Septiembre 21, 2024

¿Ha muerto la derecha o sólo se ha ido de parranda?

Hace mucho tiempo que la derecha venía en caída libre: había perdido las elecciones municipales, realizadas durante el gobierno de Sebastián Piñera, luego la presidencial, en las dos vueltas, por un amplio margen y, sobre todo, en las parlamentarias de 2013, que dejó a la Alianza en minoría en ambas Cámaras. Se sabe que en una monarquía presidencial es casi imposible ser oposición, razón por la cual la derecha también perdía apoyo ciudadano; para rematar está esta incontrolable sangría se agrega el con escándalo del caso Penta-UDI.

 

 

Muchas veces hemos creído que la derecha política chilena – sobre todo sus partidos – ha estado a punto de morir: ocurrió con liberales y conservadores (1965), posteriormente, con el Partido Nacional (1973) – a raíz del golpe de Estado se disolvió – y, en la actualidad, un proceso de decadencia comienza a madurar: Renovación Nacional se balcaniza en varios grupúsculos – Amplitud, Evópoli …- y la UDI está demasiado comprometida en la mezcla de negocios y política, a raíz del escándalo de proporciones que ha generado el caso Penta.

 

Que los partidos políticos mueran y luego resuciten bajo distintas denominaciones no constituye ninguna sorpresa, pues ha ocurrido así a lo largo de nuestra historia política: hoy casi nadie recuerda a liberales y conservadores – dos grandes potencias del chile republicano -, pero la derecha ha mantenido siempre un lugar dentro del sistema de partidos políticos. Si tratamos de visualizar el rol de la derecha en el Chile post 73, podemos marcar dos grandes hitos – momentos de gloria -: 1) la dictadura de Augusto Pinochet, que le permitió imponer, a sangre y fuego, su proyecto corporativo franquista español y neoliberal, una mezcla prostituida de cristianismo reaccionario y de culto a “Mamón”, en un mercado desregulado; 2) el gobierno de Sebastián Piñera se caracterizó por un hedonismo cínico (sabemos, opuesto a hipócrita), de fusión entre dinero y política, (Piñera no fue más que un Condottiere, que asaltó al Estado para convertirlo en si caja chica).

En los dos casos anteriormente citados la derecha logró imponer su propia utopía. Al decir del historiados Mario Góngora, “una planificación global”, junto a la de Revolución en Libertad y la “con empanada y vino tinto” de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, respectivamente. Por cierto, Augusto Pinochet, hasta ahora, será el líder indiscutido de la derecha chilena, pues el caso de Piñera fue una verdadera farsa, un intento ridículo y frustrado de gobierno plutocrático y gerencial, basado en aparentes exitosos resultados económicos.

En la mayoría de las democracias latinoamericanas – yo diría por extensión, mundial – no existe nada parecido a la derecha chilena – incluso ha espantado a los fascistas franceses -. En general, el hueco que ha dejado la derecha en las democracias electorales ha sido ocupado, sea por los democratacristianos o por los socialdemócratas; personalmente pienso que la derecha chilena podría asimilarse al fascismo griego actual o bien, al Partido Popular español, una cueva de ladrones, que nadie por qué el sufrido pueblo ibérico no le ha dado una patada en el trasero.

Si bien es posible que la UDI y RN desaparezcan del mapa político – o queden reducidos a su más mínima expresión – no por ello lo hará la derecha en general, que siempre encontrará en el sector de los “príncipes” y del “gutismo”, en la Democracia Cristiana, una nueva cara mucho más moderna y presentable ante los ojos de la opinión pública – ocurre con la socialdemocracia, en Brasil, la derecha peronista, en Argentina, la Democracia Cristiana en Alemania y el Partido Democrático, en Italia -.

Rafael Luis Gumucio Rivas

04/02/2015

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