Diciembre 26, 2024

Si “camino no hablar”, “Mercedes Benz no venir”. Ser ciudadano, pero no tonto

No es que, en 1980, los ciudadanos se hayan mostrado como ignorantes y analfabetas y se hayan creído que iban a tener una tasa de retorno equivalente al 70% del último sueldo, pues la verdad es que les fue impuesto el sistema de capitalización individual a punta de bayoneta y tanques y, si no les gusta, igual los obligamos.

 

 

El poder de la élite dominante se basa, no sólo en la fuerza, sino también en la forma de convencer a los explotados de que ellos mismos son los únicos culpables de su desgracia: si tienen una paupérrima pensión, es culpa exclusiva de su inconstancia en el trabajo, o bien que a causa de su falta de capacitación, haya recibido salarios de miseria.

Que las mujeres reciban jubilaciones más bajas que las de los hombres, ellas mismas son las culpables por el hecho de tener un promedio de vida más alto que el de los hombres y, además, de ser las únicas capacitadas para engendrar hijos.

La solución para los neoliberales es muy sencilla: en primer lugar, obligar a los trabajadores a aportar más del 13% y llegar al 18% – como ocurría en el antiguo sistema de reparto -; en segundo lugar, aumentar la edad de jubilación a 70 años para ambos sexos, de tal manera de aumentar el fondo, administrado por las AFPs y, así, mejorar el monto de las pensiones.

La decadente élite chilena se asustó con las manifestaciones del 24 de julio último, en que se movilizaron más de 750.000 personas en todo el país, y se dio cuenta que la mayoría de los chilenos son pobres, pero no tontos, por consiguiente, se han visto obligados buscar formas más sutiles para seguir engañando a los ahora “empoderados” clientes ciudadanos.

Ahora hasta el gerente de las AFPs, Fernando Larraín, habla de aumentar el monto del pilar solidario de la pensión básica, pero cargándolo al Estado, pues las AFPs siguen en las mismas condiciones de ganar dinero robándoselo a los cotizantes. Extrañamente, los empresarios estarían de acuerdo en aportar un 4% de la cotización, con la condición de que fueses muy gradual, es decir, un 0,4% anual, para no afectar el empleo – según dicen ellos -.

La Presidenta, Michelle Bachelet, que no ha estado dispuesta a cambiar el sistema de pensiones, ahora presionada por la movilización social, puso urgencia al proyecto que crea un AFP estatal, con el objetivo de mantener al pueblo adormilado y haciéndole creer que con la ilusión de esta AFP ganará algo. Veamos: para lo único que puede servir la AFP estatal es para bajar las comisiones y, de esta manera, introducir competencia en el mercado de las AFPs. En la actualidad, las comisiones por concepto de las AFPs  van desde 1,5% a 0,40%. Supongamos que la AFP estatal baje el monto a 0,20%, entonces el trabajador cotizante aumentaría su sueldo en 0,20%, y tendría que invertir sus fondos en las mismas Compañías que se transan  en la Bolsa de Comercio y en el mercado secundario de bonos. A lo mejor, podría ocurrir que ampliara su cartera de inversión a otros instrumentos, por ejemplo, infraestructura en general, a la cual las  demás AFPs no han accedido; por consiguiente, lo que hace el gobierno con la AFP estatal es vender gato por liebre, pues el aumento de la pensión será cero (por eso  José Piñera quiere ser asesor de la presidenta) .

El sistema actual es un ahorro forzoso y no tiene nada que ver con un sistema de seguridad social y de pensiones: se trata de introducir el 13% del sueldo de cada uno de los diez millones de chilenos en las grandes empresas y bancos. Para lograr el objetivo de enriquecer a las grandes empresas y bancos había que engañar a los estafados diciéndoles que ellos eran los verdaderos propietarios de los fondos de pensiones. José Piñera Echeñique llegó al extremo de decirles que se convertirían en accionistas, es decir, de proletarios pasarían a propietarios.

Los nuevos “propietarios” de los fondos tienen menos derecho que los proletarios: en un buen porcentaje de los fondos, el monto de la pensión es menor que el de la Pensión Básica Solidaria. Tampoco pueden elegir, pues ni siquiera saben en qué empresa o banco han invertido su dinero.

