Una idea es convincente cuando la hacen suya millones de ciudadanos. ¡No al lucro en la educación, Sí a la gratuidad! han expresado de múltiples formas la mayoría de los chilenos y chilenas.
Más claro no puede ser. Escamotear esta decisión es una maniobra antidemocrática. A seguir entonces el camino del pueblo de Islandia.
Ante la parálisis política del gobierno con la oposición, al juego mediático de ambas y a la táctica dilatoria de Piñera y Bulnes para negarse a dar respuesta a las demandas del movimiento estudiantil hay que elaborar una propuesta común desde las bases estudiantiles, los movimientos sociales y sus organizaciones. ¿Por qué no ir aunando voluntades para ir creando desde abajo un acontecimiento político ciudadano mayor que aclare la situación actual y presente claras alternativas a las mayorías ciudadanas y trabajadoras?
La disyuntiva es: o la continuación de la misma política neoliberal y mercantilista del Gobierno desde arriba y salpicada de las improvisaciones de la elite política concertacionista, o la imposición de nuestras soluciones fundada en la soberanía popular para satisfacer las urgentes necesidades sociales postergadas de la inmensa mayoría en educación, salud, trabajo, previsión y de entorno de vida ambiental sana.
Este ordenamiento de temas, prioridades sociales y soluciones por las cuales movilizarse para imponerlas a nivel nacional puede y debe hacerse junto con la reagrupación de fuerzas en torno a las demandas explícitas y latentes en el movimiento social por la educación gratuita y contra el lucro. El movimiento estudiantil tiene la fuerza, la legitimidad y el apoyo de 87% de la ciudadanía para convocar un encuentro nacional o gran asamblea para impulsar los puntos sobre los cuales ya hay convergencia.
El movimiento político y cultural ciudadano que ha emergido es pujante, poderoso y lleno de iniciativas. Además de las tradicionales organizaciones como los sindicatos (aún débiles, sin embargo), de DD.HH, de colegios profesionales (pocos en realidad), están las nuevas surgidas al calor de las luchas como la estudiantil secundaria y universitaria, de la ciudadanía de Magallanes, del pueblo mapuche y de los ambientalistas contra el proyecto capitalista depredador de HidroAysén que han llevado el peso de las recientes movilizaciones.
Existen en la galaxia ciudadana democrática, antineoliberal y anticapitalista una multiplicidad de asambleas ciudadanas, asociaciones de padres y madres apoderados, movimientos democráticos, ecologistas, de los pueblos originarios, organizaciones de mujeres feministas y trabajadoras, redes sociales y de medios populares alternativos; además de colectivos políticos. Este fenómeno sociopolítico, además de la disposición de la ciudadanía a manifestarse, atestigua de un proceso de recomposición de un tejido y entramado social poderoso. La fuerza existe y llegó el momento de la deliberación, pero para pasar lo más pronto a la acción colectiva convergente.
Organizaciones con clara legitimidad ciudadana, como
Quienes se opondrán frontalmente a tal iniciativa democrática y soberana son los que cuentan con el escenario electoral que se avecina -en un cronograma institucional desfasado- para desviar la atención de las prioridades populares. Es la manera que tienen los políticos gatopardistas de