Las cotizaciones de las materias primas en general y de las básicas en particular, se han disparado incluyendo los alimentos, pasando a primer plano en las preocupaciones sobre el desarrollo futuro de la economía mundial, en especial por las consecuencias políticas tanto internas como globales que comienzan a manifestarse.
Para ejemplificar el alza de las materias primas básicas se puede escoger al cobre, considerado un barómetro clave de la economía global, que hasta diciembre último había experimentado un alza de 60 por ciento, llegando a un récord máximo de 10 mil dólares en febrero.
Ello se debe a temores por el déficit de suministro y por datos económicos positivos de los principales consumidores.
China representa casi el 40 por ciento del consumo global de cobre y Estados Unidos, es el segundo mayor consumidor, con cerca de un 15 por ciento de la demanda total.
El déficit de cobre se estima en 385 mil toneladas este año y 560 mil toneladas el año próximo.
Que el precio pase de nueve mil 200 dólares a 10 mil dólares confirma que el déficit aumenta.
Se espera que la demanda mundial crezca entre cuatro y cinco por ciento en el año, lo que no será compensado con la nueva producción cuprífera, que se estima aumente sólo entre uno y dos por ciento.
Según el Standard Bank, mayor banco de África, es probable que siga habiendo un déficit de suministro de cobre hasta el 2013, esperando un incremento de la demanda en todas las regiones.
Incluso eso ocurre en los mercados desarrollados, no porque el crecimiento sea muy fuerte, sino simplemente porque vienen de una base baja, indicó esa fuente financiera.
No es la primera vez que la inflación e hiperinflación azotan a nivel global o regional, pero en esta ocasión sus causas, características y consecuencias son diferentes a las anteriores en la historia económica, pues está sustentada en fundamentos económicos estructurales y no en factores temporales que también influyen pero no determinan.
Estos fundamentos son el alto crecimiento de las economías emergentes, fronterizas y en desarrollo, provocando el aumento de la demanda, que está poniendo en tensión las inversiones, la producción, los inventarios y la oferta de todas materias primas incluyendo las energéticas, así como otros cambios estructurales en la economía, el comercio y las finanzas globales.
Los factores temporales como la especulación, el cambio climático, los desastres naturales y situaciones geopolíticas, como ocurre ahora en Australia y el Medio Oriente, influyen pero temporalmente.
En cambio, los estructurales, son sistémicos e irreversibles.
Por otra parte, las economías desarrolladas para detener la contracción del crecimiento debido a la crisis financiera, han bajado las tasas de interés a niveles mínimos históricos y puesto en práctica planes de estímulo, después de los de salvamento a entidades financieras y empresas en bancarrota debido a la crisis crediticia, originada por la inmobiliaria.
Estas medidas, por un lado han puesto los déficits fiscales en riesgo de cesación de pagos y por otro, inundan de liquidez los mercados financieros internacionales, ya saturados por la gran concentración de capital en manos los sectores privados de la economía y millonarios particulares, provocando la guerra de divisas o efecto dólar.
La inyección excesiva de capital genera inflación y devaluación de la moneda, sobre todo en situaciones como la actual, de grave crisis de deuda soberana, socavando la confianza y amenazando la afluencia de inversiones extranjeras a los mercados de bonos de duda y alza de sus primas de riesgo.
Dada la contracción del crédito en los mercados internos de las economías desarrolladas, el exceso de capital no está provocando inflación internamente, sino que se está dirigiendo deliberadamente (guerra cambiaria), hacia los mercados especulativos internacionales y de los mercados emergentes, contribuyendo al alza de la inflación en los mismos.
Esos flujos de capital se trasladan, agregando demanda de bienes y servicios en los países receptores o sea, a la inflación fundamental de la economía real y revalorización de sus monedas, como está ocurriendo en China y Brasil actualmente.
De esta manera, ese componente de la inflación agregada (por el efecto dólar), está regresando a Estados Unidos junto al incremento de los precios de las materias primas, en el valor de sus importaciones.
Los precios de las importaciones de EE.UU. subieron en diciembre 1,1 por ciento, tras un incremento revisado al 1,5 por ciento en noviembre y en todo 2010 se elevaron 4,8 por ciento, por encima del rango aceptable de entre uno y dos por ciento.
Así se produce otro nuevo fenómeno en la economía mundial: “la inflación con deflación” o inflación importada, cuya medición estará determinada por el diferencial de las presiones deflacionarias de los mercados deprimidos internos y las inflacionarias en los mercados internacionales principalmente, entre otros factores.
