La Unión Europea encara el 2017 con el reto de negociar la salida de Reino Unido mientras afronta la amenaza terrorista y la crisis migratoria, todo ello en un escenario de incertidumbre global marcado también por las elecciones cruciales que celebrarán varios Estados miembros en pleno auge populista.
Las instituciones comunitarias retoman en torno a lo que gira hasta ahora el consenso de los Veintisiete: la indivisibilidad entre las cuatro libertades de circulación, es decir, la negativa a que un país goce de las ventajas del mercado único sin aceptar la inmigración comunitaria.
Precisamente a la “unidad” ha apelado la jefa de la Política Exterior europea, Federica Mogherini, en su lista de propósitos para el año nuevo, que pasa por hacer frente al terrorismo, atajar los conflictos especialmente en Oriente Medio, y abordar el “drama” de la inmigración.
En este último punto, el reto para la UE será mantener el acuerdo para los refugiados con Turquía, que permitió reducir la presión migratoria sobre las islas griegas, en un momento de inestabilidad en la relación con el país por las críticas de Ankara a la reacción europea ante el fallido golpe de Estado, la dura respuesta del gobierno turco a esta asonada y su rechazo a reformar la ley antiterrorista.
Con el fracaso de facto del plan de Bruselas para reubicar a los refugiados entre los Estados por el rechazo de algunos socios y el recrudecimiento del conflicto en Siria, el acuerdo con Turquía es clave en la estrategia para frenar la inmigración, y además, Bruselas prevé firmar este año nuevos acuerdos migratorios con países africanos.
“El año que acaba de empezar no será fácil, pero hay cosas que logramos construir en el 2016 que pueden acercarnos y acompañarnos a lo largo del camino”, escribió Mogherini en su blog personal.
En materia de lucha contra el terrorismo, la estrategia de la UE pasa por mejorar el control de las fronteras externas, con sistemas para la identificación y autorización de viajeros, así como por la lucha contra la financiación del terrorismo.
Europa tendrá que lidiar con un escenario internacional incierto, a la espera aún de conocer las líneas de la política exterior y económica del nuevo Gobierno estadounidense liderado por Donald Trump, tanto más en un contexto de deterioro en las relaciones entre los Veintiocho y Rusia tras las sanciones por su papel en el conflicto ucraniano.
La política de la Casa Blanca influirá en asuntos cruciales, como la relación con la OTAN en un momento en que la UE busca reforzar su defensa -con un importante aumento de fondos para este fin en el 2017- o el futuro del Acuerdo de Libre Comercio e Inversiones entre la Unión y Estados Unidos (TTIP).
La UE deberá hacer frente a las dudas también en el ámbito económico, después de que Italia haya reabierto la era de los rescates a la banca con su plan para Monte dei Paschi y Grecia siga necesitando reformas en el marco de su programa de asistencia.
Además, los Veintiocho tienen la asignatura pendiente de reducir el paro, tercera preocupación de los europeos según el Eurobarómetro, apuntalar la recuperación económica y completar las reformas para la Unión Bancaria.
Encontrar esa “unidad” que requieren las grandes decisiones comunitarias será particularmente difícil en un año en el que Francia, Alemania y Holanda celebran elecciones legislativas con partidos de extrema derecha y corte populista y euroescéptico -Frente Nacional, Alternative fur Deutschland y PVV (Partido por la Libertad, holandés), respectivamente- apuntando alto en las encuestas.