Diciembre 26, 2024

Serie de artículos sobre el período 1970-1973

CLARÍN inicia hoy una serie artículos sobre el trienio 1970-1973 de su colaborador Jorge Magasich. El historiador intentará reconstituir y explicar varias facetas que permitirán comprender mejor aquel período intenso y creador.

 

 

Se trata en realidad de una segunda serie. La primera, de 15 artículos, fue difundida por Le Monde Diplomatique entre octubre 2012 y diciembre 2013  http://www.lemondediplomatique.cl/Allende-la-UP-y-el-golpe-Textos-de,5504.html Y 11 de ellos fueron publicados también en el cuaderno Allende, la UP y el golpe, Editado por Aún creemos en los sueños, 2013.

Esta nueva serie comienza con la publicación de “Dos cartas” escritas en octubre y noviembre 1973, por personas que transmiten el ambiente que vive la sociedad durante los primeros meses de dictadura, desde sectores opuestos[1]. La primera que publicamos a continuación fue redactada por Antonio, quien busca justificar el golpe.

La segunda carta –que será publicada los próximos días–, es crítica la dictadura. Fue escrita por el sacerdote Julio Fernández para informar de la situación chilena al capitán de la Armada Gerardo Hiriart, quien entonces terminaba su doctorado en California (fue el primer oficial naval que obtuvo el doctorado). Transmite con lucidez las informaciones e impresiones que circulan sobre la magnitud de la represión, cuando una buena parte de la sociedad se permanece incrédula. La misiva tendrá una influencia decisiva sobre el capitán. Este decidirá que el golpe es incompatible con sus principios democráticos y renuncia a la Armada. Pedirá asilo en México.

Los textos que aparecerán a partir de noviembre abordarán las intrincadas relaciones entre la dc y la izquierda, elemento clave para entender el período.

 

La carta de Antonio ensalzando el “pronunciamiento”

Días después del golpe, la junta militar emite llamados ampliamente difundidos para que la población manifieste su apoyo al “pronunciamiento”, principalmente de dos maneras.

La primera es pecuniaria: instan a donar dinero, joyas e incluso sus argollas de matrimonio, para alimentar un fondo que financiará la “reconstrucción nacional”. Así lo pide, por ejemplo,  El Mercurio del 2 de octubre: “Comprométase con Chile. Comprométase con la Patria, llevando su aporte, cualquiera que este sea, a todos los bancos del país. Contribuya a la restauración nacional, ayudando a financiar la Caja Fiscal para dar prosperidad a todos los chilenos[2] Los donantes reciben a cambio argollas de cobre o un pequeño prendedor en forma de flor. Muchos dieron. Pero las ffaa nunca informaron del monto recaudado ni del destino de los fondos. Han transcendido abusos, incluyendo damas que vieron a esposas de militares luciendo las joyas donadas[3].

La segunda es propagandista. Para enfrentar “la campaña orquestada por el comunismo internacional” fuera de Chile, la junta militar exhorta a los buenos chilenos que tengan relaciones con extranjeros, a escribirles para informarles de “la verdad”. Y la prensa adicta sugiere pautas.

Hubo miles de cartas, tal vez decenas de miles. Se asemejan pues reproducen la propaganda golpista: el gobierno de la up provocó el caos y se transformó en una tiranía; los comunistas preparaban la matanza de militares, de sus familias, y de los dirigentes de oposición para implantar una terrorífica dictadura marxista (el “Plan Z”). Ergo, los militares salvaron a Chile.

Aunque los autores de aquellas cartas no son siempre desinteresados (los ponen en valor ante las nuevas autoridades), ellas revelan sus percepciones y “argumentos” refrendados con detalles personales, a veces en forma de “testimonios”. Lamentablemente, pocas de estas misivas, dispersas por el mundo, han sido conservadas. Y, hasta hoy, no han sido objeto de estudio sistemático.

Presentamos aquí una de ellas; en realidad dos. Antonio, un ingeniero de minas, escribe a una hermana residente en Francia desde fines de los años 1960[4], pidiéndole que promueva recolección de fondos para la “reconstrucción nacional”. Adjunta copia otra carta que acaba de despachar al ingeniero francés jubilado Pierre Seyer, dando su versión sobre la “salvadora” acción de los militares. Antonio lo había conocido durante sus visitas a minas chilenas y, en cartas anteriores, le había informado de su perspectiva de emigrar.

 

Saladillo (Río Blanco), 22 de octubre de 1973

 

Querida hermana y cuñado:

 

Es un placer volver a escribirles en el ambiente optimista en que ahora estamos viviendo, después que nuestra patria se liberó de la amenaza y solapada tiranía del repudiado gobierno del S. Allende. Te acompaño copia de una carta que he enviado a mi amigo Pierre Seyer, la que me evita tener que repetir nuestras impresiones de la revolución y del momento histórico.

