Diciembre 26, 2024

Pataletas en la Concertación

tellier290s

tellier290sLa ya anciana y enclenque Concertación de Partidos por la Democracia sufrió en los últimos días un nuevo ataque de convulsiones, que la condujeron otra vez a la unidad de tratamientos intensivos de la política. En esta ocasión, las convulsiones las generó un acuerdo entre el Partido por la Democracia y el Partido Radical Social Demócrata con el Partido Comunista, para levantar una lista conjunta en las elecciones de concejales del 28 de octubre próximo.

 

En el Partido Demócrata Cristiano el soponcio derivó en delirio. Sus dirigentes afirmaron que la conducta del eje PPD-PRSD era inaceptable y motivo más que suficiente para dar por terminada la Concertación, después de 22 años de vida y cuatro gobiernos a su espalda. Anunciaron, además, que con el Partido Socialista -transformado hoy en su principal aliado- acordaron levantar un candidato presidencial y una lista parlamentaria conjunta para las elecciones de 2013. Agregaron que lo harían a través de un “mecanismo democrático” que al parecer no incluiría las primarias tan esperadas por los militantes y simpatizantes del conglomerado político.


En una primera lectura, pareciera que la recaída sufrida por el PDC hubiese sido ocasionada por el acercamiento del PPD-PRSD al PC, y que las razones de fondo habría que verlas en los comicios de concejales de 2008. Entonces, por primera vez, la Concertación fue en dos listas: la Concertación Democrática (PDC-PS), que obtuvo 673 concejales, con el 27,9% de los votos y, la Concertación Progresista (PPD-PRSD) que consiguió 391 concejales con el 17,34%. Aquella vez, el Juntos Podemos Más, del PC y sus aliados, logró 80 concejales y el 9,08% de los sufragios. Si estos resultados se repitieran en octubre próximo, el eventual eje PPD-PRSD-PC se aproximaría al 26,5% de los votos, empatando con el pacto PDC-PS e, incluso, superándolo si consigue el apoyo de otras fuerzas de Izquierda como el Movimiento de Acción Social (MAS) del senador Alejandro Navarro y el Movimiento Amplio de Izquierda (MAIZ) del diputado Sergio Aguiló, entre otros. Ese sería, como dijimos, en primera lectura el motivo de la galopante hipertensión que afectó al PDC. No obstante, hay otras perspectivas para examinar el asunto.


Desde hace meses, la tendencia que controla al PS, la Nueva Izquierda manejada férreamente por Camilo Escalona, Osvaldo Andrade y Francisco Aleuy, aliada a su vez con algunos dirigentes del Tercerismo, encabezados por Ricardo Solari y Juan Pablo Letelier, han convencido a varios de sus principales aliados en el PDC de que la única posibilidad de volver a La Moneda se llama Michelle Bachelet.


A los argumentos empleados para convencer a los DC, los socialistas habrían agregado algunas promesas en las elecciones para alcaldes, concejales, diputados y senadores, además de los consabidos cargos, puestos y figuraciones en la eventual nueva administración del país. Los compromisos asumidos, sin embargo, afectaron directamente a parte de los socialistas, entre ellos los llamados Renovados, que se oponen a Escalona y su gente, al PPD, a los radicales e incluso, a algunos connotados miembros del PDC que desean presentarse como precandidatos presidenciales a elecciones primarias, como la senadora Ximena Rincón y el alcalde de Peñalolén, Claudio Orrego.


La respuesta llegó pronto: el senador Fulvio Rossi y el diputado Marcelo Díaz renunciaron a la directiva del PS y diputados socialistas, como Marcelo Schilling y Fidel Espinoza, cuestionaron la decisión del Senado, presidido por Escalona, de aumentarse en dos millones de pesos sus asignaciones. Asimismo, reapareció en la prensa escrita, radial y en la televisión el nombre de José Miguel Insulza, actual secretario de la OEA, como una posible carta presidencial socialista.


Parece evidente que los intentos de la dirección del PS de imponer rústicamente a sus socios de la Concertación la candidatura de Bachelet, provocó el inicio de una nueva rebelión que esta vez puede ser mucho mayor que las protagonizadas por los parlamentarios “díscolos”, que terminaron marginándose del entonces gobernante conglomerado político.


75 AÑOS DE ALIANZAS

La Concertación que gobernó exitosamente a Chile entre 1990 y 2000 dejó de existir en los primeros años de este siglo, hace una década. Inicialmente la conformaron 17 partidos: Partido Demócrata Cristiano (PDC); Partido Socialista (dirigido por Clodomiro Almeyda); Partido Socialista (Histórico, encabezado por Juan Gutiérrez); Partido Socialista (Mandujano, conducido por Manuel Mandujano); Partido Socialista (Renovado, liderado por Ricardo Núñez); Unión Socialista Popular (Usopo) de Ramón Silva Ulloa; Partido Radical, de Enrique Silva Cimma; Partido Radical Socialista Democrático (PRSD), presidido por Aníbal Palma; Partido Social Democracia (PSD), de Eugenio Velasco; Partido Democrático Nacional (Padena), de Wolfang Priour; Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), con Víctor Barrueto como secretario general; MAPU Obrero Campesino (MAPU-OC), con Fernando Avila Illanes de secretario general; Izquierda Cristiana (IC) con Luis Maira de coordinador; Partido Humanista (PH) presidido por José Tomas Sáenz; Partido Liberal (PL), de Hugo Zepeda Barrios; Los Verdes, conducidos por Andrés Koryzma y el Partido Alianza de Centro, de Adolfo Ballas. De todos ellos, hoy sólo quedan tres: PDC, PS y PRSD; más el PPD, que se incorporó más tarde.


