Noviembre 16, 2024

Sabe menos que Calígula, y está ayudando a destruir el imperio

Los primeros 15 días de gobierno han mostrado el estilo de gobierno de Donald Trump, que prevalecerá como nuevo presidente de Estados Unidos.  La llamada telefónica al presidente de México, Enrique Peña Nieto, respecto del pago del muro en la frontera entre ambos países, efectivamente derivó en que Trump dijo que podría enviar al Ejército de Estados Unidos a su vecino del sur para detener a los cárteles del narcotráfico. La Casa Blanca dijo posteriormente que los comentarios fueron realizados en ánimo de broma. Algunos medio señalan que puede ser parte de una conversación con el gobierno mexicano, para permitir el ingreso de tropas de Estados Unidos.

 

 

Más tarde Trump cortó una llamada telefónica con el primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, después de una fuerte discusión sobre el acuerdo para intercambiar refugiados, conversación que puso en riesgo los lazos entre ambos aliados, desmentida posteriormente.  Los detalles aparecieron en el Washington Post, lo que se entiende como una ratificación de lo ocurrido. La Casa Blanca está investigando cómo se filtraron a los medios de prensa, los detalles vergonzosos de las recientes conversaciones telefónicas del presidente Donald Trump con los presidentes de México y Australia, según informó  el portavoz de la Casa Blanca Sean Spicer.

 

La otra situación que se mantiene tensa hasta hoy ocurrió cuando el juez federal de Seattle James Robart logró suspender la orden ejecutiva de forma inmediata, en relación a la prohibición de ingreso a los Estados Unidos de los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana. Donald Trump, señalo como “ridícula” la opinión del “supuesto juez” federal, un intento de descalificación, términos que fueron eliminados posteriormente en la versión oficial.

 

Lo ocurrido en pocos días refleja que las actuaciones de Donald Trump chocarán contra la realidad que está intentado desconocer. Eliminar las regulaciones instaladas para detener las grandes estafas y los turbios negocios de la banca y de los grupos multimillonarios, es volver a instalar la insolvencia y las quiebras fraudulentas, tal como ocurrió el 2008. Se vuelve a montar el mismo libertinaje financiero  y nuevamente la FED saldrá a elevar las tasas, lo que llevará a la ruina a la economía norteamericana, con efecto en el resto del mundo. Se ha pasado de un cierto optimismo inicial a una degradación de pesimismo creciente que ya elevó el precio del oro a US$ 1.244 la onza.

 

El proteccionismo que promueve D. Trump, desconectado del resto del mundo está preocupando a la comunidad mundial ya los inversionistas porque puede provocar el desmoronamiento del comercio mundial. Las  medidas que intenta instalar no resuelven las distorsiones centrales que han permitido a Estados Unidos vivir por varias décadas, por sobre el estándar de vida que les correspondería. Esta característica no es exclusiva del país del norte, abarca también a las naciones que adoptaron la economía neo liberal, sosteniéndolas con emisiones de dinero fiduciario.

 

Para mayor claridad, es necesario recordar que la economía está pasando por el fenómeno que se conoce como la reflación, que surgió como consecuencia de estimular la economía por los gobiernos y sus bancos centrales, aumentando la masa monetaria y reduciendo los impuestos para que crezca el PIB. Este mecanismo se utiliza para evitar la deflación, que se produjo por la caída de los precios durante las sucesivas recesiones.

 

Lo que están creando es una inflación artificial para que todo vuelva a tener los precios anteriores. El objetivo que se busca es lograr la sensación de recuperación de la economía, sin embargo, los indicadores reales de comercio mundial, consumo de energía, producción de cemento, acero, etc., no respaldan dicha sensación, por el contrario, la demanda no mejora substancialmente y los puestos de trabajos caen en vez de aumentar, con excepción de los trabajos por cuenta propia, que es donde se refugia la gente cuando pierde el empleo.

 

Lo dicho se parece a la siguiente analogía. Cuando un pasajero sube a un tren subterráneo y camina hacia atrás para encontrar asiento dentro del  vagón, en dicho lapso el tren avanza y acelera varios kilómetros hacia delante. Desde  la perspectiva del pasajero, parecerá que está retrocediendo, lo cual es cierto, sin embargo, el tren ha acelerado rápidamente y puede estar llegando a la próxima estación. La inflación relativiza los precios, distorsiona la demanda disminuyendo el poder adquisitivo tanto a nivel del consumidor como del productor, debido a la variabilidad en la velocidad en que cada cual actualiza sus precios, entre otras razones. Los salarios se reajustan  mensualmente, el productor lo hace cuando lo requieren sus nuevos costos.  

 

Estados Unidos terminó el año 2016 con un déficit de US$ de US$ 750.000 millones, cifra que al descontarse el superávit en servicios de US$ 247.800 millones, queda un déficit neto de US$ 502.300 millones, el más alto desde el 2012. El déficit comercial anual con México ascendió a US$ 63.200 millones, un aumento de 4,2% en un año, que es lo que molesta a Donald Trump, amenazando con imponer un elevado arancel a los productos importados.

 

Con China sucede algo similar, Peter Navarro, el asesor directo de Donald Trump en materia de comercio, propone un arancel de hasta el 45% para productos fabricados en China como el acero y la maquinaria. El déficit de EE UU con China fue de US$ 347.000 millones, con la UE alcanzó US$ 146.000  millones, y con Japón fue de US$ 68.900 millones.La última vez que Estados Unidos tuvo superávit fue en 1975.

