En el siglo V antes de Cristo, el filósofo griego Demócrito de Abdera, como otros muchos filósofos griegos que lo precedieron, buscaba el “arche”, el principio de todas las cosas. Sin medios modernos y menos de instrumental técnico, llegó a la conclusión que el principio era al átomo (sin división), la partícula menor que era indivisible y de la cual se componían todas las cosas.
Más de dos mil años después la Física moderna creyó encontrar esa partícula y utilizó el nombre de “átomo” para identificarla. Mucho tiempo después, esa misma Física corrigió su versión y reconoció la divisibilidad de esa partícula, lo que se demostró prácticamente en la energía nuclear.
Ahora, finalmente, la Física ha encontrado la partícula indivisible y presente en todo, es lo que llaman boson de Higgs y que algunos denominan “partícula de dios” . Para hacerlo se debió construir el gigantesco túnel y producir choque de átomos a velocidades inimaginables que la prensa ha descrito. Así se logró encontrar lo que los griegos habían descubierto en forma racional hace 2.500 años. La mente griega fue tan capaz como la más avanzada Física moderna.
La ciencia avanza a través de prueba y error: permanentemente hay que ajustar las nuevas verdades que superan a las anteriores: Lo que la Física había calificado de átomo no era tal, sólo ahora logró encontrar lo que había descubierto- conceptualmente- Demócrito: el átomo.
Resulta paradojal que algunos lo llamen “partícula de dios” cuando es la prueba más concreta del universo material. Y en esto también tenía razón Demócrito, que fue uno de los primeros filósofos que se definió a sí mismo como ateo.
* Patricio Orellana Vargas
(profesor de la Universidad de Chile, retirado)