Diciembre 26, 2024

La política como forma ideal de enriquecerse

Que el dinero sea el dueño de la política no es nuevo, pues ha ocurrido a través de la historia de Chile y del resto de los países del mundo. Quizás, lo que sí podría llamar la atención se refiere a la rapidez en que una persona de clase media, con una vida “reguleque”, bastante inculto y vulgar, se transforma, de la noche a la mañana en millonario, sólo por el hecho de haber ocupado un cargo fiscal, o bien de parlamentario. Casos emblemáticos – como el del famoso matrimonio Dávalos-Compagnon – se ven a diario en La Moneda y en el Congreso, pues están colmados de arribistas y nuevos ricos quienes, por el solo hecho de ser el predilecto servidor de los jefes de partido, ha podido integrar las filas de la mafia del enriquecimiento rápido que es, por desgracia, el espectáculo de la política de hoy.

 

 

La democracia actual se ha convertido en bancaria: los ciudadanos, verdaderos detentores del poder, no cuentan para nada, pues los procesos electorales son una verdadera burla, y ni siquiera pueden elegir entre los malos productos que ofrece el mercado, previamente coludido ¡y aún se quejan de la alta abstención en las elecciones! Los únicos que verdaderamente deciden son los bancos – por ejemplo, en el caso europeo, es la Troika -. Los pueblos están obligados a decidir, si es que pueden, entre someterse al dictado de la Banca o bien, rebelarse – está ocurriendo en Grecia y, posiblemente, en España, si ganara el PODEMOS -, pues la sola condición para permanecer en la Comunidad Europea es obedecer las políticas trazadas por Ángela Merkel, el Banco Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

 

En el caso de nuestro país, el Banco de Chile ha sido, a través de los años, el dueño del Estado: antaño, la mayoría de los políticos, o bien eran abogados o bien, directivos del Banco, por ejemplo, Germán Riesco, ex Presidente de la República; Eduardo Matte, Maximiliano Ibáñez, Marcial Martínez…, otros eran propietarios de bancos, como los Edwards, los Matte, los Subercaseux… Alfredo Irarrázabal, en 1901, decía: “Es preciso decirlo fríamente. Son los bancos los que en Chile tienen la dirección de la política”. (Víal, 1996:603).

 

Cuenta Manuel Rivas Vicuña que el ex Presidente Germán Riesco intentó presionar a su sucesor, Ramón Barros Luco, para que el Estado salvara de la bancarrota a un banco de su propiedad; afortunadamente, el anciano mandatario se negó a llevar a cabo ese acto, que rayaba en la corrupción.

 

En el Chile de hoy, la corrupción es más refinada, pero en esencia igual que en la República Parlamentaria. Es posible que los apellidos antes “vinosos”, hubiesen sido reemplazados por los “bancosos” y que a los Matte y los Edwards se les haya sumado ahora los Luksic y los Saieh, con la diferencia de que los cargos de elección popular los compran para sus subalternos, pero no figuran ellos mismos – es mucho más rentable usar un palo blanco que dar directamente la cara -.

 

Cada sillón, al igual que en la época parlamentaria, tiene su propio valor monetario, por ejemplo, la presidencia de la república importa unos buenos millones de dólares y así, va descendiendo la escala hasta llegar a concejal. Nada más fácil que engañar a los ingenuos ciudadanos haciéndoles creer que parlamentarios y altos funcionarios del gobierno los representan y que siempre persiguen el bien común cuando, en fondo, no son más que marionetas que se mueven con la música que les toca los banqueros.

 

La corrupción es consubstancial a la democracia bancaria que vivimos hoy, por consiguiente, mientras los ciudadanos no tomen en sus manos las riendas de la sociedad y se manifiesten organizadamente, los políticos seguirán siendo considerados como ladrones y, esta noble actividad que debiera estar al servicio del bien común, se ha convertido en una manera fácil de enriquecimiento ilícito.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

14/03/2015

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