Noviembre 24, 2024

La medida de nada

Otras cosas no, pero física me pasé estudiando un puñado. Por eso sé, desde que era un pibe, que existen unidades de medida desde antes que a Newton se le ocurriera uno de los misterios más apañaos de la ciencia: el principio de la gravedad universal. La Revolución Francesa se ocupó, entre otras cosas, de imponer el sistema métrico decimal evitando así una confusión de mil pares de cojones, mira ver. Una roquilla era igual a 1/32 de pinta, o a 1,5 pulgada cúbica. Un pez era igual a 1/8 de pinta lo que daba exactamente 6 pulgadas cúbicas. Un semiard era 1/4 de pinta o sea 12 pulgadas cúbicas, y luego seguían progresivamente la chopine, la pinta, el quade y la velte. Había que saber que la pulgada era igual a 1/12 de un pie-del-rey, que una percha ordinaria era igual a 20 pies-del-rey y una percha del rey, curiosamente, hacía solo 18 pies-del-rey. ¿Y el pie-del-rey? Era igual a 1.728 puntos, o bien a 144 líneas. Como puedes ver, claro como el agua de roca.

 

 

 

 

Te evito el resto de los miles de medidas de longitud, de peso, de superficie y de volumen propias a cada lugar, pero te aclaro que ya en la Edad Media podías cambiar tu billetito a razón de 12 denarios por 4 liardos. Esos 4 liardos daban un sous, lo que en la copia feliz del edén equivale a un “cinco”: para decir “no tengo un cinco”, los galos dicen “no tengo ni un sous”. Como te contaba, la Revolución francesa impuso el sistema decimal allá por el año 1795. De nada sirve que me digas que los ingleses se quedaron con la pulgada, los pies y las millas, todo el mundo sabe que la racionalidad no es cualidad propia de los rosbifs. ¿Estamos?

 

Todo esto para contarte que el G20 se reúne en París para no resolver nada, como siempre, visto que el G20 es tan inútil como los cinturones de castidad en algunas diócesis. Problema principal: establecer los indicadores de medida de los desequilibrios económicos que tienen jodido al planeta y rejodido al personal. En pleno siglo XXI los economistas no se ponen de acuerdo ni siquiera en el sistema de pesos y medidas.

 

Francia preside el G20 y super Sarkozy quería resolver algunos problemillas pendientes: un crecimiento fuerte, equilibrado y durable, la reforma del sistema monetario internacional, la volatilidad del precio de las materias primas, el gobierno planetario. La nada misma. Y los boludos no se ponen de acuerdo ni siquiera en cómo medir los desequilibrios económicos… Como ves hay patadas en el culo que se pierden, pero yo y tú no podemos nada y Felipe Larraín tampoco por la simple razón que ni siquiera lo invitan al G20.

 

Los indicadores en los que no se ponen de acuerdo son cinco, atento el personal: los desequilibrios de la balanza corriente, las tasas de cambio reales, las deudas y los déficits públicos, el monto de las reservas de cambio y las tasas de ahorro privado. Para cada uno de estos indicadores, a priori tan sencillos de definir como de calcular, hay opiniones encontradas. No te sorprendas. En cada país de la Europa comunitaria hay más o menos pobres según utilices el modo de cálculo nacional o el de la Unión Europea. En Chile tenemos pocos pobres porque el INE los calcula con un chamullo estadístico que no se cree ni el que lo inventó.

 

Como en estas cosas los EEUU juegan un papel eminente, -el chamullo estadístico, digo-, Washington previno hace unos días que era poco probable que se llegara a un acuerdo este fin de semana. En noviembre el secretario del Tesoro Timothy Geithner había propuesto un desequilibrio de la balanza corriente inferior al  4% del PIB. Alemania y China tocaron el pito porque como exportan mucho tienen una balanza positiva mucho mayor. Y propusieron a su vez que se retuviera la deuda y el déficit público. A los yanquis les dio un soponcio porque viven a crédito y le deben plata hasta a Nigeria.

 

Como puedes ver, la elección de los indicadores y su definición no es solo una cuestión económica, sino también y sobre todo política. Y para más inri, una vez que se pongan de acuerdo, el Fondo Monetario Internacional será incapaz de hacerlos respetar.

 

Como te decía. El G20 y el FMI: la medida de nada.

 

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