Febrero 12, 2025

Andrea Jeftanovic: me interesan las personas en situaciones-limite

andrea20jeftanovic

andrea20jeftanovicCienfuegos, Cuba.- Hija de padre serbio y madre búlgara de raíces judías, Andrea Jeftanovic nació en Santiago de Chile en 1970, el año en que Salvador Allende llegó por la vía de las urnas al Palacio de La Moneda.

 

 

  Socióloga graduada de la Universidad Católica y con buen empleo, un día decidió cambiar el rumbo de su vida y fue a Berkeley, California, para regresar a casa doctorada en literatura hispanoamericana.

Durante su estancia en la ciudad cubana de Cienfuegos, como jurado del reciente Premio Casa de las Américas, la narradora dialogó con Prensa Latina. Comenzó con el relato de su primer contacto con Cuba, cuando hace tres años seguía las huellas de su compatriota, la dramaturga Isidora Aguirre.

“Ahora entré a la Casa por la puerta, pero con ella lo hice primero a través de la ventana, en el sentido de que tras sus pasos me acerqué al entusiasmo, a la utopía de los 60 en una Cuba que había realizado un verdadero milagro”, expresó la autora de Escenario de guerra, Monólogos en fuga, Geografía de la lengua y Conversaciones con Isidora Aguirre.

Para ella, la isla continúa ocupando un lugar de interés en la confluencia de los sucesos actuales en el mundo cultural hispanoamericano: “Creo que existen dos focos que cumplen esa labor, España por razones editoriales, pero en todas las artes ningún país es como Cuba”.

-Se describe como una viajera incansable, ¿cómo metaboliza esas experiencias en el acto de la creación literaria?

-Tengo 40 y desde los 18 he viajado muchísimo, al principio con mochila; fui al carnaval de Oruro, en Bolivia, a Argentina y Brasil cuando era estudiante, durante el mes de vacaciones. Luego di el salto a Europa, me interesaba recorrer el mundo de mis ancestros, después viví en Estados Unidos y lo recorrí bastante, pero con la literatura nunca pensé que iba a viajar tanto.

Son experiencias con otras personas, anécdotas, miradas; cuando uno viaja está en un estado de alerta, algo que no es propio de la cotidianidad; se mete en terrenos inseguros por el desconocimiento de los códigos.

Todos los países y sociedades tienen contradicciones, las ves y te cuestionas a ti mismo tu forma de ser, de pensar y por supuesto las influencias literarias: uno viaja con los libros desde antes. Por ejemplo el hecho de estar en Cuba permite conocer que pudo haber en el lenguaje y la cultura de este país capaz de dar genios del idioma como Lezama Lima o Virgilio Piñera, la cosa barroca .

Lo traduzco también en crónicas, tengo un libro formado por unas más antiguas y otras más modernas. Por ejemplo, ahí están las impresiones de Bosnia recién terminada la guerra (1997). En 2012 espero publicar ese texto, fruto de los lugares que me han causado mayor impresión. No es necesario ir a París para escribir una crónica, de pronto en una estación de trenes, en un pueblo surge algo”.

-¿Cuál es la génesis de un libro suyo?

-Las imágenes son lo primero. Escribo de un modo muy caótico, tomo muchos apuntes en libretas, de imágenes, de frases. Me interesa mucho la platicidad de la literatura. De pronto, en esa acumulación de notas existe un atisbo de los temas y empiezo a ensamblar una novela , por eso me demoro tanto. Después que tengo la voz del narrador, los personajes, comienzo. Nunca tengo claro qué estoy escribiendo y esa incertidumbre me motiva”.

-Existen personajes que le estén pidiendo una novela?

-Más que personajes me interesan mucho las personas en situaciones límite. Me gusta escribir desde la mirada de los niños, niños macabros, eso sí. Me importa el relato lírico de las sensaciones en esos momentos extremos.

Bajo esas premisas surgieron los 12 cuentos coleccionados en el tomo Átomos nucleares que retoco ahora para pronto darlo a imprenta.

-Escenario de guerra (Alfaguara, 2000), su primera novela, no se refiere a un conflicto específico, sino más bien a un concepto.

-Si, primero me di cuenta que no resultaba muy novedoso trabajar sobre la memoria de las guerras del siglo XX. Lo único biográfico que sí me interesó trabajar fue el eclipse de muchos espacios de violencia. Yo soy hija de emigrantes (a causa de la Segunda Guerra Mundial), con todos los traumas implicados y luego viví en dictadura.

Los de mi generación somos conscientes de toda la violencia que vivimos y pudimos catalizar esa experiencia de manera posterior. Una dictadura en un punto es igual a una guerra, con todo ese estado de excepción, represión, crímenes, muertes en serie.

En Chile no había la escala de un Auschwitz, pero existían centros de detención y tortura, los desaparecidos, y yo necesitaba trabajar ese tema, cómo rescatar la memoria, el trauma, los espacios más íntimos de las personas, su relación con la comida, el cuerpo, los afectos.

 

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