Noviembre 16, 2024

Los miembros del Comité Central de su Partido faenaron al doble militante Ricardo Lagos

En el Partido Socialista renovado, una especie de “legión extranjera integrada por antiguos Mapus devenidos en lobistas, sumado a ex seguidores de Luis Maira, de la Izquierda  Cristina y a algunos socialistas históricos, el único jerarca que tenía el derecho a tener doble militancia – Partido por la  Democracia y PS – era el “mandarín”, Ricardo Lagos Escobar, y era la única persona que podía usar ambas camisetas sin ningún problema. Será por la edad o por el  mal recuerdo de su gobierno o por el bajo atractivo, manifestado en las encuestas, el gigante y líder indiscutido perdió todo su poder ante los miembros del aparato socialista. Cualquier dirigente en el Comité Central le puede faltar al respeto: se le  trata como a un adulto mayor jubilado, a quien se le  rinde homenaje por sus hazañas cuando era joven y bello y también cuando fue un maduro Presidente, respetado por  la mayoría de los chilenos  por su fuerte personalidad y sus dotes de estadista.

 

 

Ahora, de adrede, sus prosélitos olvidan sus errores: el CAE, el Transantiago, la concesión de las carreteras, sus amores con los empresarios, y sólo resaltan sus proezas: el AUGE, el fin de la pena de muerte y la  negativa a George W. Bush  de participar en la guerra de Irak. Ocurre el mismo fenómeno que con los muertos: no hay finado malo. Desaparecido Lagos Escobar de la política se le puede rendir cualquier tipo de homenaje, como el que  está recibiendo hoy, 10 de abril, con motivo de su renuncia a la candidatura a la presidencia de la república, incluso, un twitter del candidato de la derecha,  Sebastián Piñera, el rey del lugar común, con la foto de los cinco mandatarios que han gobernado el país, luego del advenimiento de la coja democracia. No falta el siútico freudiano que llame  al acto de defenestrar al profesor Lagos como “el hecho de matar al progenitor”, lo cual demuestra que el socialismo ha madurado y que es capaz de rechazar al patriarca, para elegir a quien tiene más posibilidades de triunfar sobre el candidato de la derecha.

Un partido político es el mercado donde los dirigentes se reparten los cargos parlamentarios entre ellos y los “operadores políticos”, que los sirven fielmente.  Luego, una vez conquistada la  presidencia del país, vendrá el despojo de los bienes del Estado.

Creer que los dirigentes del Comité Central, por amor al pasado histórico, por lealtad y admiración a su antiguo líder y héroe, votarían ciegamente por el ex Presidente Lagos y, además serían fieles al hecho de que don Ricardo es militante del Partido Socialista, no votarían por lagos, sino por un extraño, como el ahora candidato Alejandro Guillier, parecía un despropósito, y por muy despreciable que sea el  Partido Socialista de hoy, muchos pensamos que iban a elegir a Lagos, a pe4sar de estar estancado en un 4% en la encuestas de opinión. Hay algo se llamaba, antiguamente, la ética de la convicción, que podía ser reemplazada por la ética de la responsabilidad, pero impuso la ética de la oportunidad y, sobre todo, de la calculadora.

Si reflexionamos con más profundidad, los trajo la derrota de Ricardo Lagos fue, nada menos, que el fin de una generación,  (la  de mi edad), que ha manejado el poder en una democracia “transaccional”, que terminó en “bancaria”, durante más de cuatro décadas. Un grupo de políticos, que antes fueron idealistas e, incluso, revolucionarios que tuvieron el valor de combatir a Augusto Pinochet, pero que paulatinamente se fueron convirtiendo en nuevos ricos, y entre coctel  y coctel  con sus antiguos verdugos, terminaron actuando y viviendo igual a ellos. No en vano la posición social determina la conciencia, como lo escribiera un barbudo filósofo alemán.

La Concertación no ha sido más que un gran fenómeno de travestismo político: los ultra revolucionarios Mapu de otrora pasaron a ser patrones de empresa; los socialistas se convirtieron en “socios-listos” y son más pillos que gatos de campo; de los PPD hay qué decir, pues son los subalternos del profesor Ricardo Lagos,  y su ethos es el oportunismo; en cuanto a la Democracia Cristiana, si antes había personas decentes – Jaime Catillo,  Rafael Agustín Gumucio, Bosco Parra, Luis Maira, Bernardo Leighton, Radomiro Tomic…- hoy sólo          quedan los mafiosos Walker y los siúticos Martínez.

Nada mejor para Chile que haya desaparecido de la escena política la Concertación de partidos por la Democracia, y ya serán un mal recuerdo personajes como Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que privatizó el agua y que, entre otros desaguisados, nunca se dignó recibir a los familiares de detenidos desaparecidos. José Miguel Insulza, como ministro del Interior de Frei Ruiz-Tagle, se dio el lujo de traer a Pinochet de Londres cuando estaba a punto de caer en la cárcel española, por crímenes de lesa humanidad.

Es muy razonable que los ciudadanos rechacen a la casta política actual, que no es más que una plutocracia decadente: señores feudales venidos a menos, como los personajes de la  película “Patrimonio Nacional”, de Luis García Berlanga.

La renuncia de Lagos a su candidatura a presidencia abre un nuevo panorama político: en primer lugar, parece lógico que Alejandro Guillier logre el apoyo del Partido Comunista y del PPD; de esta manera se convertiría en el candidato de los cuatro partidos de izquierda dentro de la llamada Nueva Mayoría que, por lógica, dejaría de existir, pues su sobrevivencia dependía de la alianza de centro y de izquierda – si estas palabras tienen algún sentido -.  El problema se ubica en la Democracia Cristiana, que pretende ser un Partido de centro, es decir, del “pantano”, como se llamaba en la Revolución Francesa. El camino propio es una muy fea palabra para los democratacristianos, pues saben muy bien que, de adoptarlo, terminarían en la derecha, que es el lugar que les corresponde en la mayoría de los países del mundo (Véase Venezuela y Ecuador, en América Latina). Su alianza con la derecha, en Chile, les fue fatal: la Confederación de la Democracia, (CODE), sólo sirvió para derrocar a Salvador Allende e instalar a los militares.

En el caso de la candidata de la DC, Carolina Goic, de intentar presentarse a la primera vuelta directamente, desahuciando las primarias, podría obtener una muy baja  votación y es muy difícil que le reste sufragios al candidato de la derecha, Sebastián Piñera que, esta vez, no intentaría presentarse como “humanista cristiano”, tal como lo hiciera en 2009. Hay otro problema aún más grave: la Democracia  Cristiana, cada vez más disminuida, si fuera en lista parlamentaria sola obtendría la mitad de los diputados  que podría tener en la alianza Nueva Mayoría. El nuevo sistema electoral D´Hont, que regirá a partir de noviembre, favorece los pactos de los grandes partidos, por consiguiente, la aventura del camino propio, como lo prueba el cientista político Mauricio Morales, la Democracia Cristiana puede terminar muy disminuida en poder parlamentario, lo cual aceleraría el fin de esta excrecencia política, como en muchos países del mundo.

El hecho positivo de este nuevo panorama político es fin de la Concertación y el envío al basurero de la historia a una generación que, desde el idealismo de los años sesenta, terminó siendo lacaya del capitalismo.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

10/04/2017

 

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