Diciembre 27, 2024

El magnicidio del Presidente Allende…

allende_7_dias_ilustrados

allende_7_dias_ilustrados“Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente, defenderé el Gobierno Popular, porque es el mandato que el Pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Solo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del Pueblo”… “Dr. Salvador Allende Gossens, Presidente de Chile, un ser humano leal, consecuente, sabio y honesto, y de un coraje sin límites”… 4/12/1971 

(Estadio Nacional de Chile).

 

El próximo 11 de septiembre, se cumplirán 39 años del golpe militar de las Fuerzas Armadas de Chile -jamás vencidas- que por orden del imperio y de la derecha fascista chilensis llevaron a cabo. La dictadura fascista de marras, produjo desde esa infausta fecha la más grande tragedia de la historia del Pueblo Chileno y la más salvaje. Se divide el Pueblo de Lautaro,  del Libertador Bernardo O’Higgins Riquelme, de Gabriela Mistral, de Pablo Neruda, etc. en: el Chile de los ganadores y sus epígonos concertacionistas y el Chile de los perdedores que tendrán que sobrevivir al margen de la sociedad de la alegría, del consumismo desenfrenado, del exitismo, de la autocomplacencia, etc. Las consabidas razones de “la guerra sucia”, de la salvación de la patria y de los valores occidentales y cristianos, constituyen un patético recuerdo. En nombre de la “seguridad nacional”, miles de seres humanos, mayoritariamente jóvenes y hasta adolescentes fueron bestialmente secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos sin que, hasta nuestros días, el Estado de Derecho haya asumido su responsabilidad de investigar exhaustivamente los crímenes cometidos por la barbarie militar fascista. Para lograr el reencuentro del Pueblo de Chile, para construir una paz duradera y alcanzar la reconciliación, es imprescindible Verdad, Justicia y reparación digna. Hay que poner fin a la impunidad. La última propuesta del régimen concertacionista de reparación, en la medida de lo posible, para las víctimas de la dictadura -sin incluir en ella para nada a los torturados- es una vergüenza, es un punto final, una impunidad disfrazada. Esta propuesta fue muy inoportuna para Agustín Dunny Edwards y su diario El Mercurio, que desde hace cinco meses están embarcados en un programa de celebración de los 30 años del golpe de Estado, que derrocó al Presidente de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens. Edwards y sus epígonos, siempre han odiado al Presidente Allende. Después de la elección, Edwards huyó a refugiarse a los Estados Unidos, donde continuó conspirando en contra del Gobierno Popular junto con Eduardo Frei Montalva , Patricio Aylwin  Azocar y la sofofa . Hoy, es reconocido como el ideólogo fascista de la dictadura militar de marras y de la Concertación.


El programa mediático mercurial de celebración del derrocamiento del Presidente Allende, tiene que ver con concientizar a la masa chilensis consumista con el “suicidio” del Presidente Allende, que ha permitido y permitirá blanquear el pasado fascista/terrorista de las Fuerzas Armadas, de la Derecha fascista y del propio dictador Pinochet. Este último, se ha convertido en el oráculo del fascismo chilensis.


Según los medios de comunicación mediáticos mercuriales, el régimen  concertacionista y el Partido Socialista/socialdemócrata/renovado, preparan “una fuerte reivindicación de Allende”. Esto último, me parece una contradicción de los administradores de la herencia pinochetista. ¡Ser o no Ser! O se administra la herencia, el legado Allendista, socialista, en el marco del movimiento social, el  Allendismo o se administra la herencia fascista de la dictadura militar impuesta por el imperio desde la Casa Blanca y el Pentágono.


El más importante aporte al programa mediático mercurial, lo hizo en forma desinteresada y muy consecuentemente, Isabel Allende Bussi, que en su entrevista a El Mercurio de fecha 17 de agosto de 2003, aseguró que ella se convención del “suicidio” del Presidente Allende después de las declaraciones de Arturo Jirón y Patricio Guijón. El primero afirmó -por orden de los militares asaltantes del Palacio de La Moneda y, así, ambos salvaron su pellejo- “que cuando ellos y Enrique Huerta bajaban -los últimos de la fila- del segundo al primer piso, fueron golpeados por los militares que subían, es decir, que éstos llegaron primero dónde estaba el Presidente Mártir, cuando sintieron un disparo que hizo exclamar a Huerta, el Presidente ha muerto. Yo y Guijón nos devolvemos y vemos al presidente muerto con la cabeza partida”.     

