No se oyen demasiados socialistas denunciando que más expoliación de los recursos naturales para ‘crecer’ es peor futuro para las generaciones que siguen.
Si algunos izquierdistas hablan de cambiar el modo de producir y de consumir actual y sobre el sostenimiento, no asumen desde hoy la conducción inicial de lo ecológicamente necesario. Como límite defienden determinados medio ambientes locales.
Temen enfrentar el enojo masivo de los que votan por comprar más sin importar que sean mercancías banales.
La izquierda se informa del presente debate de las dos posiciones conservadoras en pugna sobre qué hacer ante la crisis. Pero no las enfrentan. Incluso no es raro percibir simpatía por los ‘rebeldes’ que piden el crecimiento dentro del G8.
El interés vital de la especie humana y todas las formas de vida no está en una austeridad para reordenar las bases del capitalismo. Tampoco en más PIB para salir de la crisis como piden Estados Unidos, Francia, el BRICS.
El objetivo de los pueblos debe ser el cuidado de la naturaleza y su explotación ahorrativa, planificada y solidaria. Socialista.
Para que miles de millones de pobres tengan los bienes indispensables que merecen es condición ineludible que los que sobreconsumen compren menos. No hay otra forma de construir un futuro justo y seguro.
El decrecimiento en algún momento se producirá ya sea bajo un régimen fascista genocida o socialista ecológico. Es inevitable.
Hay que decirlo políticamente para ganar fuerzas por el humanismo, o aceptar ojalá francamente que se está por reformar las condiciones en que operan los capitalistas.
¿Cuántas veces se escucha en serio que la solución de raíz a la situación global es el socialismo?
Rómulo Pardo Silva
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No muchas.
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