Estoy inserto en las grietas de Chile. Vivo en uno de sus ghettos, un condominio de Ñuñoa, he visto el malestar de los estudiantes y de la sociedad chilena y no me sorprende esa actitud señor Jorge Edwards.
Desde mi departamento, con sólo abrir las ventanas, he escuchado el tronar de las cacerolas desde el Estadio Nacional hasta los límites de Rodrigo de Araya con Macul, en apoyo a la demanda estudiantil de enseñanza pública, gratuita y de calidad; y no me siento por eso talibán, inútil subversivo o como su evocación lo presiente una víctima del infantilismo de izquierda.
Sí, comparto con usted desde mi modesta esfera la pasión por la literatura, llegando a la osadía de presentarme como escritor, en la medida que he ido cultivando a un conjunto de lectores, en el transcurso de los años con crónicas, artículos y uno que otro libro escaso.
Comparto con usted también Jorge, la necesidad de revisar nuestra historia reciente, con el desprendimiento y la generosidad que el país necesita. Acepto su visión de la izquierda de los setenta, pegada a la consigna, maximalista, amante de la retórica y con falta de coraje, del último concepto libero a Salvador Allende y a todos los que resistieron el golpe de estado, como a los que trabajaron activamente contra la dictadura de Pinochet. Pero estimado escritor, me resulta difícil consentir, la tesis economicista de la inflación como punto de tope del gobierno Popular, mi memoria es frágil, pero el asesinato del General Shneider, se produjo antes de la elección de Allende por el Congreso y según los documentos desclasificados por la propia CIA, era parte del complot , con el objetivo de derrotar la experiencia chilena al socialismo.
Usted está de paso, pero se da el tiempo de re-pasar a los jóvenes comunistas, quiénes optaron por ocupar uno de los símbolos de los dueños de Chile, acción carente de lógica y que rompe los equilibrios políticos según su parecer “Y Camila y sus amigos se toman la sede de la UDI con notable desparpajo, pero con cabeza escasa. No entienden que la historia siempre se puede repetir, aunque en contextos y estilos diferentes”.
Tal vez, en algún momento en que decida escuchar menos los murmullos de su oído derecho, podríamos tomarnos un café y discutir sobre su visión de la historia, porque desde mi perspectiva, el problema no radica en la ausencia de crítica dentro o fuera de las izquierdas, ni en cerrar la puerta de una vez por todas al tormentoso siglo XX.
Nuestro problema, ese que usted no percibe, porque vive “de paso” es el cansancio y fastidio ante el abuso y la desigualdad de un modelo impuesto por un golpe de estado, que significó un retroceso total en los derechos cívicos y sociales de los chilenos, un modelo que instauró el terror, para luego disciplinar a sus habitantes y que finalmente fue legitimado por una clase política emergente, amparada en su incapacidad, indolencia o simple pavura por los uniformes.
Es la arquitectura política y social, sustentada en la idea del sacrosanto mercado, el leitmotiv de la desigualdad, la pobreza y exclusión económica, cultural y espacial que los chilenos viven a diario, pero de seguro eso a usted no lo toca, está de paso.
Yo en cambio, vivo, sudo y respiro el agitado Chile y siendo las 0:42 del día cuatro de abril, lo dejo tranquilo, para que no se sienta agredido “por una barricada intelectual o una molotov de ideas descabelladas y carentes de ingenio” siga su rumbo Embajador, por fortuna está De paso
*En respuesta al texto De paso, publicado por Jorge Edwards en La Segunda del 23 de marzo
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2012/03/23/de-paso.asp
Omar Cid, Subdirector de Crónica Digital y candidato al Directorio Nacional de la SECH
Santiago de Chile 4 de abril de 2012
“Nunca salí del horroroso Chile”
Enrique Lihn