Para aminorar el impacto en los costos de producción, por las expectativas futuras alzas de los precios, los fabricantes y los mercados mayoristas están acumulando inventarios o acaparando, lo que a su vez provoca más inflación.
Hasta el momento, el aumento de los costos de producción no se había trasladado a los consumidores.
Para salir de altos inventarios debido a la poca demanda y el mantenimiento de las cuotas de mercado, contrarrestaron pérdidas y aumentaron la productividad mediante el desempleo, la baja de salarios y la extensión de los horarios laborales.
Pero los niveles de inflación hacen ya insostenible el mantenimiento de los precios minoristas y los productores comienzan a pasarles los incrementos a los consumidores.
Así lo reportó el Wall Street Journal el 6 de febrero último:
“El impacto del alza de los precios del acero en Estados Unidos está comenzando a filtrarse a través de la cadena de suministro, lo que ha llevado a las compañías que compran y procesan acero a incrementar sus propios precios, a acumular inventarios en anticipación a alzas adicionales y a elevar los volúmenes para contrarrestar el incremento de los costos.
“Desde noviembre, los productores de acero han aumentado los precios seis veces, para un total de entre 20 y 30 por ciento en el acero laminado plano, utilizado en todo tipo de productos.”
Cuatro días antes la misma fuente había publicado:
“El líder mundial de electrodomésticos Whirlpool, que vende bajo las marcas Maytag y KitchenAid, dijo que su utilidad y ventas del cuarto trimestre subieron, impulsadas por controles más estrictos y por una fuerte demanda en mercados emergentes como Asia y América Latina.
“La inflación en las materias primas está elevando los costos y esperamos mitigarlos con mejoras en la productividad, innovación y con los recientemente anunciados incrementos de precios.
“Los principales fabricantes de artefactos domésticos, Whirlpool y Electrolux, elevarán los precios para traspasar a los consumidores los crecientes costos de las materias primas y dependerán de los mercados emergentes para conducir el crecimiento.
“Electrolux, que vende productos bajo su nombre y también bajo las marcas Zanussi y Frigidaire, elevará sus precios en un ocho a un 10 por ciento en Norteamérica desde abril y gradualmente en Europa y otros mercados.
“La decisión se produce cuando los manufactureros mundiales planean alzas de precios para compensar los altos costos de las materias primas y recuperan el terreno perdido durante la recesión.”, indicó el Wall Street Journal.
Los pronósticos de desempleo en las naciones ricas, incluyendo a Estados Unidos, son de aumento y en el mejor de los casos mantenimiento de las tasas de desocupación, junto a la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores por la devaluación del dólar y el aumento de la inflación.
A ello se agregan las ya iniciadas puestas en marcha de los planes de reducción de gatos estatales y los aumentos impositivos, que sumados a los factores anteriores, agregan indirectamente más inflación y contracción económica.
Para contrarrestar la inflación, el mecanismo más efectivo y utilizado es precisamente la herramienta de las tasas de interés en manos de los bancos centrales.
Esa aplicación, ante la ausencia de crecimiento real de la economía, puede provocar más inflación negativa o deflación, al contraer el crédito.
La inevitable inflación fundamental obliga al aumento de las tasas de interés y contrae el crecimiento, ahogando los débiles y limitados repuntes en algunos sectores de la economía, que están dependiendo del alza de la demanda en los mercados emergentes y tratando de aumentar su grado de exposición a los mismos.
La Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) elevó su estimado de demanda global de petróleo para el 2011.
Según previó, el consumo crecerá en 140 mil barriles por día (bpd) más de lo estimado el mes pasado.
Calculó además que la demanda ahora promediaría un récord de 88,16 millones de bpd este año.
Dijo que el uso global de petróleo crecerá un 1,9 por ciento más en el
La sólida demanda global también reducirá los inventarios de los países industrializados ya que las reservas caerían al nivel medio del promedio de los cinco años al fin del 2012, agregó la agencia.
De acuerdo con la última actualización del Fondo Monetario Internacional (FMI), las economías emergentes crecerán en 2011 un 6.5 por ciento, contra el 2.5 esperado para los países avanzados.
De esta forma los emergentes continúan su impetuoso ritmo de crecimiento y los desarrollados su tendencia a la contracción.
Así la inflación importada por los países industrializados entra en otro novedoso fenómeno de la economía mundial pues al combinar contracción con inflación crea la peor de las situaciones posibles: la contracflación.
(*) El autor es periodista, jurista, fue diplomático y miembro de