      
Preguntas que deben ser contestadas en un juicio oral y público/televisado, como corresponde a la investidura de un Presidente de Chile, por la aclaración de su muerte:


– Obviamente, ¿llegaron primero al Presidente de Chile la soldadesca asaltante, según el propio testimonio de Guijón y Jirón?
– ¿Por qué fue ametrallado el cuerpo de Presidente Allende?
– Un “suicidio” ¿es posible de ejecutar con el fusil que combatió el Presidente Allende?
– El supuesto “suicidio” del Dr. Allende ¿fue llevado a cabo por un fusil o una pistola?
– Como en algunas publicaciones los señores Guijón y Jirón dejan entrever que habrían visto al Dr. Allende en el momento en que se disparó el fusil en la cabeza. Pregunto ¿es esto posible en un Palacio de La Moneda bombardeado, en llamas y lleno de humo? Mentir, mentir, porque siempre algo queda… Pero, la mentira tiene las patas cortas… El Estado de Derecho, especialmente, la Corte Suprema de Justicia no pueden ni deben seguir esquivando o rehuyendo sus responsabilidades en la aclaración de la muerte del Presidente Allende en juicio oral y público.


El “suicidio” del Dr. Allende, lo creen la oligarquía empresarial Sofofa/ fascista mercurial y sus epígonos concertacionistas y una mengua de intelectuales renovados de utilería o diurético que consumen horas de tazas de café y cigarrillos dirimiendo el porqué, el Presidente Allende los ignoró en su último mensaje y no los dejó como sus herederos: Carlos Altamirano, Guillermo Garretón, Luis Guastavino, Jorge Arrate, Camilo Escalona, Hernán del Canto, Carlos Jorquera, Arturo Jirón, Patricio Guijón, Enrique Correas, etc. “Otros hombres superarán este momento gris y amargo en que la traición pretende imponerse”…(11/09/1973) 

Un leal, honesto y talentoso colaborador del Presidente Dr. Allende, el Dr. Edgardo Enríquez Frodden, Ministro de Educación, en un seminario que dio con el suscrito en la Universidad de Valparaíso/1996 sobre ” La Universidad de Chile, Ayer y Hoy”, a una pregunta de una estudiante sobre la muerte del Presidente Allende, contestó: En el infausto y fatídico 11 de septiembre de 1973, yo estuve con el Presidente Allende a las 8.30 horas de la mañana. Lo vi muy tranquilo y seguro. Me dijo: conmigo se quedan sólo los que saben disparar. Usted, compañero Enríquez, le pido que asuma la tarea de organizar a los jóvenes especialmente, y dígales que el Presidente Allende jamás se rendirá ni se suicidará y que sólo acribillándole a balazos le impedirán los fascistas que deje de cumplir el mandato que su Pueblo le entregara. El Dr. Enríquez termina su respuesta afirmando, “yo creo en el Presidente Allende, un ser humano honesto y consecuente, que jamás dejó de cumplir su palabra y que amó a su pueblo por sobre todas las cosas. El que no crea en él, evidentemente le cree a Pinochet y a sus secuaces…”


A las palabras emocionadas del Dr. Enríquez Frodden, nosotros, los que creemos que olvidar es morir, recordamos las palabras del Presidente Allende, un luchador por la vida, el  4 de diciembre de 1971, en el Estadio Nacional, en la despedida del Presidente de Cuba, Comandante Fidel Castro Ruz, “Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente: defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato que el Pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del Pueblo”. Sólo para los renovados/renegados/socialdemócratas y la derecha fascista y la familia Allende/Bussi, el Dr. Allende Gossens no cumplió su palabra. Para la opinión pública mundial y para la mayoría de los chilenos, el Presidente Mártir cumplió su palabra en forma dramática e impresionante. Hoy, el cine y la televisión hablan de la muerte del Presidente Allende; no están dispuestos a comulgar con rueda de carreta.


