Desde el punto de vista visual, el diputado Teillier no se diferenciaba mucho de sus colegas diputados asistentes a la Corte Internacional de Justicia de la Haya.
Ahora, si se mira desde el punto de vista de lo estrictamente ideológico, habría que sospechar que en otras oportunidades históricas uno o varios de ellos lo habrían hecho desaparecer sin mucho trámite, solo por ser comunista.
Pero la evolución de los contextos y de las personas logran misterios tales que ahora no resulta extraño que furibundos anticomunistas y comunistas, compartan la business class, codo con codo.
Hasta hace no mucho, uno de los vértices de las consignas comunistas era la de solidaridad con los pueblos latinoamericanos que habían logrado procesos de construcción basados en movimientos sociales y políticos anticapitalistas. El internacionalismo proletario
Los que, agreguemos, han logrado no pocos avances de integración política y económica en el continente, con los efectos que ya se comienzan a ver en términos muy concretos: unidad hemisférica, relaciones económicas justas, proyectos de integración.
La última de esas actuaciones fue la maciza respuesta de la VII Cumbre de Las Américas al intento norteamericano por castigar a Venezuela nominándola entre los países maléficos que hay que castigar. Esa respuesta fue suficiente para que el imperio reculara.
Del mismo modo, la causa Boliviana por acceder a un mar sobre el cual tenga plenas facultades, ha encontrado en la comunidad latinoamericana el más grande, transversal y decidido apoyo.
Nadie medianamente informado olvida que la guerra que definió los actuales límites entre nuestro país, Perú y Bolivia fue, como toda guerra injusta, impulsada por los intereses financieros de los poderosos de nuestro país y de los imperialistas de la época.
Y nuestro pueblo y los de los países hermanos lo único que hicieron fue poner puntualmente los muertos. Veamos que porción de toda esa riqueza alguna vez le ha llegado a los descendientes de los veteranos que dejaron sus huesos y pulmones en esas soledades.
Veamos si alguno de esos furibundos nacionalistas que jamás entregarían una pizca de mar a Bolivia, pueden, con su chilenidad a cuestas, sacar algún pez de esas profundidades, sin que sus verdaderos dueños no lo encarcelen por robo.
Tras cartón, la historia contada por los vencedores nos hicieron enemigos de nuestros hermanos por medio de lo que desde niño nos hicieron creer en formatos de himnos y leyendas.
La reivindicación boliviana en tanto país hermano castigado por el solo hecho de haber tenido en sus tierras inmensas fortunas naturales, tiene que ver no tanto con fronteras o límites, ni siquiera con porciones de mar, como con un derecho a sobrevivir como país.
Se relaciona mejor con una integración latinoamericana, de entenderse como hermanos y no como potenciales enemigos cercados de minas antipersonales.
La causa boliviana en tanto es la del un pueblo explotado, esquilmado, castigado, humillado y despreciado por la ignorancia, madre de todo racismo, no puede sino ser la causa de todas las buenas personas del mundo, en especial de los revolucionarios. De los que queden.
Por eso corroe ciertas conciencias ver al presidente del Partido Comunista de Chile en tan tenebrosas compañías: xenófobos, anticomunistas, racistas confesos, apoyando una causa que no es la de los pueblos.
Este partido tuvo entre sus militantes y ex militantes, centenares de combatientes peleando en tierras lejanas por causas muy cercanas. Y solo en Nicaragua, de las casi dos decenas de internacionalistas caídos en combate, muchos son heroicos militantes del PC.
Las explicaciones acerca de formalidades que tienen que ver con criterios profundamente capitalistas enarboladas por Teillier a la hora de balbucear explicaciones desde su gesta holandesa, deberían irritar a más de algún férreo militante.
Hace no mucho la diputada comunista, colega y camarada de Guillermo Teillier, enarbolaba la consigna que se acostumbraba en el PC ante el tema de mediterraneidad boliviana: Mar para Bolivia. Lo propio hizo el diputado Gutiérrez, de la misma tienda
Habrá que especular que esa disparidad radical de opiniones tiene que ver con el libre juego de las ideas al interior del centralismo democrático.
Hay un mal cálculo en la gestión del presidente del PC en tierras holandesas: a sus años y con su experiencia, ya debería saber que las cosas cambian a velocidades que resultan imposibles de prever, tal como lo ha demostrado la caída vertical de la presidenta Michelle Bachelet y de su delfín herido en la aleta dorsal por el recurso miserable y mentiroso de las boletas falsificadas, que al principio parecían solo cosa de la ultraderecha.
Pero quizás sea un buen negocio. Nunca se sabe