Diciembre 26, 2024

Yorgos, la postal que no se vende de Isla de Pascua

 

En 1993 la Isla de Pascua tuvo una inyección de 15 millones de dólares provenientes de la industria hollywoodense que desembarcó a filmar la película ‘Rapa Nui’. A partir de ahí la vida de los pascuenses cambiaría radicalmente.

 

El documental ‘Yorgos’ de Paco Toledo y José Domingo Rivera intenta recordar el impacto que generó la llegada de los norteamericanos y como la globalización se ha apoderado de la vida de los isleños. Además, nos revela el poder de una marginalidad violenta que busca mantener su identidad.

 

La historia de Isla de Pascua, uno de los lugares más aislados y bellos de la tierra, es conocida alrededor del mundo por su lado más folclórico, por sus Moais, sus bailes ancestrales, sus collares de flores y sus vestimentas que atraen cada año miles de turistas a sus tierras.

 

Sin embargo, el lado B de los pascuenses y la influencia que ha tenido el hombre blanco en sus costumbres no se conoce realmente. Para situarnos en el problema podemos empezar por recordar que el primer europeo en llegar a la isla fue en 1722. Luego en el siglo XIX fue anexada al Estado chileno.

 

Aunque hay un evento que marca un antes y después: la filmación del filme ‘Rapa Nui’ (1994), dirigido por Kevin Reynolds y producido por el famoso actor Kevin Costner. La sola presencia de la poderosa industria californiana del celuloide transformó sus raíces comunitarias y ancestrales en un mundo basado en el dinero, en el consumismo y en el turismo .

El recuerdo de los isleños de esta “invasión” de millones de dólares es el núcleo principal del documental ‘Yorgos’ de los chilenos Paco Toledo y Jose Domingo Rivera. Un retrato que nos sumerge entre sus habitantes y muestra el “terremoto” (para bien y para mal) que significó la llegada de toda esta maquinaria a la isla.

Aunque el hilo de la historia lo lleva un grupo de nativos que rechaza la sociedad establecida: los Yorgos. Una comunidad que se toma el campo y mezcla sus tradiciones orales con la influencia de la cultura moderna. Que habla el idioma rapanui mientras el sustento lo consiguen del mar o cultivan sus hortalizas. También crían ganado, caballos y se movilizan por la isla en motocicletas como unos forajidos.

Los Yorgos son de temer. Se han distribuidos en distintos clanes repartidos en el territorio y viven en constante conflicto con la autoridad chilena que resguarda el Parque Nacional Rapa Nui, declarado “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 1995 y que les impone un turismo ecologista prohibiéndoles trabajar su propias tierras.

En Madrid, EurolatipressCultura habló con Paco Toledo, chileno que vive en Barcelona desde hace 15 años, durante el Festival DocumentaMadrid donde su película impactó en la cara de los madrileños que no conocían esta realidad que rodea a los pascuenses.

Todo comenzó en 2004. Toledo visita la isla junto a su compañero, José Rivera, para filmar un documental sobre la crianza de caballos. Todo bien hasta ahí. Pero el viento cambia de dirección y descubre hablando con los habitantes que el dinero invertido por la película Rapa Nui ha cambiado por completo al pueblo de Tangatu Manu (El hombre pájaro). El mundo rural y tribal había dado paso al consumismo y la modernidad formaba parte de sus vidas aferrándose a sus entrañas sin contemplaciones.

Los cineastas prefieren seguir indagando sobre la vida del pueblo Rapanui. Así se encuentran con un mundo marginal, violento: el de los Yorgos.

“Hay un conflicto histórico en la Isla de Pascua. Los pascuenses no han vivido libres en su territorio durante centenares de años. Ante este panorama surgió un mundo sin ley que dirigen los Yorgos. La vida de los Yorgos es muy primitiva aunque tienen mucho arte. Quieren mantener su cultura milenaria pero con muchas contradicciones. Paralelamente les rodea el alcoholismo, uno de los problemas más duros entre ellos, que genera mucha violencia de género y machismo”, señala Toledo.

 

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El documentalista destaca en su filme que los Yorgos ocupan su tierra como una forma de lucha frente a la política del Estado chileno que quiere proteger los lugares turísticos algo que ellos no aceptan ya que prohibirles venerar su arte sagrado es un ataque a su cultura. “Son una especie de libertarios, de okupas de su tierra que no quieren inmigración. Su idea es tener su propio gobierno y decidir su forma de vida … En cierta medida tienen razón ya que quieren mantener la tradición y mantener su identidad. Eso sí, en la Isla de Pascua no toda la población acepta este modo de vida. Ellos son marginales con mucho poder”, explica Toledo.

Turismo y consumismo sin freno

El dinero invertido en la isla por el filme ‘Rapa Nui’, que supuso un flujo de 15 millones de dólares en seis meses, generó muchos aspectos positivos como trabajo pleno, buenos sueldos, especialización, una pequeña industria, y el turismo explotó en el mundo. Pero el desarrollo económico también trajo elementos negativos.