Te envío por separado una revista que te ruego hacer circular, después que la leas, ya que es necesario difundir la verdad acerca de los que estaba ocurriendo en Chile antes del 11/Sept y como se desenvuelve ahora la reconstrucción. […]

De [nuestro hermano menor] he sabido que está sin novedad, aunque preocupado por el futuro, ya que era de ideas socialistas, pero como no creo que haya estado muy metido, no tiene nada que temer. Esto lo supe por [mi hermana] que está sin novedad.

En cuanto a tía Elisa, nos vimos en la necesidad de alojarla en una residencial para ancianos, dirigida por unas monjitas de los Andes. Hasta ahora, yo solo he estado costeando una pensión, pero como el costo de la vida ha subido mucho, me veo obligado a pedirte, a ti y a mis hermanos, si pueden contribuir con algo. La pensión estaba contando E° 3000 al mes, pero con la política de precios reales que está aplicando la Junta, esto se va a duplicar desde este mes, al cambio actual, equivaldrá a unos 6 dólares. Como ves, Chile es aún un país barato para el que tiene un sueldo en moneda dura. Si tú puedes cooperar con una cuarta parte, me ayudarías bastante. Si tú quieres escribirle, o enviarle algo, hazlo a mi nombre y yo se lo haré llegar oportunamente.

Espero que les siga yendo bien y si tienen una oportunidad de hablar con chilenos, traten de promover la compaña económica para la reconstrucción “comprométase con Chile”; los aportes pueden entregarse a los consulados chilenos.

 

Te abraza, muy emocionadamente, tu hermano

Antonio

 

 

 

Apreciado Mr. Seyer:

He recibido oportunamente su amable carta del 26 de Septiembre, así como su anterior del mes de Agosto y he quedado muy agradecido por el amistoso interés con que Ud ha atendido tanto a mi expresión de angustia por el porvenir, antes del pronunciamiento del 11 de Sept, como a las consecuencias que este acontecimiento haya podido tener para mí y mi familia.

En cuanto a esto último puede tranquilizarlo, ya que en Saladillo no hubo acciones de violencia ni tuvimos que lamentar ningún daño a las instalaciones. Es cierto que vivimos tres días de angustia, ya que algunos termos céfalos comunistas y extremistas habían asumido la dirección de la Empresa, proclamando su decisión de defender el gobierno de Allende, mientras los militares aún no podían distraer fuerzas de la ocupación de pequeñas localidades, pero tan pronto como estos dieron un ultimátum e hicieron volar un helicóptero sobre la villa, los “cabezas de piedra” depusieron su resistencia y lanzaron sus armas al tranque de relaves. Posteriormente se han realizado allanamientos que han permitido encontrar sobre todo literatura marxista. Se ha detenido y juzgado a los que participaron en estos conatos de resistencia, que incluyó sabotajes menores a puentes y caminos, pero no se ha sabido de condenas graves.

Mi yerno que es capitán del Ejército, de la guarnición de Concepción acaba de venir a buscar a mi hija y nieto, que estaban con nosotros al tiempo de la revolución. Él nos ha confirmado que en Concepción, pese a ser una zona industrial y minera, donde existe una Universidad que fue la cuna del mir, el más violento y decidido partido marxista, prácticamente no hubo lucha ni bajas. Esto se debió a que los militares procedieron con gran precisión a tomarse los centros de poder en pleno amanecer, sorprendiendo a los funcionarios y a los elementos armados en sus camas, deteniéndolos y llevándolos de inmediato a un Estadio y a la Isla Quiriquina, donde se les ha retenido hasta que ha sido posible interrogarlos y determinar su peligrosidad o inocencia. Esto mismo se repitió en todas las ciudades, con excepción de Santiago y Valparaíso. Los acontecimientos más cruentos fueron los de Santiago, donde todos los edificios que rodean al palacio de Gobierno fueron usados por los marxistas para atacar a las tropas y debieron ser desalojados en acciones de guerra, después del bombardeo de la Moneda y del suicidio de Allende.

Como creo que Ud. tiene ocasión de conversar con personas que se interesan por conocer la situación chilena, no me parece inútil referirme a los antecedentes que determinaron el pronunciamiento militar y su desarrollo mismo.

En mi carta anterior ya tuve oportunidad de darle a conocer algo de la crisis económica que se veía venir, con la inflación de 320% en los 12 meses anteriores a Agosto, la baja de la producción industrial, minera y agrícola y sobre todo con la necesidad de importar alimentos por 700 millones de dólares para 1974, cuando la producción de cobre no alcanzaba para esto.

