En la crisis subprime del año 2007-2008, los países más afectados perdieron un promedio del 9% de su producto bruto per cápita. Esto se compara con una pérdida promedio de sólo un 6% del producto bruto per cápita en las catorce peores crisis que se produjeron después de la segunda guerra mundial.
En la crisis subprime del año 2007, no sólo el producto cayó en una forma muy abrupta, sino que el periodo de recuperación tomó el doble de tiempo, es decir, 9 años promedio en vez de los solo cuatro años que tomaron todas las crisis anteriores al año 2007. Aún hoy día, algunos países afectados no recuperan su nivel pre crisis. Este es el caso de Grecia e Italia. Grecia perdió un 26% de su producto bruto per cápita e Italia perdió un 12% de este producto. Hoy día (2018) ambos países tienen un producto bruto per cápita muy inferior al del año 2007. El Fondo Monetario estima que estos dos países recuperarán el producto bruto per cápita del año 2007 sólo para el año 2024.
Las crisis financieras hacen un enorme daño, porque ellas destruyen mucha riqueza y en forma muy rápida. Típicamente la crisis comienza cuando el valor de un bien o producto empieza a caer, y al hacerlo, hace que otros bienes también caigan. El bien que origina la crisis, debe ser un producto que juega un rol importante en la economía tales como: los tulipanes en la Holanda del siglo XVII, las acciones en Nueva York en 1929, la tierra en Tokio en 1989, y las casas en Estados Unidos en el año 2007. Desde el punto tope del valor de una casa en el año 2006, hasta su precio más bajo a comienzos del año 2009, el valor de las casas en Estados Unidos, cayó tanto, que el dueño de una casa promedio perdió más de un año de su ingreso real. La destrucción de riqueza en el periodo 2007 – 2008 fue un 50% mayor que la pérdida que sufrieron los dueños de casa en la crisis tecnológica del año 2000. La crisis del año 2000, tuvo un efecto pequeño en la economía, ya que pocas personas poseían acciones tecnológicas. En el año 2007, por el contrario, las casas formaban la más importante riqueza de la población. Además, los bancos y otras instituciones financieras en el mundo occidental, habían usado las casas como instrumentos colaterales de un gran número de complejos, opacos y corruptos instrumentos financieros. Una vez que el precio de las casas cayó, y los estadounidenses empezaron a no pagar las deudas al banco, todo el sofisticado sistema de obligaciones financieras, construidos sobre las deudas para comprar una casa, se vino estrepitosamente abajo.
El estallido de la burbuja tecnológica, sólo fue una crisis bursátil. El estallido de la burbuja de las casas en occidente, se transformó en una enorme crisis financiera en todo el mundo occidental. Los especialistas señalan que la crisis del año 2007, no se transformó en una nueva gigantesca depresión sólo debido a que los gobiernos occidentales actuaron con suma rapidez. Entre el año 2008 y 2012, los países más afectados gastaron más de un 25% de su producto anual bruto en el estímulo estatal de sus economías. Esto evitó que la gran recesión, no se transformara en una gran depresión tal como ocurrió en los años 30 del siglo XX. Los políticos occidentales no cometieron el error de los años 30, donde absurdamente se pensó que era mejor que la economía se sanara por sí sola. Esta vez el Estado, tanto en Estados Unidos como en Europa, implantó un sofisticado sistema de préstamos en dólares a todas las instituciones financieras que estaban en agudos problemas. Entre el año 2009 y 2012, la reserva federal de Estados Unidos, bajó las tasas de interés a cero y utilizó un cuarto del producto bruto estadounidense en salvar a grandes bancos y otras instituciones financieras. La reserva federal también desarrolló un exitoso sistema de ayuda a los bancos de los países aliados. De esta forma contribuyó significativamente a la recuperación económica de sus aliados, tanto en Europa como en Asia. Fue así como fondos públicos estadounidenses salvaron al sector privado occidental. A esta estrategia se la denominó “dinero fácil” o “quantitativeeasing” ([i])
Esta vez, no será la caída de las acciones tecnológicas como en el año 2000, o la caída del valor de las casas como en el año 2007: la próxima crisis del año 2020, se producirá debido a la caída de los precios del petróleo.