 

La demanda mundial cae como consecuencia de la caída del empleo y de los bajos salarios. La participación de la fuerza laboral apenas mejoró 2 décimas hasta el 62.9%, cota aún baja y en mínimos de hace 40 años de acuerdo a los datos del (BLS) Bureau of Labor Statistics de USA.

 

El US Bureau of Labor Statistics (BLS) y la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), predicen que la fuerza de trabajo se expandirá en alrededor de 0,5 a 0,6 % al año en promedio entre ahora y el 2050. Eso es menos de un tercio de la tasa anual de crecimiento del 1,7 % entre 1970 y el 2007. Es un contra sentido que se vaya a deportar a 11 millones de inmigrantes que generan un gran aporte al PIB.  Los países crecen sobre la base del trabajo, el ahorro y la productividad. El trabajo de calidad no aumenta, el ahorro no existe y la productividad se está logrando con automatización queproduce la innovación tecnológica, la cual está dejando más gente desocupada.

 

Lo que pretende hacer el presidente D. Trump no se puede hacer firmando órdenes ejecutivas, a pesar que su partido domina  la rama ejecutiva, ambas cámaras del Congreso y está a punto de extender su control a la Corte Suprema de Justicia. Si fuerza la instalación de fábricas dentro de Estados Unidos, en automóviles, ropa, petróleo, electrónica, celulares, etc., los precios de los productos que se fabriquen subirán porque los salarios tendrán que ser más altos, al nivel del consumo de Estados Unidos y volverá a caer la demanda. Martin Wolf, economista, cree que la dura postura que está adoptando Donald Trump contra el comercio internacional va por el camino del aislacionismo y “se producirá un colapso del libre comercio que no beneficiará a nadie, ni siquiera a EEUU”.

 

Norteamérica importa más de lo que exporta, la diferencia es el déficit comercial que hemos señalado, que se pretende eliminar trayendo las fábricas desde el extranjero para producir en Estados Unidos. Pero, encontrarán que ahora existen cientos de miles  de empresas Europeas, asiáticas, Indias, etc., e incluso las formadas con capital norteamericano, que producen con gran calidad contratando trabajadores que ganan varias veces menos que en EE UU. El mundo que Donald Trump tiene en su cabeza se acabó hace muchos años, terminó, ya no existe más.

 

Decir que el resto del mundo se está aprovechando de ellos, es un slogan para lo cual creó el “America first”, un argumento retorcido debido a que ellos inventaron este sistema. La producción industrial, manufacturera e incluso de servicios ha ido ganando espacios en el mundo disminuyendo costos y diversificada de una manera muy compleja. Concentra el capital en grandes grupos, en algunos países se fabrican componentes que se terminan  en otro país, resultando un conjunto de componentes que se arman en un tercer país, todo con ventajas competitivas que dejaron fuera de la producción a países que lo hacían todo internamente, obligándolos a cerrar las fábricas.

 

Por décadas el déficit lo ha financiado EE UU., con entradas de capitales ya sea en forma de inversión directa, compras de acciones y bonos o préstamos bancarios, utilizando la expansión monetaria. Este es el punto clave, la chispa que encenderá la pradera. Los dólares ingresaron a la especulación financiera  porque invertir en negocios tradicionales o los nuevos de alto riesgo, no son rentables sin demanda, como sucedió con las compañías “Punto Com” entre 1997 y el 2001. La especulación financiera es la que estallará, sin perjuicio que reviente la burbuja del dólar, por la gran deuda, además de la que tiene pensado aumentar D. Trump. Su política proteccionista está creando la desconfianza del resto del mundo y provocará lo que señala el Nobel de Economía Robert Shiller, que viene meses advirtiendo que espera una gran corrección, quizá más dura que las de 1929 o del año 2000. 

 

El déficit exterior de EEUU es reflejo de la confianza de los capitales del resto del mundo en su economía y será sostenible en la medida en que contribuya a mantener la confianza en la economía norteamericana. El problema de fondo, es que no es posible crecer con las mismas ventajas que tuvo Estados Unidos después de la II G.M., cuando Europa estaba destruida y Asia no tenía el rol protagónico actual. La expulsión de los inmigrantes es funcional a la política de reducir personas en el futuro cercano. Este modelo no permitir distribuir el PIB en una población mayor, solo para los más calificados y con gran versatilidad de conocimientos, el resto no tiene cabida y quedará fuera.

 

Crear barreras a las importaciones desde el extranjero, producirá un shock que se traduciría en un fuerte incremento de los precios internos y una presión por aumentos salariales. A ello se debe agregar el  incremento del dinero que emitirán para financiar la renovación de la infraestructura interna que influirá en un aumento muy rápido de la inflación interna, obligando a la FED a subir fuertemente las tasas para controlarla.  Este círculo vicioso ya lo sufrió el mundo en la recesión del 2008 y aún se está pagando el costo.

 

En un momento determinado podría mejorar la economía, pero luego los beneficios de las empresas caerían, el desempleo regresaría y la guerra comercial con otras naciones sería monumental.  El economista mexicano Guillermo Barba, señala en su página web, “El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleva a su país hacia una tremenda crisis económica y financiera. Se supone que es un empresario exitoso, pero como político y economista, está reprobado”. 

 

Donald Trump puede ser un empresario exitoso, al estilo norteamericano, con quiebras, evasión de impuestos y resquicios legales, pero de economía sabe menos que Calígula, que ayudó a destruir el imperio Romano.

Mario Briones R.

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