El pronunciamiento militar fue la respuesta patriótica de las Fuerzas Armadas y Carabineros (policía) al clamor de toda la ciudadanía que a través de los paros de los transportistas, comerciantes y todos los colegios profesionales dieron a conocer su absoluto repudio al régimen que había sumido al país en el caos político social y económico. Este pronunciamiento no puede confundirse con los “golpes” que han caracterizado la vida política de los demás países latinoamericanos. Sin embargo la bien montada campaña propagandística del marxismo internacional ha pretendido hacer creer que en Chile se depuso a un régimen democrático y que las Fuerzas Armadas se montaran en el poder sobre miles de cadáveres de trabajadores.

Las investigaciones y allanamientos posteriores al pronunciamiento han permitido descubrir un plan comunista para implementar la dictadura del proletariado que contemplaba la masacre de todos los oficiales de las Fuerzas Armadas y sus familias, además de los líderes de la oposición, dirigentes gremiales, y todo elemento burgués que pudiera ser de oposición. Este “golpe” se iba a dar el 17 de Septiembre y para eso contaban con enormes cantidades de armas rusas y checas internadas ilegalmente a través de la embajada de Cuba, así como con más de 13 000 extranjeros extremistas, que ocupaban cargos de todas las industrias estatizadas o intervenidas, donde dictaban preparación bélica.

Cada allanamiento no sólo descubre armas sino asombrosas cantidades de dinero (escudos y dólares), acaparamientos de víveres y hospitales clandestinos que los extremistas tenían preparados para atender a sus heridos el día del enfrentamiento final. Se han publicado fotos del mismo Allende practicando tiro con ametralladoras checas (que nuestro Ejército no usa) y desde luego que las lujosas mansiones presidenciales eran los principales almacenes de armas clandestinas.

La magnitud del desastre económico es aún difícil de medir. La deuda externa aumentó durante el gobierno UP en mil millones de dólares y todo esto fue gastado sólo en importaciones de alimentos y bienes que Chile dejó de producir. No hubo un solo dólar de inversión en nuevas industrias o minas ni tampoco en repuestos para las empresas existentes, de modo que afrontamos ahora una dificilísima situación para poder mantener la producción. Pese a esto, con la sola supresión del desorden laboral, la producción está aumentando rápidamente. En nuestra mina, la producción ha superado las 300 000 ton por primera vez desde Agosto del 72.

Claro está que para recuperar el atraso de las inversiones que permiten dar trabajo a miles de chilenos se requiere mucho crédito exterior. Creemos que este no ha de faltar, ya que la Junta de Gobierno ha puesto al frente de los sectores vitales de la economía a profesionales que son garantía de capacidad y de corrección. En la Corporación del Cobre se ha colocado al Sr. Andrés Zausquevich, a quien Ud. conoció en 1961, cuando era Gerente de Producción de la enami (Empresa Nacional de Minería). Hace pocos días visitó Andina, acompañando al nuevo Ministro de Minería, que es un General de Carabineros y dejaron claro que el futuro de Chile está en trabajar, olvidándose de la politiquería.

Como Ud posiblemente sepa, se ha declarado el receso del Congreso. No era posible hacer de otro modo, ya que es tan profunda la rectificación que debe hacerse en Chile, que los cauces habituales no habrían servido y sólo habrían esterilizado al impulso. Esta decisión de la Junta ha sido aplaudida por la ciudadanía, incluso los mismos parlamentarios depuestos.

Espero no haberlo cansado con todos estos detalles de la situación chilena. Se los doy, porque sé que es Ud. un sincero amigo mío y de mi patria y porque creo que todos los chilenos que tenemos el gusto de tener amigos en el extranjero tenemos el deber de contribuir a su información acerca de los peligros que hemos pasado y que no están aun totalmente conjurados.

Le ruego aceptar, así como Mme Seyer nuestos afectuosos saludos y agradecimientos por su preocupación por nosotros.

Muy cordialmente

Antonio

 

P.S. Por el momento no tengo intenciones de moverme de Chile, de modo que agradezco su amistosa gestión por un empleo.

 


[1]Ambas fueron publicadas en Le Monde Diplomatique de septiembre 2017

[2]revistas.uchile.cl/index.php/REPP/article/download/46347/48361

[3]Registrado por el célebre relato de Pedro Lemebel en De perlas y cicatrices. Su personaje, Mimí Barrenechea, entra del brazo de su almirante a una elegante recepción en la embajada chilena en la onu, a un “salón lleno de uniformes que relampagueaban con medallas, flecos dorados y condecoraciones tintineando”, hasta que vislumbra un intenso azul en el cuello de la embajadora que se acerca sonriente a darles la bienvenida. Queda tiesa y tartamudea en voz baja: “Mi-zá, mi-zafí, mi-zafífi”, reconociendo el hermoso prendedor de zafiro que orna su cuello. Años atrás lo había donado a la reconstrucción nacional. La embajadora le cuenta, orgullosa, que es un obsequio del comandante en Jefe…

[4]Antonio y su hermana ya no están entre nosotros, preferimos omitir el apellido como deferencia a sus familiares, así como los aspectos personales que figuran en la carta. Pero garantizamos su autenticidad.

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