Nunca me ha gustado eso de “nadie es profeta en su tierra”. Lo considero mezquino, de corta vista y excluyente. Lo digo porque acaba de ser premiado en México un chileno ejemplar que ha dedicado 32 años de su vida a la investigación de suelos en aquel país. Se trata del Ingeniero Agrónomo, Magister y Doctor en Investigación Jorge Dionisio Etchevers Barra, un chillanejo que se vio obligado a salir de su tierra para buscar horizontes de vida en otros lares de la geografía americana.
Acaba de ser investido como Investigador Nacional Emérito, en reconocimiento excepcional por su labor realizada en México y en otros países, así como por la contribución a la formación de recursos humanos en el área de la agricultura. Es el primer chileno en lograrlo.
Pero, este galardón no es el único. Etchevers obtuvo en el país cuate el Premio Nacional de Investigación en Alimentos, la Presea Estado de México como Trabajador Ejemplar, el Premio Nacional Sociedad Mexicana de la Ciencia del Suelo, el galardón Formador de Recursos Humanos de la Sociedad Latinoamericana de la Ciencia del Suelo, y también el Premio Colegio de Post Graduados. En esta institución ha formado parte del grupo de los cien mejores investigadores durante varios años.
En fin, trato de resumir en cortas líneas los éxitos conseguidos por este chillanejo que hizo parte de sus estudios básicos y los de enseñanza media en el Liceo de Hombres de Chillán. Recuerda a sus profesores de básica San Martín y Zaldívar, con un cariño especial. Y en la media, a Lafuente, a Pepe del Canto y al Cura Rücker… Pero, por sobre todo, hace gala de su “patria chica” desde siempre, mirando hacia el sur con ojos de añoranza y suspiros de emoción.
Luego de terminar la carrera de Ingeniero Agrónomo, en la facultad recién creada de la Universidad de Concepción, en 1964, se quedó allí como profesor titular en investigación, hasta que consiguió viajar a Estados Unidos, para realizar su maestría y doctorado en la North Dakota State University.
Regresa a Chile y dirige el primer postgrado en suelos que hubo en el país. Por una donación concedida por la Fundación Ford , viaja en 1974 a Brasil para concluir su Magister. Vuelve de nuevo a Chile en 1977, pero ya se encuentra con los primeros síntomas de hostilidad hacia él y su esposa. A pesar de sus nuevos y amplios conocimientos de agricultura tropical, ambos son exonerados.
Entonces aparece México en el horizonte, que con inteligente mano solidaria los acoge y les entrega la posibilidad de aportar sus conocimientos a la sociedad de aquel país y a toda América Latina.
Jorge Dionisio Etchevers es uno de los miles de chilenos que brillan en el exterior, que potencian la imagen del profesional chileno que ha debido emigrar por la fuerza. Es uno de los miles de compatriotas que le dan lustre a nuestro Chile, pero que son ignorados desde su propia Patria. Injustamente olvidados, a pesar de su talento que admiran y premian otras naciones.
* Diario Crónica Chillán