Lo primero que quiero hacer notar es que Gandhi no hizo ninguna huelga de hambre. Sólo fue show que se comieron los ingleses. Este gobierno no se habría dejado impresionar por el santón. El Mahatma realizó 17 shows a los que llamó “huelgas de hambre”. El primero duró sólo 4 días, en Ahmedabah, India. El último, en Nueva Delhi, duró desde el 13 de enero al 18 de enero, es decir 6 días. Gandhi no perdió nunca más del 10 por ciento de su peso en esas llamadas “huelgas de hambre”. La verdad es que normalmente pesaba 50 kilos y, aunque no se le controlaba después de sus shows, médicos ingleses calculan que pesaría unos 48 kilos después de su última “huelga de hambre”.
Gandhi no se enfermó, no murió de hambre ni de sed. Tuvo éxito político, es cierto, hasta que 12 días después de su último show, lo acribillaron a balazos.
Si usted está en combate por sus ideas y decide, después de pensarlo mucho, arriesgar su salud – y si es joven su futuro- e incluso su vida (porque usted no sabe qué repercusiones podrá tener en su organismo tan extrema decisión) y declararse de verdad en huelga de hambre, usted no habrá hecho ninguna gracia. Sólo, tal vez, la gracia de llamar la atención, si logra que esa decisión suya sea tomada en cuenta por los grandes medios de comunicación y el poder estatal.
Si usted lleva, por ejemplo, una semana de absoluto ayuno –con la preocupación consecuente de su familia y sus cercanos – no habrá conseguido impactar a nadie, porque los gobiernos serios –como éste- sólo toman en cuenta su huelga de hambre si usted deja de comer, como lo he dicho, por 50 ó 60 días y noches consecutivas. Algo así como diez veces más que los shows de Gandhi. Si usted, en una debilidad, por ejemplo después de un mes de inanición y de preocupación familiar y médica, toma un poco de agua o un sorbo de café, usted habrá caído en una inconsecuencia tal que no preocupará a la autoridad competente.
Si usted no persevera en su ayuno, y está por ejemplo sólo 30 días sin comer y beber, eso será un acto de cobardía extrema porque en realidad no tiene el heroísmo para mantener su decisión y continuar adelante.
Hasta ahora ni la niña Rubilar ni Matías Ortega estuvieron de verdad en huelga de hambre. Los médicos del Ministerio de Salud que los visitaron durante su show en el mejor de los casos cayeron en el garlito y en el peor son sólo cómplices de los que incitaron al show.
Pedí a la justicia protección para los ayunantes no porque estuvieran en huelga de hambre, que no lo estaban aún, sino para frenar el espectáculo.
Finalmente si usted fallece antes de cumplir los 50 o 60 días –por ejemplo por una fuerte gastroenteritis o una insuficiencia renal o un paro cardíaco o una obstrucción pulmonar u otra razón – el gobierno no se dará por enterado. Al gobierno sólo lo preocupará su muerte si ella acontece a partir de sus 61 días de ayuno absoluto. Por ejemplo en el día 66, que eso fue lo que duró la huelga de hambre de Bobby Sands. La del irlandés sí fue una verdadera huelga de hambre. Tenía sólo 27 años y fue ejemplo para los que murieron como él: Hughes, Mc Creesh, O’Hara, Mc Donnell, Hurson, Lynch, Doherty, Mc Elwee y Devine. Todos de hambre. Ellos sí conmovieron algo a Margaret Thatcher. Si
En síntesis, su lucha utilizando el medio de la huelga de hambre sólo tendrá sentido y éxito si usted deja de alimentarse por un período de más de dos meses, baja sobre el veinte por ciento de su peso corporal, entra en esa fase de debilitamiento e inanición en que ya no siente nada y no puede resolver nada porque el hambre y la sed lo ciegan y, finalmente, si las cosas andan bien, deja usted esta vida. Es la experiencia de los fundadores del IRA.