La forma en que intenta subsistir el neo liberalismo en el mundo actual es mediante un nuevo “giro de tuerca”, que significa reordenar la concentración de grandes zonas económicas y posibilitar capturar nuevas cuotas de mercado financiero, hacia los estratos de más altos ingresos. Esta política no es nueva, se viene aplicando desde hace varias décadas atrás, a partir de la teoría del “chorreo” y similares. Luego vino la época de la “flexibilidad laboral”, que consistía en entregar las máximas facilidades a los empresarios para despedir trabajadores, modificando las leyes que permitían despedir por necesidades de la empresa, rebajando los pagos de indemnizaciones y debilitando los sindicatos.
A partir de sucesivas recesiones, provocadas por los desequilibrios financieros, los precios de los commodities, los desplazamientos de los procesos industriales y manufactureros desde los países desarrollados a los países emergentes, la solución para las grandes economías fue enfrentar los cambios, absorbiendo los déficits presupuestarios con más deudas y con excedentes de capital. El proceso previo a la crisis 2008, fue gestándose con una fuerte desregulación, que incluso anuló normas implantadas por Franklin D. Roosevelt, para sacar a la economía norteamericana de la gran depresión de 1929. Los gobiernos a partir de D. Reagan fortalecieron la desregulación y ampliaron el mercado financiero a nivel planetario, donde se reprodujo la mayor especulación financiera que condujo a la gran crisis y recesión del 2008, que todos conocemos, para que los grandes países siguieran sosteniendo un estándar de vida que no les correspondía.
En los siguientes ocho años hasta la fecha, el efecto de la crisis siguió aplicando presión al trabajo que se tradujo en aumentos de la cesantía, que era la fórmula para una lenta “recuperación” de las economías de nuestros días, donde el impactó en la calidad del empleo se observa en el trabajo precario, informal, parcial o de emprendedores por cuenta propia. Lo concreto es que numerosos trabajadores fueron desplazados definitivamente del mercado laboral, sin posibilidad de retorno. No obstante aquello, la FED en su reciente reunión de noviembre, calificó a la economía estadounidense como “sólida”, estimándose que elevaría su tasa de referencia de fondos federales en Diciembre, ahora entre 1% y 1.25%.
La fase actual, a partir de la elección de Donald Trump, es una política que promueven los grupos de ultra derecha que no es accidental. En los Estados Unidos, el senador Bernie Sanders y la senadora Elizabeth Warren, están denunciando que la lluvia de rebajas por más de US$ 1.9 billones beneficiará en primer lugar, a los grandes bancos como Wells Fargo, en segundo lugar a las grandes corporaciones multinacionales y en tercer lugar a los inversores más adinerados del extranjero. Los recursos provendrán, entre otros, de eliminar el programa de salud “Medicare” que deja sin seguro de salud a 23 millones de personas y en recortes a la educación pública, a la protección medio ambiental, etc.
Para que esto ocurriera en los EE UU, las grandes fortunas dueñas de enormes corporaciones, fueron quienes elaboraron un plan maestro contenido, entre otros, en la agenda Koch, con miles de millones de dólares destinados a elegir congresistas controlados por este selecto grupo de ultra ricos. Lo señala una investigación publicada en el “Boston Globe”. Los hermanos Koch y sus amigos (multimillonarios) plantearon la reducción de impuestos a Donald Trump, reuniéndose a principios de Octubre en el Hotel St. Regis (que cobra US$ 1.095 por noche), a donde concurrió la red Koch, fundada por los hermanos Charles y David Koch multimillonarios que ocupan la posición 11 y 12 de las personas más ricas del mundo, con US$ 47,6 mil millones cada uno, los que ayudaron a financiar los elementos del movimiento Tea Party en el 2010, para que los republicanos se tomaran por completo el gobierno federal, junto con la gran mayoría de los espacios estatales y las gobernaciones, para establecer las bases de lo que sería luego la elección de Donald Trump.
El gobernador republicano por Wisconsin, Scott Walker, mientras se dirigía al grupo Koch durante el almuerzo en el St. Regis, describió el Gabinete de Trump como “uno de los mejores gabinetes que hemos tenido en mi vida”, e incluyó a otros aliados de Koch, como la Secretaria de Educación Betsy DeVos, la defensora de la escuela autónoma cuya familia ha donado dinero generosamente a las redes de Koch. El actual vicepresidente Mike Pence, también se dirigió al grupo y dijo, “Cualesquiera que sean las diferencias que haya habido en la sala de la campaña 2016, el presidente me envió aquí hoy para decir: ‘Gracias por su gran apoyo a nuestra agenda este año 2017′”.
Para mayor claridad, examinemos algunas cifras para entender la fase actual de la economía. US$ 15 billones han creado 6 de los principales Bancos Centrales para la compra de bonos, deudas hipotecarias y otros. El BCE ha contribuido con € 4,32 billones y lo seguirá haciendo en el 2018. La FED de Estados Unidos ha colocado como mínimo US$ 4.5 billones. Otro tanto han puesto el Banco de Japón, El Banco de Inglaterra, Banco Central de Canadá, etc. Este “alivio cuantitativo” financiero no llegó para crear nuevas fuentes de trabajo o estimular a las pequeñas y medianas empresas. Se centró en la banca desde la cual fue ofertado a una bajísima tasa, casi de costo cero a grandes inversores ávidos de rentabilidad, los que concentraron los recursos en variados activos hasta que se formaron las burbujas especulativas en el mercado bursátil, entre ellas la burbuja de US$ 8 billones en activos con rendimientos negativos en bonos, acciones, créditos hipotecarios, etc. El propio D. Trump se ha beneficiado enormemente de las bajas tasas de interés en sus inversiones inmobiliarias.