Los supuestos “propietarios” han tenido una rentabilidad promedio de un 5%, mientras que las AFPs, que trabajan con su dinero, han rentado un 30%; el propietario prácticamente capitaliza a diez bancos chilenos, recibiendo cero pesos, y si pide un crédito, que será financiado con su mismo dinero, se le cobrará al “propietario” entre un 35% o un 40%.

Si el “propietario” se encuentra sin trabajo y, además, en la miseria, a los 40 o 50 años, no podrá retirar sus fondos – en apariencia son suyos – para poder sobrevivir él y su familia; para poco le servirá haberlos guardado en espera de los 65 años, cuando ya esté muerto.

Las  AFPs juegan con su plata en la Bolsa de Comercio y en el mercado secundario de bonos, lo cual es meterse en la ruleta. Por ejemplo,  los fondos A perdieron en 2008 28.000 millones  de dólares, y el  ministro de Hacienda de la época, Andrés Velasco, recomendó a los ingenuos que no se cambiaran de fondo; al año siguiente, estos fondos que habían perdido el 40% el año anterior, recuperaron el mismo porcentaje al año siguiente (2009). No hay que ser docto en matemática para saber que si se le resta el 40% al 100% no es lo mismo que sumarle el 40% al 60% – quienes siguieron al ministro Velasco perdieron para siempre el 20% de su patrimonio  para siempre(un sistema muy seguro para perder plata)  .

Si bien es cierto que los fondos rentaron muy bien en los primeros diez años de su implementación de la “idea genial” de José Piñera, los últimos años están dando una rentabilidad negativa, sobre todo para los fondos más riesgosos – hay que tener una mentalidad suicida para seguir invirtiendo en los fondos A y B, y hacerlo en el E, aun cuando dé poca rentabilidad, al menos se puede evitar grandes pérdidas -. No se trata de arruinar a las AFPs, sino tener un mínimo instinto de supervivencia. Todos los economistas “cabeza de huevo” están de acuerdo en que el bono cada vez paga menos y que las tasas de interés se mantendrán en cero, pues el mundo no ha salido de la crisis económica – por ejemplo, en Japón la tasa de interés es negativa (si la toca la mala suerte de jubilar en un año de crisis hace la pérdida de un 40% de su capital) -.

El sistema de AFPs no es malo para los ricos, pero como generalmente no son muy tontos y están continuamente informados – incluso privilegiada – saben que es mucho mejor administrar sus fondos en los distintos paraísos fiscales y moverlos hábilmente, para lo cual ni siquiera necesitan asesores. Hay que ser muy tarado para creer que lo ahorrado se multiplica sobre la base de la asesorías de las AFPs.

El sistema de AFP conduce a privilegiar las aseguradoras, en su mayoría en manos de extranjeros que, también se han convertido en dueños de AFPs, como los fondos de inversión son dueños de las universidades privadas. Al contratar una APV, el cotizante “propietario” enajena su bien a una aseguradora, que le garantiza una pensión vitalicia y no podrá legar a su esposa o a sus hijos. El Estado, que no tiene en cuenta la justicia distributiva, favorece a los más ricos aportándoles un 40% y, a los pobres, solamente el 15% –   “genial” forma de favorecer el ahorro.

 

Los ciudadanos  que, por ejemplo, la actual ministra de Trabajo y Previsión Social, Ximena Rincón, antigua directora de una AFP, va a defender los intereses de los trabajadores, y que los políticos estén dispuestos a defender los intereses de sus representados, cuando en la realidad han sido colocados en sus sillones por los bancos y empresas que se enriquecen con los 180 mil millones de  dólares extraídos a los trabajadores por la fuerza de una ley inicua e injusta, merecerán el gran premio a la candidez, pero hoy, afortunadamente, la  gente está despertando y no se dejan engañar tan fácilmente. Esperemos que en la protesta del 21 de agosto, NO + AFP, se duplique la cifra de ciudadanos que protesten, respecto a la del 24 de julio.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

07/08/2016 

 

 

                        

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