El premio Nóbel de Literatura, Gabriel García Márquez, también cree en el Presidente Allende, así lo recuerda este embajador de Latinoamérica: “Su virtud mayor fue la consecuencia, pero el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un congreso miserable que lo había declarado ilegítimo, pero que habría de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la libertad de los partidos de la oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema que él había propuesto aniquilar sin disparar  un tiro.


El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los seres humanos de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para siempre”…


Pronto se cumplirán los 30 años del magnicidio del Presidente Constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens, si se quiere honestamente que los chilenos se reconcilien, es condición sine qua non: Verdad/Justicia y reparación digna, derogación de la Constitución de 1980 y sus amarres y la ley electoral binominal y que la justicia militar deje de preservar el hecho no democrático de mantener una competencia que les permite tener jurisprudencia en todos los asuntos públicos, y lo más importante, que la Corte Suprema , en un juicio público/televisado, aclare de una vez el magnicidio del Presidente Allende. No le corresponde al Gobierno decretar la muerte “por suicidio” del Presidente Allende ni menos al Mercurio.


Por nuestra parte, con la información recibida del Cesal e.V Berlín y de destacados penalista de la Asociación Americana de Juristas,  Rama  Valparaíso / Aconcagua,  como la del colega Santiago Cavieres Korn, presentaremos a la Corte Suprema un requerimiento para que se aclare la muerte del Presidente Constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens.
 


Como Colofón: El colega Santiago Cavieres Korn, le hace unas preguntas a la señora Isabel Allende Bussi, en el marco de la entrevista que dio a El Mercurio, con fecha 17/08/2003; y reflexiona -en el marco del Derecho y de la ley- sobre las temerarias afirmaciones de la muerte de su padre de la hija del Presidente Dr. Salvador Allende Gossens:


Le preguntó a la Diputada Allende  Bussi , ¿si sabe de algún proceso criminal, que debió instituirse para establecer la causa de la muerte de su padre y del respectivo informe de autopsia del Instituto Médico Legal, hecho en el respectivo proceso. Si ha llegado a su conocimiento el número de perforaciones de bala que sufrió su cuerpo y si estaba vivo aún cuando se las infirieron y quiénes dispararon esas balas?


Se trató de un innegable intento de magnicidio. El alzamiento armado con bombardeos aéreo y el ataque por tanques y armas de infantería en contra del palacio de gobierno, con el Presidente adentro, está documentado históricamente. El alzamiento armado, castigado por el artículo 121 del código penal, fue el medio para cometer el magnicidio. No hay duda que se cometió el delito de homicidio, sancionado por el artículo 391 del Código Penal. La intención homicida de los militares alzados, está confirmada por las expresiones grabadas del General Pinochet de embarcarlo en un avión que después se caería al mar y que “matando a la perra, se acaba la leva”.
No estando acreditada la causa precisa de la muerte del Presidente de la República por los medios jurisdiccionales correspondientes, no puede decirse que “no lo mataron”. El Código Penal castiga como homicida “al que mata a otro”, pero el delito puede tener tres grados de ejecución: consumado, frustrado o quedar en grado de tentativa (artículo 51 del Código Penal). Aún en este último caso “es homicidio”.
Acreditado como están el bombardeo de La Moneda y la intención homicida, si el Presidente se hubiera suicidado -lo que no está acreditado, porque los dichos del los Drs. Girón y Guijón, que no son  legista, no bastan para ello- el suicidio habría impedido que lo mataran, esto es, que se frustrara el asesinato. El homicidio habría quedado en el grado de frustración. Pero sería siempre homicidio calificado.


El suicidio mismo, dadas las características de dignidad del Presidente, a que se refiere su hija diputada en la entrevista, de probarse, fue inducido por sus agresores, que habrían obtenido el resultado perseguido, la muerte, a través de su propia mano.


Prueba de ello, es el informe (grabado) que recibe Pinochet desde su refugio militar, de parte de uno de sus mensajeros: “Misión cumplida, Presidente muerto”. La inducción al suicidio es delito grave en la legislación chilena y no desmiente la afirmación de que “a su padre lo habrían matado”, como ella creyó y, al parecer, dejó de creer, sin mayores fundamentos.


