Hoy, 26 de febrero de 2019, hemos sabido que el 13 de marzo próximo, dos semanas más, un tribunal de Melbourne, Australia, anunciará la condena del prelado católico George Pell.
George Pell, hoy de 77 años, ha sido hasta hace un día Ministro de Finanzas del Estado Vaticano y directo asesor por cierto del Papa Francisco.
El señor Pell es un delincuente, sentenciado por el delito de pederastia.
El cargo que ocupó hasta hace dos días era el tercero del Estado Vaticano, después del Papa y del Secretario de Estado.
El Papa puede decir que no sabía de los antecedentes del Sr.Pell, a quien tuvo siempre a su lado, incluso cuando anunció urbi et orbi este domingo 24 de febrero en Roma que luchaba “en todos los niveles” contra los delitos cometidos por sacerdotes contra niños, adolescentes, enfermos y mujeres, entre ellas monjas.
El Papa conocía el veredicto de la justicia de Melbourne, de 11 de diciembre pasado, que sentenció al cura Pell. Sólo después de los anuncios de la justicia australiana la Iglesia Católica investigará a Pell y lo defenderá en sus apelaciones ante la justicia civil,humana.
Francisco aparece así al menos como encubridor de los delitos de Pell.
Francisco tiene muchos años en la Iglesia y varios en el Vaticano.
Recientemente fue acusado por el arzobispo italiano Carlo María Viganó de encubrir a otro alto dignatario de la iglesia norteamericana, el cardenal Teodore McCanik, acusado por Benedicto XVI de delincuente dedicado a atacar a niños.
La justicia australiana ha acusado y sentenciado a Pell por delitos cometidos en los años 90 contra dos monaguillos, de 12 y 13 años respectivamente, a los que les impuso felación y se masturbó frotándose contra ellos, en la sacristía de la catedral Saint Patrick de Melbourne según ha comunicado el tribunal respectivo.
Es posible que Francisco haya confesado a Pell y lo haya perdonado por todos sus pecados, pero ese perdón no tiene importancia ante la justicia de Melbourne que en dos semanas más puede condenar al ex ministro de Finanzas a estar en prisión hasta que se despida de este mundo, ya que cada caso sentenciado entrega una justa condena de diez años.
Finalmente Pell las sacará barata si se compara su suerte con la pedida por el fundador de su Iglesia hace veinte siglos: “Si alguien hace pecar a estos pequeños más le valdría que le ataran una piedra de molino al cuello y lo lanzaran al fondo del mar”.
No hay organización internacional ni Estado en el mundo occidental que cometa hoy más delitos contra los niños que la Iglesia Católica y el Estado Vaticano.
El Papa puede ser enviado a los tribunales.