Si bien es cierto que cuando llegaron los norteamericanos los pascuenses eran un pueblo muy primario, como el hermano feo de la Polinesia y Hawai, tras el estreno de ‘Rapa Nui’ el turismo desbordó su población y las infraestructuras tuvieron que crecer. Hoteles, cabañas, salieron como setas. De esta manera, cómo aumentó el dinero también lo hizo la acumulación de basura, especialmente en los sectores sagrados de la isla.

Asimismo, el parque automotriz debió crecer y lo hizo sin sentido. En la isla hay alrededor de 5 mil habitantes y la mayoría de los pascuenses tiene uno en el garage de su casa. Y pese a la saturación de coches los barcos siguen trayendo cada semana camionetas últimos modelos. Recordemos que Isla de Pascua sólo tiene 163,6 km². Una locura.

 

 

“La inversión de los norteamericanos produjo un consumismo desaforado y la gente empezó a comprarse autos, refrigeradores, motos, radios, televisiones, motosierras, etcétera, como si el mundo se fuera acabar. La autoridad tuvo que crear una nueva planta de electricidad para dar abasto a toda la población. Por otro lado, las actividades tradicionales como el compartir en curantos se comenzó a perder bajo el individualismo moderno. La gente no se quedaba a los asados, cogía sus alimentos y se iba a ver tele a sus casas”, y agrega, “los pascuenses son conscientes de la pérdida de sus raíces, de la contaminación y algunos líderes intentan transmitir esta preocupación a la comunidad”.

El individualismo gana terreno en la Isla de Pascua. A eso se suma el nacimiento de clases sociales que genera conflictos en las relaciones que originalmente tenían los pascuenses entre sí. “Hay empresarios pascuenses que han acumulado mucho dinero y poder. Algunos son dueños, por ejemplo, del Hotel Explora beneficiados por la ley de la isla que obliga a que parte del dinero de la inversión extranjera que se haga en el territorio deba tener como socio a un pascuense. Ello ha generado clases sociales en la isla que nunca se habían visto”.

Yorgos, vaqueros sin dios ni ley

Los Yorgos dominan la isla.  “El tema que ellos defienden es la reivindicación de la propiedad de la tierra para los pascuenses. Ellos han sido saqueados y robados durante gran parte de su vida. En mi opinión, la ocupación de la tierra es un derecho”, opina Toledo.

Esa lucha que los Yorgos sostienen contra el Estado chileno viene como reacción a la esclavitud que sufrieron en 1863 a manos de traficantes de esclavos peruanos. En esa época fueron llevados a Perú a trabajar en las industrias de guano y Chile fue indiferente a la situación. Ahora, la gente pascuense tiene mucho resentimiento hacia los chilenos y lo que representan.

“La respuesta de los pascuenses es discriminar a los chilenos que llegan a trabajar a la isla. Pero también discriminan a los turistas. Hay muchas peleas afuera de las discoquethes y los europeos han recibido varias palizas”, declara Toledo.

Los caballos rampan libres por el territorio de Isla de Pascua. Los niños pascuenses nadan con ellos en el Pacífico y trotan con sus equinos cual John Wayne por las calles de la capital Hanga Roa. Los equinos son el símbolo de la apropiación de la tierra. La historia cuenta que los Yorgos liberaron las decenas de caballos que tenían en sus chacras y los convirtieron en una plaga para romper el cerco turístico que el Estado chileno quería crear entorno a sus lugares sagrados . La acción les dio resultado.

“Los yorgos son incultos pero son orgullosos de su raza y son muy trabajadores. Son gente muy creativa que se aprovecha del turismo y algunos están casados con europeas o chilenas . Su vida es de campo y viven en tiendas de campañas o en casas de madera estilo ‘callampas’. Ven muchas películas de acción de Jackie Chan. Eso sí, la imposibilidad de estudiar los ha vuelto muy violentos y en eso el culpable es el Estado que no ha tenido una política educativa para ellos, ni para su niños”, comenta Toledo.

El Estado de Derecho no existe para los Yorgos. Los problemas no se arreglan en los tribunales sino con la ley del más fuerte. La policía es como un Moai, una mera estatua, por que son vistos como ocupantes. Los conflictos entre los Yorgos y la policía son recurrentes ya que no respetan la autoridad ni la ocupación de su territorio. Carabineros de Chile intenta evitar el conflicto con ellos. Es mejor de ese modo, saben que deben compartir el día a día con sus familias. Pueblo chico, infierno grande.

“Durante la grabación hubo peleas con algunos Yorgos quienes querían dinero para autorizarnos a filmarles su cotidianidad. No podíamos pagarles sino se perdía la espontaneidad y la ética del documentalista. La verdad es que se han vuelto muy interesados. Los norteamericanos les enseñaron a pensar en el dinero como objetivo. Pero con mucho trabajo y buen rollo logramos integrarnos en sus familias. Luego el ambiente se relajó…. pero al final la banda de Yorgos se dividió por problemas internos de autoridad y hubo violencia entre ellos”, confiesa Toledo.

¿El documental es mucho más político que etnográfico?

Siempre nos planteamos hacer un retrato de la isla, un retrato absolutamente contemporáneo. La película habla de cómo vive la gente en la isla, o al menos un sector de la gente, quizás el sector más extremo pero eso también es una muestra de ese marco social.

“Es la antipostal de la Isla de Pascua”, sentencia.

 

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=KolrJWyI8zM

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