De los conglomerados políticos que encarnaron reivindicaciones populares en los últimos 65 años, desde 1937 en adelante, la Concertación es la que mayor tiempo ha durado y en más ocasiones -cuatro- ha llegado al gobierno.


El Frente Popular existió entre 1937 y febrero de 1941. Estuvo integrado por los partidos Radical, Comunista, Socialista, Democrático y Radical Socialista. Llevó como candidato a la presidencia al radical Pedro Aguirre Cerda y lo puso en La Moneda en 1938. Le sucedió la Alianza Democrática, entre 1942 y 1947, agrupando al Partido Radical, Partido Socialista, Partido Comunista, Partido Democrático y Partido Socialista de los Trabajadores. Ganó la elección de 1942 y llegó al gobierno con el radical Juan Antonio Ríos, quien falleció en 1946.


Entre 1956 y 1969 funcionó el Frente de Acción Popular (FRAP), integrado por el Partido Comunista, Partido Socialista Popular, Partido Socialista de Chile, Partido Democrático del Pueblo, Partido Democrático de Chile, Vanguardia Nacional del Pueblo y Partido Social Demócrata. Le siguió la Unidad Popular (UP), que se formó en diciembre de 1969 con motivo de las elecciones presidenciales de 1970. Estuvo conformada por el Partido Radical, Partido Socialista, Partido Comunista, Movimiento de Acción Popular Unitario, Partido de Izquierda Radical y Acción Popular Independiente, incorporándose luego la Izquierda Cristiana y el MAPU Obrero-Campesino. Consiguió llevar a La Moneda al socialista Salvador Allende, derrocado por el golpe militar de septiembre de 1973. (La Unidad Popular funcionó en el exilio aproximadamente hasta 1982).


La Concertación de Partidos por la Democracia nació el 2 de enero de 1988 como Concertación de Partidos por el No, y aglutinó a los principales sectores de la oposición a la dictadura militar a la que derrotó en el plebiscito del 5 de octubre de 1988.


En todos los conglomerados políticos que representaron a los sectores medios y populares desde 1937 en adelante, excepto en la actual Concertación, los comunistas tuvieron un papel relevante y se ciñeron estrictamente a las normas democráticas. Tras el golpe militar de 1973, el PC intentó convencer al PDC para formar en conjunto con otras fuerzas un Frente Antifascista que se opusiera al régimen de Pinochet. La mayoría del PDC se negó a cualquier acuerdo con los comunistas, y a partir de fines de los 80 inició un progresivo acercamiento a los sectores “renovados” del PS, aproximación que se consolidó cuando un grupo de dirigentes socialistas impulsó, en 1989, la candidatura presidencial del democratacristiano Patricio Aylwin.


EL IMPERIO DE LAS TENDENCIAS

En el primer gobierno tras el retorno de la democracia, el denominado “aylwinismo”, encabezado por el dirigente del PDC Gutenberg Martínez, consolidó sus vínculos con los dirigentes socialistas renovados, entre los que destacaban Enrique Correa, Ricardo Solari, Jorge Arrate, Ricardo Núñez, Carlos Ominami y otros, para ejercer hegemonía sobre sus propios partidos y el resto de la Concertación. Se impusieron entonces las tendencias que cooptaron la participación de los militantes de cada conglomerado, controlando férreamente el ingreso de nuevos miembros. Surgieron el “aylwinismo”, el “freísmo”, el “laguismo”, el “bacheletismo”, el “girardismo” y otros ismos. A fines de los 90, un dirigente del PS confesaba en privado que para él primero estaba su “lote” -su tendencia-, luego el partido y en último término, la Concertación. Ni hablar del resto de los chilenos. Esa lógica se impuso en los cuatro partidos de la Concertación a lo largo de la última década, alejándolos cada vez más del resto de la ciudadanía.


Enfrentados en 2010 a la derrota frente a Sebastián Piñera y la Coalición por el Cambio, han sido incapaces de proponer al país una alternativa de gobierno, con un programa claro y preciso, que incluya al resto de las fuerzas democráticas de Izquierda, de centro e independientes. Sólo miran hacia atrás, aferrándose a las faldas de una candidata-mamá, la imagen idealizada del último de sus éxitos políticos.

MANUEL SALAZAR SALVO

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 756, 27 de abril, 2012

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