Febrero 5, 2025

Anonymous, el gladiador colectivo

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anonymous_chile_470Anonymous es un grupo de activistas (hacktivistas) que usan internet como el nuevo espacio público. Así como lo es la calle y la plaza, la web es también un lugar donde la ciudadanía expresa y canaliza sus demandas, como bien queda demostrado en la creciente expansión de temáticas sociopolíticas en las redes sociales por parte de la ciudadanía. Pero internet es también un espacio para la acción de multitudes, para el activismo de numerosas causas, para la emergencia y modulación de un nuevo sujeto colectivo desterritorializado que  se presenta simultáneamente en la ubicuidad e instantaneidad de la web como en cualquier plaza o calle del planeta.

 

 

 

Lo que se inició en las plazas de las capitales del mundo árabe y cruzó el mediterráneo hasta España y Grecia ya es un espíritu de insurrección de multitudes que difícilmente será detenido. La circulación de la “indignación” social a través de las redes es una información contagiosa que se desborda hacia las calles, plazas, centros de educación y laborales. El freno a esta vorágine colectiva sólo podría conducir a la aplicación de medidas tan brutales, desesperadas e impopulares como el corte a internet y celulares realizado por el hoy derrocado gobierno de Hosni Mubarak en Egipto o a través de la infiltración de las redes sociales para detectar y detener a los principales activistas. Hasta el momento, pese a ciertas declaraciones y acciones aún aisladas, la corriente insurreccional fluye con energías por estas redes.

 

A diferencia de otros movimientos, Anonymous sólo se materializa en la red. Lo pueden formar decenas, centenares o millares de cibernautas anónimos, tal como en las calles y plazas ellos y otros miles son también movimiento y multitud. Y del mismo modo como los estudiantes, jóvenes desocupados o simples ciudadanos asqueados, Anonymous tiene también su objetivos: por ahora, la defensa a ultranza de las redes como espacio ciudadano para ejercer la libertad de expresión. Cuando el gobierno chileno anunció el seguimiento de la información y opiniones que las personas colocan en las redes sociales, Anonymous lo entendió como una señal de coerción. La ofensiva del grupo, desde diversos países, fue atacar los sitios de internet del gobierno y dejarlos fuera de servicio. Con anterioridad, este grupo mundial había atacado los sitios de los bancos intermediarios que obstaculizaron las donaciones a Wikileaks y el de la CIA, organismo que impulsó la detención de Julian Assange.

 

Episodios propios de censuras en las peores dictaduras o de imágenes orwellianas podrían regresar de la mano de los mismos oficiantes del llamado “mundo libre”. El establishment gubernamental y corporativo no ha dudado en denominar las acciones de Anonymous como ciberterrorismo, cuyas operaciones podrán ser penalizadas con extremo rigor. Hace pocas semanas la policía española detuvo a varios jóvenes que acusaba con el hackeo de sitios, y algo similar ocurrió en Gran Bretaña. El gobierno de Estados Unidos tiene en carpeta una ley para tipificar como acciones de guerra los ataques a servidores de internet y perseguir como terroristas a sus responsables.

 

Más allá de las acciones de hacktivismo, Anonymous ejerce una fascinación con su discurso y su estética: encarna bajo una máscara de súper héroe al nuevo sujeto colectivo, el que se mueve entre la abstracción y la realidad. Una personalidad anónima y secreta, que contiene bajo el poderoso imaginario del antifaz al héroe redentor de la humanidad oprimida. De cierta manera, recrea al clásico relato de la historieta masiva del siglo XX: aquel simple oficinista que despliega sólo tras la máscara sus superpoderes. Este nuevo gladiador anónimo está también construido de oficinistas, de empleados, de estudiantes y asalariados. Todos somos Anonymus.

 

La estética surge del comic V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd, novela gráfica ambientada en un mundo gobernado por el fascismo. El héroe es V, un anarquista revolucionario que se inspira en la figura y rostro de Guy Fawkes, personaje británico del siglo XVII que intentó volar el Parlamento.

 

 

Anonymous no necesita de la encendida proclama política, porque es la conciencia política. Su discurso surge desde la razón, desde la evidencia de hechos irrefutables. Lo hace con grandilocuencia discursiva, consciente de ostentar el poder de las grandes mayorías. No necesita hablarles ni convencer a los ciudadanos, porque Anonymous es el ciudadano. Es la ética política, encarna los derechos humanos y recuerda las premisas iniciales de nuestra modernidad. Y está allí para advertir al enemigo, que son todas las fuerzas coercitivas. Para ellos, vayan estas palabras: “Independientemente de lo que usted piense o tenga que decir, Anonymous está haciendo campaña a favor de usted. Cuando estamos conectados somos fuertes. Cuando somos fuertes, tenemos el poder. Cuando tenemos el poder somos capaces de hacer lo imposible. Es por esto que el Gobierno se está movilizando contra Wikileaks. Esto es lo que temen. Nunca se olvide de esto: Temen nuestro poder cuando nos unimos”.

 

PAUL WALDER

Publicado en Punto Final

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