La deuda mundial está en un nuevo récord, con US$ 226 billones en el II trimestre de 2017, cifra que triplica el valor de la producción mundial y que alcanza al 324% del PIB del planeta. En el 2018 vencen 1,7 billones de dólares en bonos y préstamos sindicados, de los cuales el 26% están denominados en dólares y un 4% en euros. Turquía, Rusia, China e India tienen grandes deudas en dólares que vencen a corto plazo. La deuda fiscal mundial (sólo de los gobiernos), asciende a US$ 63 billones, de la cual solo los EE. UU., tiene más de US$ 20 billones (107% del PIB), equivalente al 31,8% de la deuda soberana (Fiscal) mundial.
Nada es accidental, y no obstante el supuesto “florecimiento” de la economía que señala la FED, con Wall Street subiendo continuamente, los signos de preocupación están hasta en los bancos de primera línea, como el gigante de las finanzas mundiales JPMorgan Chase que, “está reforzando la gestión de riesgos y se mantiene conservador ante lo que anticipa será una dolorosa corrección en el mercado de acciones que no tardará mucho en producirse”. La preocupación de la FED existe, a pesar de señalar que la reciente inflación es “suave”, pero que debería subir a un objetivo del 2%. La inflación subyacente, que elimina los volátiles precios de los alimentos y la energía, cayó del 1,4% en julio al 1,3% en septiembre, y se mantiene muy por debajo del objetivo del 2% de la Reserva Federal. También apunta a la inflación Daniel Pinto, el jefe del banco de inversión de JPMorgan Chase, que señala a la inflación como riesgo significativo que podría poner “patas” arriba todo.
A pesar de lo señalado, hemos comentado las consecuencias pero no es el origen de la crisis. El “nudo gordiano” es mucho más profundo porque tiene que ver con el problema estructural del modelo neo liberal, que concentra la riqueza, el mercado financiero, la producción, todo. Los economistas señalan lo siguiente. Existe una oferta en todo porque excede en mucho la limitada capacidad que tienen las personas para consumir porque están excesivamente endeudadas o por inseguridad laboral. Para capturar el ingreso del trabajador, crearon sistemas “draconianos” que “aspiran” las remuneraciones enganchadas a créditos repartidos en pequeñas cuotas extendidas en el tiempo, con tasas 10 o 15 veces más altas que las bajas tasas de casi cero que obtienen los bancos.
Los salarios no suben a su vez, porque existe una sobre oferta de trabajo producto de una cesantía endémica que con cada recesión va dejando fuera permanentemente a millones de trabajadores. Considere que, a pesar de que en los Estados Unidos el desempleo cayó a 4,1% en Octubre, la tarifa del salario se mantiene casi sin cambios. La sobre oferta de trabajo seguirá aumentando, debido a la competencia y la guerra de comercio entre países con grandes conglomerados que aumentan la productividad a base de robótica, inteligencia artificial avanzada o contratando personal altamente especializado. Por primera vez, los responsables de los bancos centrales como Mario Draghi y Haruhiko Kuroda han pedido a los sindicatos que aumenten sus demandas relativas al aumento de los salarios, porque como afirmó Draghi, los sueldos son el factor que más influye en la inflación.
Con ese panorama, el trabajador con trabajo precario tiene dificultades para acceder al crédito, a pesar del exceso de dinero, que busca altas rentabilidades y menor riesgo. Si el dinero no encuentra demanda, el precio del mismo (tasa de interés), ejercerá una fuerza contraria al aumento de la tasa a la que se presta. Por lo tanto, si el consumo es menor que la oferta de bienes y servicios, los inversionistas o empresarios no aumentarán las inversiones en producir más bienes y servicios que no se demandarán, por lo cual el dinero barato seguirá en la especulación.
Cuando disminuye la actividad económica, cae el ingreso fiscal en los países, quienes para sostener el gasto contraen más deudas, incrementándose los futuros intereses sobre la deuda, a tal nivel, que llega un punto en que deben destinar gran parte del PIB a pagar dichos intereses y vuelven a contraer nuevas deudas, hasta que entran en default y porque no pueden pagar.
Se observa hoy mucho dinero en la economía Norteamérica y se preparan para retirar “el alivio cuantitativo” de US$ 4,5 billones lentamente mientras suben suavemente las tasas. La apuesta es, deflación o inflación. La deflación con dinero barato y rebajas de impuestos a las empresas, no aumenta la demanda pero refuerza la especulación y las burbujas. Si aparece la inflación, deberán subir las tasas, más o menos rápidamente. No hay salida. Donald Trump está repitiendo con más dureza, lo que ya hicieron a partir de 1973, respecto de un modelo que murió definitivamente en el 2007, aunque cree poder reflotar para el 1% de los más ricos.
Mario Briones R.