pruebas, testigos, testimonios. Se hubiera hecho justicia si un abogado (o varios) hubieran podido corroborar la autenticidad de esas acusaciones.

Desde un punto de vista legal, este señor dijo públicamente que no había tenido nada que ver con el 11-S a pesar de su odio declarado a occidente y a EEUU. Se sabe que fue entrenado y patrocinado durante años por la CIA con dinero de todos los norteamericanos sin que nadie se quejara ni le señalara con el dedo. Fue un empleado del mismo gobierno que hoy dice haberle asesinado en Pakistán. Desde un punto de vista legal, hasta el más terrible de los criminales tiene derecho a juicio justo. Hasta los nazis lo tuvieron. Los linchamientos, ya sean presidenciales, cometidos por profesionales o por las masas histéricas, no son justicia.

Como dato adicional, los “asesinos” enviados para esta operación, han matado a varias mujeres, dos nietos del terrorista y a uno de sus hijos. Tampoco hubo juicio para ellos.

Obama, muy serio, tieso, sin apenas gestos, sin mostrar el más mínimo atisbo de emoción, se limitó a leer un cursi y elaborado discurso recordando casi con tintes poéticos de lagrimita fácil, la tragedia del 11-S. Habló de niños sin hogar, de cómo la gente dio su sangre para ayudar a otros… Admitió que fue orden suya el operativo y se marchó por el mismo pasillo de alfombra roja por el que había venido. ¿De verdad el presidente tiene que leer en un tele-proter una noticia semejante? Le sentí ensayado, trabajado, actuado. No fue en ningún momento un discurso sincero, honesto, claro… Habló de lo malo y terrorífico que era Bin Laden, pero no mencionó en ningún momento que este personaje fue entrenado para matar por la CIA y que en realidad fue más tiempo aliado que enemigo. Ni una palabra de eso. ¿Por qué? Porque a ningún estadounidense le importaba a quién contrataba su gobierno como terrorista o asesino cuando peleaban contra los “enemigos” en Afganistán hace veinte años.  Bin Laden asesinó a mucha gente durante décadas para los estadounidenses y nadie parece acusarle de ello, solo las víctimas y los niños que en su día se quedaron sin familia y que hoy, quizá militan en las filas de grupos terroristas, y son verdaderos enemigos de este país, hoy tan alegre.

El presidente americano va perdiendo su credibilidad como una serpiente que muda su piel de forma irremediable y actúa con una robótica digna de una marioneta. Nos olvidamos que el gobierno de EEUU, que tanto condena a los que mienten en sus tribunales o ante las autoridades, está capacitado para mentir. No existe ninguna ley que prohíba al presidente o al gobierno como institución decir mentiras.

Esta noticia, le da a Obama una posición casi de héroe ante su pueblo. Le ayuda a recuperar una posición perdida justo cuando los rumores de las elecciones comienzan a escucharse en el horizonte.

Creer que Bin Laden está muerto o no, creer si era culpable se ha convertido en una cuestión de fe. El gobierno americano, escéptico donde los haya, que no cree a nadie e investiga y espía a todo el mundo, quiere que todos le creamos, que demos por sentado que todo lo que dicen es real.

Quizá Bin Laden se cansó de ser “el malo” y renunció a su trabajo, o murió por causas naturales, o quizá estaba congelado desde hace años junto a Walt Disney en alguna bodega del área 51. Nunca lo sabremos.

Son las 12: 44  y ya hay miles de personas celebrado frente a la Casa Blanca y en la zona cero de New York, gritando “¡USA!… ¡USA!”. Personas de fe. Pero es la fe, una fe ciega similar a esta, la que empuja a los enemigos de occidente a cometer sus crímenes. Es esa fe incuestionable la que criticamos tanto a estos bárbaros terroristas. Las masas que se dejan llevar por la emoción del momento y que nunca reflexiona ni es capaz de aceptar las críticas.

El fanatismo no es bueno, ni el de unos ni el de otros. Pero sí parece algo rentable a nivel mediático. El fanatismo es simplemente un elemento más en este juego de los poderosos.

Se ha hecho justicia, según Obama, porque se ha asesinado a un supuesto criminal, porque se ha ejecutado a un apersona a miles de kilómetros de su país. Se ha hecho justica dijo este presidente, que no menciona ni contabiliza las injusticias que ha habido y sigue habiendo en el mundo. Mueren 11 millones de niños al año. Hoy murieron 16 mil niños de hambre, pero hoy “se ha hecho justicia”. Me gustaría saber a qué le llaman justica.

Yo no sé dónde vive esta mítica señora, pero espero que esté viendo la televisión. Probablemente anda malviviendo secuestrada en alguna prisión de alta seguridad sin saber nada de nada.

No quiero que se confunda el sentido de mis palabras. No estoy ni estaré nunca a favor de los asesinos, de los terroristas y mucho menos a favor de gente como Bin Laden. Solo digo que estamos confundiendo el sentido de la justicia que nos separa de ellos. Digo, que la credibilidad de este tipo de noticias tiene un perfil muy bajo. Parece un asunto mediático, propaganda, manipulación de rentabilidad política, esté muerto o no, ya sea verdad o mentira. Las consecuencias ya están medidas, estudiadas… como el discurso de Obama.

Me pregunto cuántas otras malas noticias se dejarán de mencionar, serán desplazadas de los medios por culpa de esta orgía de patriotismo y falsa justicia que nos han provocado. Me pregunto si es solo la justificación necesaria para volver a las épocas del miedo, de las alertas, de las medidas excepcionales, del militarismo encubierto a nivel internacional.

Me pregunto qué diríamos todos, si los extremistas islámicos hicieran su propia justica asesinando a Bush en su propia casa. Aceptar esta ejecución significa legitimar las ejecuciones que otros países puedan ejercer contra los que ellos consideren enemigos. ¿Es eso algo digno de celebrar?

No creo que hoy sea un día brillante para la justica, más bien, todo lo contrario.

Por Pablo Jato

(desde Washington DC)

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