Llama la atención que los tribunales de justicia no hayan iniciado aún, de oficio, las acciones penales correspondientes, y llama más la atención que no hayan deducido dichas acciones los familiares del ex Presidente de la República ni el partido político a que perteneció. A la señora Isabel Allende, más que el discutible cargo de honorable diputada, le correspondería encabezar el indiscutible honor de ser miembro de la agrupación de familiares de ejecutados políticos.


Como se trata de establecer sólo el delito de homicidio del Dr. Allende, no agregaré antecedentes que condenarían a muerte a los alzados, como es el artículo 244 del Código de Justicia Militar, en relación con los artículos 108 y 109 inciso 10 (este último, aplicable al imaginario Plan Zeta) y artículo 111 del Código de Justicia Militar, que en estos casos castiga el delito frustrado como si fuera consumado. 


Para el caso de que la señora Isabel Allende Bussi, que injustamente se considera culpable del golpe, se sintiera impulsada a requerir justicia ante los tribunales (ella dice en su entrevista “la bandera de la justicia la tendré hasta el final de mis días”), le recuerdo a ella y a los abogados que se atrevan a patrocinar algunas de las agravantes que caracterizan el homicidio de su padre y condenarían a muerte a los culpables:


1º Traición y alevosía, ya que la acción criminal se cometió quebrantando la lealtad que se debe tener, por juramento a la Constitución y a la primera autoridad de la República (artículo 12 Nº 1 del Código Penal).
2º Ejecutar el delito con… incendio y otro artificio que pueda ocasionar grandes perjuicios o dañar a otras personas (incendio del palacio de gobierno) y otras muertes y lesiones de personas (artículo 12 Nº 3 del Código Penal).
3º Alevosía. Varios altos oficiales descargaron sus metralletas sobre el cuerpo exánime del Presidente de la República , causando males innecesarios para la ejecución del delito perseguido (artículo 12 Nº 5 Código Penal).
4º Obrar con premeditación conocida (artículo 12 Nº 5 Código Penal). Esta agravante está probada por la conspiración previa conocida por los comandantes en jefe de la Fuerzas Armadas , en entrevistas de prensa y, especialmente, en el libro “El día decisivo”, publicación de la que el comandante en jefe del Ejército se reconoce autor.
5º La superioridad de las fuerzas de las armas (artículo 12 Nº 6 del Código Penal).
6º Abuso de confianza, prevaliéndose de ella para cometer el delito, (artículo 12 Nº 7 del Código Penal), Pinochet había sido designado comandante en jefe en manifestación de confianza y, hasta bien avanzado el día del golpe militar, todavía creía que era un militar “constitucionalista”.
7º Prevalecerse del carácter público que tenían los culpables, es decir, sus altos cargos militares y políticos (artículo 12 Nº 8 del Código Penal).

8º Agregar la ignominia a los efectos propios del delito (artículo 12 Nº 9 Código Penal). Los golpistas se valieron del monopolio de los medios de comunicación para presentar al Presidente de la República como un hombre frívolo, vividor, alcohólico, mujeriego, traidor a la patria y a sus principios, etc.
9º El delito, como es notorio, se cometió con ocasión de sedición (artículo 12 Nº 17 del Código Penal), elemento que constituiría sino una circunstancia agravante, delito en sí mismo.
10º Ejecutado con auxilio de fuerza armada o de personas que aseguren o proporcionen la impunidad.


La señora diputada Allende Bussi, puede o no sentir rencor, puede perdonar incluso. Pero como familiar directa del asesinado Presidente de Chile, debe hacer algo más para dilucidar la verdad histórica de la muerte de su padre.


Para que se haga justicia al menos en los tribunales, sabiendo que en este caso no cabe la amnistía, porque el decreto ley que la estableció, además de improcedente por diversas razones que no es del caso explicar aquí, fue dictado por los mismos que cometieron el crimen y ningún tribunal aceptaría la autoamnistía. Menos cabe la prescripción, porque se trata de un crimen de lesa Humanidad.


Hoy, ya es tiempo para que la Corte Suprema de Justicia aclare el magnicidio del Presidente constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende. No puede seguir soslayando, rehuyendo su deber como parte importante del Estado de Derecho. Con esta actitud, se está echando por tierra la trascendente misión que el Poder Judicial tiene en toda comunidad civilizada.
 

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