En las últimas semanas el petróleo Brent cayó de 80 dólares el barril, a menos de 65 dólares. Esta caída se debe en gran parte a la guerra comercial entre Estados Unidos y China iniciada por el presidente Trump a comienzos del año 2018. Las altas tarifas impuestas a los productos chinos en los Estados Unidos, han sido complementadas con altas tarifas a los productos estadounidenses en China. Esta guerra tarifaria ha tenido como consecuencia el hecho que millones de toneladas de productos no sean transportados ni por barcos ni por aviones. Es así como una importante consecuencia de todo esto, es una drástica reducción del comercio global, lo que a su vez ha causado una reducción en el consumo del petróleo. Es altamente probable que esta guerra comercial se vaya intensificando durante el año 2019. La caída del precio del petróleo, así como fue la caída del precio de los tulipanes en la Holanda del siglo XVII, y la caída de las acciones y de otros papeles en el año 1929, la caída de las acciones tecnológicas en el año 2000 y finalmente la caída del precio de las casas en el año 2007, con toda seguridad provocará una gigantesca depresión en el año 2020.
Esta vez, las fuerzas políticas populistas, impedirán que los Estados salven a los bancos de la misma forma como ellos fueron salvados entre los años 2008 – 2012. En esta nueva catástrofe económica, no se podrán utilizar fondos públicos para, una vez más, salvar al corrupto sector privado. El planeta así volverá a revivir los terribles años que se vivieron en la fatídica década de los años 30 del siglo XX.
Los efectos en Chile
Chile es un país sumamente expuesto a las crisis mundiales. En la gran crisis que afectó al planeta en la última década del siglo XIX y primeras dos décadas del siglo XX, Chile cayó en el caos económico y político. En la primera década del siglo XX, la situación de la población pobre era tan desastrosa que se produjeron grandes huelgas y masivas manifestaciones populares en distintas ciudades del país. La corrupta oligarquía chilena, vulgar administradora de las inversiones británicas en el país, reprimió tiránicamente el profundo malestar popular con numerosas y criminales masacres en distintas ciudades del país. La más brutal y sanguinaria fue en Iquique, donde la corrupta oligarquía asesinó a más de 3000 personas.
Posteriormente, en la segunda década del siglo XX, el país perdió su principal fuente de ingresos, con la invención del salitre sintético por parte de científicos alemanes en 1914. La catástrofe económica que este invento produjo, fue tan mayúscula, que ella destrozó el poder político de la corrupta oligarquía y permitió la subida al poder de la clase media en Chile. Primero con el presidente Alessandri Palma entre 1920 y 1924 y luego con la dictadura del general Ibáñez entre 1925 y 1929. La gran depresión del año 29, destruyó la dictadura de Ibáñez y el país cayó en una anarquía política que duró hasta el segundo periodo de Alessandri, quien se transformó en un dictador derechista entre 1933 y 1938. La clase media y el proletariado, logró aliviar su terrible situación económica con la llegada de los gobiernos radicales que se iniciaron en 1939 y terminaron en 1952. Este fue un periodo de intensa intervención estatal, donde se crearon centenares de empresas públicas que efectivamente fueron capaces de sacar al país de la extrema pobreza al cual la corrupta oligarquía lo había condenado después de la primera guerra mundial. Fue de esta forma como Chile logró estabilidad democrática entre 1939 y 1973.
La crisis del petróleo de 1973 (subida de precios) arruinó el gobierno del presidente Allende y ella facilitó enormemente el golpe militar de 1973. La dictadura militar se extendió hasta 1989. Una vez más el proletariado y la clase media, sufrieron la terrible consecuencia de la crisis económica iniciada en 1973. El país recuperó después de 1990 parte de su democracia perdida y también pudo recuperar sustancialmente su estándar de vida. Sería sumamente cruel e irónico, que todos los avances económicos, logrados después de 1990, una vez más sean perdidos debido a una nueva crisis mundial provocada esta vez por la caída de los precios del petróleo, a la cual seguramente se agregarán todas las materias primas que Chile actualmente produce y exporta a todos los rincones del planeta.
F. Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, 20 de noviembre de 2018
[i]Adam Tooze “The Forgotten History of the Financial Crisis. What the World Should Have learned in 2008” Foreign Affairs September – October 2018; ver también: C. Reinhart y V. Reinhart “The Crisis Next Time. What we should have learned from 2008” Foreign Affairs November – December 2018